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Sentencia, secesionismo y seguridad Nacional

Óscar Iglesias Fernández
Óscar Iglesias Fernández
Profesor de Sociología de la UNED
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análisis

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A pocos días de conocerse la sentencia del procés, los separatistas amenazan de nuevo con la desobediencia civil e institucional si el dictamen es condenatorio. Ante este escenario, con potenciales altercados, el gobierno ya ha anunciado que no se va a permitir el incumplimiento de la ley. Junto a él, el Tribunal Constitucional ha comunicado al presidente del Parlament su «deber de impedir o paralizar» cualquier iniciativa que suponga «ignorar o eludir» sus resoluciones o sentencias anteriores. Un comunicado, en el que también advierte de las consecuencias penales de sus actos.

La democracia se defiende con la ley. Son ya muchos años de irresponsabilidad secesionistas. Son ya muchos años de perjuicio constante a los ciudadanos catalanes que tendrían que gobernar. Muchos años, mucha convivencia rota y mucha incapacidad de unos dirigentes separatistas que tienen que reflexionar, de una vez por todas, por su bien y por el bien de los ciudadanos.

El día once de julio de 2017, escribí en este diario el siguiente artículo que más de dos años después tiene plena vigencia.

¿Utilizar la Ley de Seguridad Nacional?

Mucho se está hablando del desafío secesionista, sobre cual tiene que ser la actuación del gobierno ante el mismo, y que instrumento legal utilizar. Antes de entrar en ese debate, es preciso dejar claras dos cuestiones.

La primera, es que cuando la democracia es atacada, hay que defenderla con los propios instrumentos legales de los que se ha dotado para ello. Y cuando llegan esos momentos, decisivos en la vida de un país, hay que actuar con determinación y unidad para que los responsables no se salgan con la suya y paguen legalmente por sus actuaciones. Los gobiernos deben cumplir con sus responsabilidades y los grupos de la oposición también.

La segunda, es que esa coyuntura, desgraciadamente, ya ha llegado a España. Y por tanto, el gobierno y los demás actores políticos, sociales y económicos deben actuar inmediatamente para evitar la ruptura del ordenamiento constitucional.

Siendo todos plenamente conscientes de la necesidad de hacer cumplir la ley, se pasa a la cuestión del instrumento a utilizar. La respuesta es más sencilla de lo que algunos plantean: el instrumento que sea más eficaz dependiendo de las condiciones del momento. Unos hablan del Tribunal Constitucional, otros del artículo 155 de la Constitución; y ahora también se sugiere la aplicación de la ley de Seguridad Nacional. Y a la mayoría de la sociedad española le da igual, siempre que se respete el ordenamiento constitucional que se pretende salvar.

¿Es la ley de Seguridad Nacional un instrumento adecuado? La mayoría de los españoles lo ignoran y se preguntan qué dice esa ley. ¿Qué dice la Ley de Seguridad Nacional aprobada en septiembre de 2015? En lo que nos ocupa, se puede destacar:

1.- ¿Qué es la Seguridad Nacional? En el artículo 3, se entiende por Seguridad Nacional, la acción del Estado dirigida a proteger la libertad, los derechos y bienestar de los ciudadanos, a garantizar la defensa de España y sus principios y valores constitucionales, así como a contribuir junto a nuestros socios y aliados a la seguridad internacional en el cumplimiento de los compromisos asumidos.

Una Seguridad Nacional que es considerada un objetivo compartido por las diferentes Administraciones, estatal, autonómica y local, los órganos constitucionales, en especial las Cortes Generales, el sector privado y la sociedad civil. ¿Por qué compartido y coordinado? Porque de esa manera la prevención y la respuesta que se dé para garantizar la Seguridad Nacional se verá reforzada y resultará más eficiente.

2.- La política de Seguridad Nacional la dirige el Presidente del Gobierno. En el artículo 4 de la ley, se define la Política de Seguridad Nacional, como una política pública dirigida por el Presidente del Gobierno y la responsabilidad del Gobierno y en la que participan todas las administraciones, de acuerdo con sus respectivas competencias, y la sociedad en general, para responder a las necesidades de la Seguridad Nacional.

Es decir, al Presidente del Gobierno, como afirma el artículo 15, le corresponde: a) Dirigir la política de Seguridad Nacional y el Sistema de Seguridad Nacional. b) Proponer la Estrategia de Seguridad Nacional y sus revisiones. c) Declarar la Situación de Interés para la Seguridad Nacional. d) Ejercer las demás competencias que en el marco del Sistema de Seguridad Nacional le atribuya esta ley, y las demás normas legales y reglamentarias que sean de aplicación.

3.- Situación de interés para la Seguridad Nacional. En la ley, se creó una situación inferior a la declaración del estado de alarma o excepción. Es la situación de interés para la Seguridad Nacional, definida en el artículo 23.2: “La situación de interés para la Seguridad Nacional es aquella en la que, por la gravedad de sus efectos y la dimensión, urgencia y transversalidad de las medidas para su resolución, requiere de la coordinación reforzada de las autoridades competentes en el desempeño de sus atribuciones ordinarias, bajo la dirección del Gobierno, en el marco del Sistema de Seguridad Nacional, garantizando el funcionamiento óptimo, integrado y flexible de todos los recursos disponibles.”

Pero especifica más, al fijar que la situación de interés para la Seguridad Nacional se afrontará con los poderes y medios ordinarios de las distintas Administraciones Públicas y en ningún caso podrá implicar la suspensión de los derechos fundamentales y libertades públicas de los ciudadanos.

4.- Quien declara la situación de interés para la Seguridad Nacional. El artículo 24 estipula que la situación de interés para la Seguridad Nacional se declarará por el Presidente del Gobierno mediante real decreto. La declaración incluirá, al menos: a) La definición de la crisis. b) El ámbito geográfico del territorio afectado. c) La duración y, en su caso, posible prórroga. d) El nombramiento, en su caso, de una autoridad funcional, y la determinación de sus competencias para dirigir y coordinar las actuaciones que procedan. e) La determinación de los recursos humanos y materiales necesarios para afrontar la situación de interés para la Seguridad Nacional, previstos en los correspondientes planes de preparación y disposición de recursos, así como de otros recursos adicionales que se requieran en cada caso.

5.- Obligación de las autoridades competentes de aportar medios humanos y materiales, de establecer mecanismos de coordinación e intercambio de información, especialmente en relación con los sistemas de vigilancia y alerta ante posibles riesgos y amenazas. Además, de asegurar la disponibilidad de los servicios esenciales y la garantía del suministro de recursos energéticos, agua y alimentación, medicamentos y productos sanitarios, o cualesquiera otros servicios y recursos de primera necesidad o de carácter estratégico.

6.- Información inmediata al Congreso de los Diputados de las medidas adoptadas y de la evolución de la situación de interés para la Seguridad Nacional.

7.- El Presidente del Gobierno podrá nombrar una autoridad, que dirija y coordine las actuaciones que procedan. En ese caso, el Consejo de Seguridad Nacional asesorará sobre el nombramiento de dicha autoridad.

Una vez repasados algunos de los aspectos más destacados de la ley de Seguridad Nacional, surgen algunas preguntas:

¿Se podría utilizar esta ley de Seguridad Nacional ante el desafío secesionista? La respuesta es afirmativa. Es decir, sí.

¿Es conveniente utilizar la ley de Seguridad Nacional, o hay otros mecanismos dentro del Estado de Derecho? Es evidente que es uno de los mecanismos legales con que cuenta la democracia española para defenderse. Aunque, otra cosa es si es el oportuno o el más adecuado para la situación actual. Eso corresponde formalmente decidirlo al gobierno, aunque sería muy conveniente que esa decisión contara con el mayor consenso político y social posible para, desde la mayor unidad posible, poder actuar con determinación.

Mesura y diálogo siempre, pero ya estamos en tiempo de descuento y las instituciones democráticas tienen que actuar.

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3 COMENTARIOS

  1. ¡Vaya, vayita, vecinitos! El autor del artículo es catedrático de Sociologia. Muy bien, hagamos un poco de Sociologia.
    Un par de breves preámbulos:
    – Ortega y Gasset dixit: «Es la española una raza que se ha negado a realizar en sí misma aquella serie de transformaciones sociales, morales e intelectuales que llamamos Edad Moderna. La civilización ha avanzado, ha construido nuevas formas de vida, ha impuesto nuevas condiciones a la existencia, demanda nuevas virtudes y repele como vicios y miserias y flaquezas algunas que antaño lo fueron. Los pueblos que se han sometido a ese cambio de medio histórico han renunciado a perseverar en su ser, han aceptado las reformas de su carácter y han comprado el bienestar, el poderío, la moralidad y el saber, a cambio de esa renuncia. Como Fausto, han vendido su alma o porciones de ella para mejorar su fortuna. Nuestro pueblo, por el contrario, ha resistido; la historia moderna de España se reduce, probablemente, a la historia de su resistencia a la cultura moderna. China o Marruecos han resistido también, se dirá. Pero la cultura moderna es genuinamente la cultura europea, y España es la única raza europea que ha resistido a Europa. Ése es su gesto, su genialidad, su condición, su sino, ¡un ansia indomable de permanecer, de no cambiar, de perpetuarse en idéntica sustancia! Durante siglos sólo nuestro pueblo no ha querido ser otro de lo que es, no ha deseado ser como otro.»
    – Símil informático que, a estas alturas, todo el mundo puede comprender: cuando el sistema operativo y el hardware que administra un sistema informático quedan obsoletos no puede comunicarse y trabajar con el resto de equipos. Es decir, se hace «incompatible». Un informático digno de tal nombre tiene muy en cuenta dicha circunstancia y la previene. ¿Cómo? Actualizándose periodícamente. Un informático acomodado, en cambio, se acostumbra a usar el mismo sistema operativo y el mismo hardware y rechaza actualizarlos. Cuando tal incompatibilidad es absoluta, el informático comodón se ve obligado a cambiar por completo su equipo, adquiriendo un nuevo sistema operativo y nuevo hardware. Además del coste económico, debe aprender a utilizarlos cuando el resto de la comunidad, sus competidores o colaboradores, ya dominan desde hace tiempo los nuevos entornos, lo que le hace pagar un alto coste en competitividad. En este contexto, el informático comodón puede aprender de la experiencia actualizándose periodícamente o puede elegir el camino fácil y, con el tiempo, se verá obligado a repetir la jugada. «Incompatible» es uno de los términos que todo informático evita.
    ———————————————————————————————-
    Vamos al mejunje. Analicemos tres conceptos fundamentales, tan fundamentales que ni siquiera hablamos de ellos. Cuando nos despedimos de nuestros amigos no les decimos «ale, no te olvides de respirar», porque ya damos por sentado que nuestras amistades respiran y no se olvidarán de hacerlo. Respirar es algo tan fundamental que lo damos por descontado, no hablamos de ello. Lo mismo pasa con estos conceptos.
    – Adhesión. La practicamos decenas de veces al día, cuando decimos «soy del Betis», «me gusta Julio Iglesias», «soy vegetariano», etc. Si decimos «soy del Betis», mostramos nuestra «adhesión» a dicho club de fútbol, nos mostramos partidarios del Betis. En Política, mostrarse partidario de una ideología, de un movimiento o causa social, se denomina «adscripción», pero expresa exactamente lo mismo que el término «adhesión».
    – Legitimidad. Sobre este concepto se ha discutido mucho. En nuestro caso, «legítimo» es el entramado jurídico-político que una comunidad acepta como «normas de juego», aceptando simultáneamente a los «árbitros» que regulan dicho «juego».
    – Cultura. En nuestro caso, por abreviar, definiré «cultura» como: un grupo humano que vive de una determinada manera y no cree posible ni deseable vivir de cualquier otra manera.
    Ahora, miremos a nuestro alrededor. Miremos qué es Espanya, qué cosas pasan en Espanya. Sin pretensión de ser exhaustivo, porque necesitaría gigabytes, aquí va un pequeño listado de «las cosas que pasan en Espanya»:
    – Estafas de estado como Bankia: con la aquiescencia del Banco de Espanya y la CNMV, el régimen agrupa entidades finacieras evidentemente fallidas para formar con ellas un nueva entidad evidentemente fallida, la saca a Bolsa entre «vítores y aplausos» y cuando quiebra, nadie sabe nada.
    «La sección tercera de lo Penal de la Audiencia Nacional ha liquidado en apenas cinco folios la exculpación de las cúpulas del Banco de España y de la Comisión Nacional del Mercado de Valores en la operación presuntamente delictiva de constitución del grupo Bankia y su salida a Bolsa el 20 de julio de 2011 sin razonar los motivos del archivo». (Les recomiendo que lean el enlace porque no tiene desperdicio).
    https://www.ara.cat/es/Audiencia-exculpa-MAFO-salida-Bankia_0_1870013124.html
    – Un gobierno «socialista», es decir, «falangistas de izquierdas», se inventó la dichosa «cláusula de responsabilidad social» por la que el Estado se hacía cargo de las pérdidas que sufrieran los empresarios a los que sus inversiones no les rindieran lo suficiente. Ahí tenemos el Castor y las autopistas radiales como emblemas de esta auténtica piratería oficial.
    https://diario16.com/los-espanoles-pagaremos-mas-de-2-600-millones-a-florentino-perez/
    http://mediterraneo.diario16.com/el-imperio-de-florentino-perez-se-mantiene-con-los-impuestos-de-los-espanoles/
    – El accidente del tren Alvia en Santiago, 80 muertos y 144 heridos. Que de las televisiones públicas sólo TV3 haya emitido el siguiente documental demuestra qué «cosas pasan en Espanya». Si tienen dignidad, o creen tenerla, por favor, véanlo. Aquí en dos partes:
    https://www.dailymotion.com/video/x6muqxy
    https://www.dailymotion.com/video/x6muqxz
    – Las preferentes. Una indiscutible incautación de los ahorros de los más humildes por parte de entidades financieras que tenían y tienen «patente de corso».
    – El rescate a la banca de sesenta mil millones de euros que, según el presidente del Gobierno de turno, no iba a «costar a los contribuyentes ni un céntimo».
    https://www.eldiario.es/economia/Banco-Espana-recuperar-rescate-autoevalua_0_655134837.html
    Hasta aquí el listado. Podría ser mucho más extenso, citando pormenorizadamente el Yak-42, el Prestige, la repulsiva mentira oficial del «Ha sido ETA» tras el 11M, los EREs andaluces, los aeropuertos «del abuelo», el accidente del metro de Valencia, la diputada a la que todo el mundo escuchó decir «que se jodan» cuando anunciaron en el Congreso recortes a las prestaciones de los parados, (y continuó siendo diputada), el cacique castellonense, (padre de la diputada «jodedora»), al que le tocó la lotería 80 veces, el partido que formatea discos duros a martillazos, un Tribunal Supremo mangoneado «desde atrás» justo después de hacer el ridículo prevaricando con la sentencia de las hipotecas y justo después, también, de anunciarse quién sería el presidente del Conejo General del Joder Judicial antes de conocerse quienes serían los veinte vocales que deberían elegirlo en votación, etc.
    En este punto, debo retomar los tres conceptos que definí anteriormente. Al hacerlo, me viene una pregunta a la cabeza. Quizá porque soy un genio clarividente o quizá porque soy un tuerto en el país de los ciegos y ser un genio clarividente sale muy barato… me hago una pregunta: ante tal cúmulo de barbaridades… ¿cómo es posible que toda una cultura no le haya retirado todavía su adhesión a éste régimen, haciéndole perder toda su legitimidad y provocando su caída?
    Hay una respuesta evidente, indiscutible. Nos la ofrece la historiadora Anne Applebaum en la primera página del capítulo 13 de su libro “El Telón de Acero. La destrucción de Europa del Este 1944 – 1956”:
    “la presión desde arriba fue solo uno de los métodos utilizados por el régimen para convencer a sus compatriotas de su derecho a gobernar. También intentaron crear entusiasmo y colaboración desde abajo. Si los primeros años de posguerra se habían caracterizado por ataques violentos a la instituciones de la sociedad civil, después de 1948 los regímenes empezaron a crear un nuevo sistema de escuelas y organizaciones de masas controladas por el Estado que rodearían a sus ciudadanos desde el momento de su nacimiento. Una vez dentro de ese sistema totalitario, se daba por sentado que los ciudadanos de los estados comunistas jamás desearían ni podrían salir de él. Habían de convertirse, como expresó sarcásticamente un viejo disidente soviético, en miembros de la especie ‘Homo sovieticus’. El ‘Homo sovieticus’ no solo no se opondría al comunismo, sino que nunca concebiría siquiera la posibilidad de oponerse al comunismo.”
    Lo que los comunistas no pudieron conseguir, los franquistas sí lo han conseguido: crear el «homo franquensis»; una subespecie que no solo no se opone a los desmanes del régimen franquista, sino que ni siquiera osa pensar en hacerlo. Esta es la única explicación válida ante el «patio de Monipodio» franquista que es Espanya.
    El franquismo ha conseguido que 45 millones de personas plenamente alfabetizadas «callen y otorguen» ante escándalos que en cualquier sociedad digna harían caer un régimen, negándose a actuar contra sus protagonistas, (que tienen nombre y apellidos), aceptando dichos escándalos como se acepta el que una riada se lleve tu coche o un golpe de viento rompa el vidrio de un ventanal. Para los «homo franquensis», la maldad, la piratería de su régimen ya forma parte del paisaje. En Espanya hace tiempo que no hay escándalos, porque todo es un escándalo.
    Entonces… ¿ante qué nos encontramos? Si es imposible hacer caer un régimen, por explícitamente maligno que se muestre, porque no hay manera de conseguir que su población le retire su adhesión, su legitimidad… dicho régimen no tiene «ciudadanos», tiene»feligreses», «adeptos», «fieles». Dicho régimen no es un régimen político, sino una religión. Y si las tropelías del régimen en cuestión se suceden una tras otra, y a cual peor, con el beneplácito de su población, me veo obligado a proponer una conclusión tajante: dicho régimen es una religión, y viendo qué hacen y qué dicen y viendo cómo les aplaude su feligresía se trata, incuestionablemente, de una religión satánica.
    Sean sinceros con ustedes mismos, (si pueden o quieren), y miren a su alrededor. ¿He escrito alguna mentira hasta ahora? ¿Me he inventado algo? ¿En qué he exagerado un ápice? Por consiguiente, les pregunto: ¿todavía no han visto que su Espanya está en manos de una mafia que posee el país y hace con él lo que le viene en gana? ¿Por qué 45 millones de espanyoles son felices esclavos del «franquismo sin Franco»? ¿Por qué toda una cultura admite, acepta y aplaude el verse reducidos a la triste condición de «homo franquensis»? ¿Por qué una sociedad que dispone de libertad de organización, de expresión, de manifestación, de información… y libertad de voto no acaba de una vez con la mafia que desgobierna su país? Espero una respuesta.
    Espanya es una cultura que practica el culto a la corrupción, al cinismo y al anticatalanismo. Ha quedado demostrado. Espanya es una secta satánica de Lazarillos, de Torrentes, de Buscones, de pícaros que no creen posible que sus jueces, sus reyes, sus banqueros, sus obispos y sus políticos no sean pícaros. Por eso cuando, efectivamente, sus jueces, sus reyes, sus banqueros, sus obispos y sus políticos demuestran que también lo son, y en grado sumo, los pícaros espanyoles son felices. Tal es la razón que explica por qué 45 millones de personas que en teoría forman parte de una «cultura moderna y occidental» viven orgullosos y dichosos mojando pan en la cloaca franquista espanyola. (Desde el 18 de noviembre pasado, el día de los whatsapps de Cosidó, Espanya es oficialmente una cloaca. Quien todavía no lo ha ya visto es un lerdo de campeonato. Quien lo haya visto y todavía sea capaz de gritar «¡Viva Espanya! es un Torrente sin dignidad, un pícaro feliz entre pícaros).
    Definí el término «cultura» con la frase «un grupo humano que vive de una determinada manera y no cree posible ni deseable vivir de cualquier otra manera». Veamos qué hacen otras culturas con un par de ejemplos.
    La iraní, este mismo mes de julio: «Silencio en la Unión Europea por la reciente condena a 55 años de cárcel en total a las defensoras iraníes de los derechos de las mujeres Monireh Arabshahi, Yasaman Aryani y Mojgan Keshavarz por negarse a llevar velo».
    https://www.publico.es/sociedad/silencio-europa-condena-55-anos-carcel-tres-activistas-iranies-negarse-llevar-velo.html
    Así son los iranís, y bien felices que viven: esa es su cultura. A los occidentales nos resulta incomprensible, pero ellos son así y quieren seguir siéndolo. Para evitar que se me acuse, con razón, de recurrir a noticias de culturas muy alejadas de la nuestra, como segundo ejemplo les ofreceré una barbaridad de un país occidental… tela marinera: «32.000 dólares, el coste de un parto en EE.UU; más de 50.000 familias norteamericanas se arruinan cada año por el elevado coste del parto».
    https://www.ara.cat/internacional/dolars-cost-parir-Estats-Units_0_2236576342.html
    Al leerlo quedé completamente escandalizado, pero esa es su cultura, y son felices.
    De la misma manera, cuando en abril de 2012 se supo que el rey de un país que en aquel momento sufría las consecuencias del crack de 2008, con un 30% de paro, siendo la banca rescatada con dinero público justo dos meses despúes ante la crisis de la prima de riesgo… en tales circunstancias, un país descubrió que su rey estaba en Botsuana, tan campechanamente, matando elefantes acompañado por la querida de turno. Lo curioso es que dicho monarca continuó siendo rey y, a día de hoy, lo sigue siendo. Y en dicho país, ahora mismito… ¡tienen dos reyes! Así es la cultura espanyola y así quiere ser.
    ¿Por qué me molesto en escribir todas estas evidencias? Muy sencillo: la cultura que vive así y quiere seguir viviendo así cree que soy «un enfermo adoctrinado», un «abducido», un «nazionalisto». O, por decirlo de otra manera; un «hereje». Soy todas esas cosas, ¡y a mucha honra!
    Sociológicamente, estimado señor catedrático de Sociologia, su Espanya es un estado teocrático en el que una mafia sacerdotal se erige como intermediarios entre la divinidad, (Espanya), y la feligresía, convirtiéndose en los propietarios del país y haciendo con él lo que les place con la aquiescencia de dicha feligresía que, a su vez, son unos pícaros de antología y por eso no creen posible que su mafia sacerdotal actúe con dignidad. Los adeptos al culto hispánico siguen fielmente a la mafia sacerdotal que posee el tótem de la divinidad, (la bandera espanyola), hagan lo hagan, por eso les basta con mostrarla, como si de un talismán maravilloso se tratara, propio de una saga nórdica o «El señor de los anillos», para conseguir apaciguar a su plebe si se solivianta.
    Su Espanya es una secta satánica que practica el culto a la corrupción, al cinismo y al anticatalanismo. Y como las practican a destajo, son felices. Por eso Espanya está llena de catedráticos de Economia, de Derecho y de Políticas que viven encantandos acudiendo cada día a las aulas a enseñar una teoría que, en su país, nadie practica, porque practican justamente lo contrario. Por eso hay catedráticos de Periodismo que se molestan en enseñar Periodismo a alumnos que, si encuentran trabajo, se dedicarán a la difamación y a la propaganda al servicio del régimen.
    Por eso hay catedráticos de Sociologia, como usted, que se niegan a ver que Ortega y Gasset, en el párrafo que abre mi comentario, tenía más razón que un santo: «Es la española una raza que se ha negado a realizar en sí misma aquella serie de transformaciones sociales, morales e intelectuales que llamamos Edad Moderna». Y también se niega a ver que, fruto de tan orgullosa negativa a actualizarse, (siguiendo el símil informático propuesto), su Espanya, su cultura espanyola, ha devenido «incompatible» con el resto de las culturas occidentales.
    Su cultura hace tiempo que vive «en la prórroga», hace tiempo que «va con la reserva». Como ha pasado tantas otras veces, Espanya está en bancarrota económica y moral y Catalunya está a punto de irse. Esta vez, la autarquía y el genocidio no les salvarán. Si lo intentaran, demostrarían su incompatibilidad con el resto de culturas modernas y occidentales y éstas se verían obligadas a retirarles su homologación como «cultura occidental».
    Como descríbí en este comentario…
    https://diario16.com/los-cdr-y-altsasu/
    … usted es uno de los 45 millones de «homo franquensis» que viven felices con el «palillo-hélice», escribiendo estupideces como «La democracia se defiende con la ley». ¿Qué democracia? ¿Usted considera que Espanya es una democracia? ¿Qué ley? ¿La ley que absuelve al Nietísimo del Caudilllísimo? ¿Se atreve usted a hacer lo que hizo él? ¿A que no? Usted vive encantado «en la mentira», como expliqué en este comentario:
    https://diario16.com/la-postimagen-del-socialismo/
    Ha llegado el momento de despedirme, y lo haré con una nota de humor. Su Espanya, excelentísimo Catedrático de Sociologia, se ve representada fielmente por estos tres chistes, buenos, viejos y breves. Son el de «mearse en la piscina», el de los leperos en la plaza del pueblo y el célebre del «22,22,22». !Vamos a ello¡
    El chiste de la piscina. Una señora acude a la piscina del pueblo con su hijo. Mientras está leyendo en la hierba, (ahora diríamos «con el móvil»), el socorrista le dice:
    -Perdone, señora, pero… ¡su hijo se ha meado en la piscina!
    La señora pretende disculpar al niño diciendo:
    -Uy, sí, está mal, pero no será el único que lo ha hecho.
    El socorrista responde:
    -En eso lleva razón pero es que… ¡su hijo se ha meado en la piscina desde lo alto del trampolín!
    El chiste de los leperos, (recuerden que es un chiste vintage, eh). ¿Qué hacen todos los leperos en la plaza del pueblo, a las doce del mediodía, mirando al cielo y sonriendo?
    Respuesta: quieren salir guapos en la foto del Meteosat.
    El chiste del «22,22,22». En medio del puente de Triana, sobre el Guadalquivir, junto a la baranda, un hombre hace rato que está solo y cantando «22,22,22,22» mientras se acompaña dando palmas. La gente que pasa se le queda mirando, extrañados, hasta que un transeunte se le acerca y le pregunta «oiga, ¿qué hace usted aquí solo cantando «22,22,22»? El aludido, sin mediar palabra, lo tira al río de un empujón y comienza a cantar «23,23,23».
    Usted sabrá perdonarme el lenguaje grosero, pero ésta es su Espanya, la de su «democracia» y su «ley»; un régimen explicitamente maligno no se mea en la piscina disimulando, sino que lo hace desde lo alto del trampolín mientras una población de analfabetos no ya «funcionales» sino «existenciales» recibe su orina con fruición, con la boca bien abierta y mirando «parriba» mientras van cantando así las sucesivas demostraciones de maldad de su régimen; «34.455», «34.456», «34.457»…
    Hasta aquí. Agradezco a diario16 que haya publicado mis comentarios. Y a usted, señor catedrático de Sociologia, solo me queda decirle que uno de los dos debe tener razón; o yo soy «un enfermo adoctrinado» o usted es un feliz «homo franquensis», un feliz y orgulloso esclavo franquista.

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