Secuelas de la COVID-19 en el periodismo

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El periodismo despide 2020 con un sabor agridulce. Ha sido un año de contrastes, ya que, si bien ha servido para demostrar y poner en valor la importancia del periodismo de rigor en cualquier sociedad democrática, también hemos sido testigos de un deterioro de la profesión debido a la crisis económica provocada por la COVID-19. El periodismo ya estaba infectado de precariedad, intrusismo y paro antes de la llegada de la pandemia, pero ésta vino a agravar aún más el delicado estado de nuestro sector, que aunque muchos lo hubieran olvidado es un servicio esencial.

Encontrar la vacuna contra el coronavirus en un tiempo récord ha sido una hazaña titánica, pero créanme que está al mismo nivel de dificultad encontrar una solución para las dolencias que acechan al periodismo. La complejidad de este reto viene marcada porque los ataques no sólo vienen desde el exterior, sino también desde el propio sector. Con unos u otros objetivos alejados de la ética y la deontología, se están debilitando las defensas del periodismo, un órgano vital para que por las venas de la sociedad fluyan los glóbulos de la libertad.

Las secuelas que está dejando la COVID-19 en el periodismo a corto plazo son más que preocupantes y lo peor, previsiblemente, está por llegar. Cierres de algunos pequeños medios y planes de reajuste de muchas redacciones han provocado un aumento del 29% del paro respecto al año pasado. Esta destrucción de empleo conlleva reducción de la pluralidad informativa y de la calidad de la información que podemos trasladar a la ciudadanía. El problema es que durante 2021 se verán empeoradas estas cifras ya que la crisis económica hará insostenibles algunos proyectos periodísticos.

Los periodistas tenemos ante nosotros numerosos retos y uno de ellos es no contribuir a la propagación de la infomedia, ya que la sobreabundancia de información provoca confusión entre la población. No debemos permitir tampoco que las redes sociales nos impongan su vertiginosa velocidad, la que imposibilita algo tan básico en nuestra profesión como es el contrastar la información antes de ser publicada. Tenemos que adaptarnos a la nueva y cambiante realidad, pero nunca esto debe servir de excusa para traicionar los principios básicos que hacen del periodismo un servicio esencial.

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Pedro Lechuga Mallo nació en la localidad leonesa de Valencia de Don Juan en 1978. Es licenciado en Ciencias de la Información por la Universidad Pontificia de Salamanca. Ha desarrollado su actividad profesional en la radio, la televisión, la prensa escrita y la comunicación corporativa. Es autor del libro 'COVID-19-PERIODISTAS'. En la actualidad es presidente de la Asociación de Periodistas de León y decano del Colegio Profesional de Periodistas de Castilla y León.

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