Desde la Transición se fue decantando dos modelos de la España europea. Hasta la muerte del dictador este país era, más que Sur de Europa, Norte de África. Tal vez por la impronta que los golpistas adquirieron allí, incluida su vocación sanguinaria en la administración del poder. Desde aquellos tiempos, los factores económicos diseñaron estructuras de una actividad comercial marcada por la opacidad, la corrupción y el enriquecimiento rápido. En lo político, la aniquilación del oponente. La omnipresente influencia de las tramas del nacionalcatolicismo industrial prosiguió detentando su capacidad de torcer voluntades y dictar líneas ideológicas. Como procura hacer hoy.

El bipartidismo nació de aquellos escenarios. Los personajes que tripularon la consolidación de esa, llamémosle sin ambages, España Sociedad Anónima, reclaman hoy políticas de estado que la perpetúan. Lo grave es que de su paso, marcado por hitos destacables, también se acuñó el huevo de la serpiente que pretende devorarnos por «el bien de España».

Las actuales expresiones de la voluntad ciudadana marcan a las claras otro estilo de entender a este país que la gente reclama para sí. En cambio, el otro concepto de país: la España S.A., como cualquier tiburón financiero, a esa sociedad la quiere controlar con sólo el 20 o el 30% de los votos de los accionistas. En este caso de los ciudadanos. Ese es el fundamento del discurso del Partido Popular. Es en este punto en donde se dirime nuestro futuro próximo y lejano.

Les temen a los votantes. Adoran los atajos. Prefieren los acuerdos opacos a la publicidad explícita de sus intenciones reales. Purísima practica preconstitucional. Los sindicatos siguen aislándose de sus bases cuando perpetúan a sus dirigencias y ceden ante las patronales y gobiernos. Quieren el control total. No admiten rendir cuentas. Pretenden la absolución en lugar de cumplir las penas de una justicia digna y equitativa. Prestidigitadores que no resistirían una auditoría seria e independiente de su gestión. Por eso han ocupado las instituciones con su militancia, evocando a regímenes cuestionables.

Hay que volver a las bases. A la gente. A la fuente del poder. A la Sociedad Civil. Allí reside la democracia a la que temen. Porque esas personas les pedirán cuentas. Porque no quieren más explicaciones sin sentido para justificar las traiciones que han venido consumando los salvadores de la Patria. Hay que volver a la España de las personas, la de los ciudadanos.

Esto es lo que se está confrontado. Que no te engañen. Para muchos de ellos España es un mero negocio. Como si fuese una Sociedad Anónima. Por ello esta intención de despojo que se avecina. Necesitan concluir el despojo. Inclusive algunos nostálgicos apelan a corrientes golpistas.

Creer en la democracia es la fuente de la energía necesaria para el esfuerzo que se avecina. No creo que sea un fracaso tanto un gobierno alternativo como el votar en diciembre por tercera vez.

No te refugies en la indignación pasiva y melancólica. Movilízate para la España de los ciudadanos.

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