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Sebastian Vettel, desechica de los nervios

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análisis

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No se lo podía creer, qué torpes. Porque fueron ellos, y no él, los culpables de que no ganase la carrera en Singapur… o como mínimo habría quedado segundo y los daños no habrían sido tan graves. Claro, ahora la culpa se la echan a él.

Que si Sebastian no es tan bueno como parecía, que si en RedBull sí, pero sólo cuando salía primero, tenía el mejor coche y encima al compañero de equipo, al humilde Webber, se le tenía prohibido quedar bajo ninguna circunstancia por delante de él…

¡Mentiras, todo mentiras! ¿Y las remontadas?

¡Mis remontadas son épicas! se responde Vettel, Sebastian Vettel, indignado, cabreado, pero también -y sobre todo- desechica de los nervios.

Se puso el video esa misma noche, el video de la carrera en Singapur, y casi vomita de asco ante ese tipo paliducho y desencajado: él mismo, saliendo del coche, mirando con cara de pobrecito y niño pequeño a los reporteros.

Y lo peor no es haber perdido la carrera, ni siquiera lo peor sería acabar por perder el campeonato este año.

-De este año no pasas, este año te los comes a todos- le había dicho Arrivabene, en Australia, guiñándole un ojo.

¿Y por qué le guiñaba un ojo? ¿La FIA estaba en el ajo como van diciendo ahora en las redes sociales? Pero ni con FIA ni con el mejor coche, porque eso es lo peor: tener el mejor coche. Si no gana siquiera con el mejor coche le da la razón a Alonso, al maldito Fernando Alonso. Al final va a resultar que el español hizo lo correcto yéndose de la scuderia, porque desde luego en Singapur esta vez la culpa de que no ganase, o al menos que no quedase segundo, la tuvo Ferrari y los inútiles de los estrategas que le hicieron perder la posición con el niñato Verstappen; hasta los alerones, está Sebastian del creidillo ese, ¡menudo cretino!

Seis grandes premios y cuarenta puntos de ventaja por remontar, no es imposible, pero sí es duro, muy duro; va a ser muy duro. Tiene que serenarse, se dice a sí mismo.

-Tranquilo Sebastian, tranquilo, tú puedes hacerlo.

Pero no puede evitar que vuelvan a vencerle los nervios, deshacerle por dentro, cada vez que sale a la calle y se encuentra a su enemigo -¡dioses, cómo le detesta!- ocupando carteles gigantescos como edificios. Lo que le faltaba -Sebastian siente que se ahoga, desechica de los nervios-, además de estar robándole un campeonato que estaba escrito -¡sigue estando escrito!- que era para él, el muy cabrón de Hamilton va y se mete a modelo.

 

Tigre tigre.

 

Otro burbon, por favor.

Fernando Alonso podría estar en Ferrari 2019

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