Lo confieso: soy un creyente, un believer como cantaban los Monkees, de Ámbito Cultural del Corte Inglés. Empezaron -los Ámbito- en una sala con una columna en medio, y en una esquina de la zona de los sofás del fascinante centro de la plaza de Callao, en Mad Madrid: herencia de una época anterior… y en verdad en verdad: para nada superior.
Fue en Callao, en esa sala difícil de manejar cuando comenzaron los llenos, las actuaciones geniales…. muchísimas; voy a resistir la tentación -y me cuesta- de ponerme a enumerar todos los grandes momentos, a todos los grandes artista que pasaron por allí, porque ya se sabe que -si se hace- siempre se olvida a alguno. Y además ¡qué demonios! esto no va de los artistas sino del marco inesperado y potentísimo en el que se ha convertido Ámbito Cultural.
Llegué a Ámbito desde dos caminos a la vez, a saber: conocía al equipo anterior, siento gran afecto por Ramón Pernas, y además me había reencontrado con Scarpa, Gonzalo Escarpa, en una de sus fiestas de cumpleaños (una celebrada en un grupo de guasap) un año antes de que lo fichara el CI. Llegué un lunes, tarde y un poco dudoso, a ver si…
Y sí. Muy sí. Flipé. Algunas de las más inolvidables tardes (y luego noches, pero esa es otra historia) de los últimos dieciocho o veinte meses las he pasado allí. Y siempre me produce gran alegría y felicidad encontrarme con Sopena (Pita), Posadas (Gervasio) o Scarpa (Gonzalo).
Pero sucedió lo del virus, no sé si el lector se habrá enterado (sólo tengo un lector seguro, confieso también; y es muy despistado)… pues bien, sucedió que vino un virus que no dejaba a nadie salir de casa y por supuesto no se podía ir a Callao Square y mucho menos subir a la cuarta planta a disfrutar de la cultura y pasarlo bien.
-Vaya, esto se acabó -me dije y pensé.
Aaaaaaaah ¡no!, ahí estaba Scarpa, el contravirus, el hombre que movió a todos los autónomos de España para que el Gobierno no les abandonase, el gran artista y perfecto agitador cultural (qué gran ministro de cultura sería), y decidió que había que seguir y que él era capaz de hacerlo.
-Claro que sí -apoyó Sopena.
A Posadas no le tembló el pulso ni un instante.
-¡Adelante!
Y continuaron los mágicos lunes de lírica a través de internet, con unas audiencias de miles y miles de personas. Ámbito -en los días de la lucha contra ese virus que mi lector quizá no conozca- pasó a convertirse en el más significativo buque insignia del Corte Inglés.
Lo que lograron, han logrado, están logrando, Posadas, Scarpa y Sopena lo puede ver cualquiera, y esta vez -para demostrarlo- sí que voy a citar un momento concreto, el día de LA GUASA DECIMAL. Y no voy a decir nada más, porque voy a poner el enlace más abajo para que quien quiera -incluso mi lector- lo vea y compruebe lo que es la magia de la creación cuando se mezcla con la alegría de vivir.
Bienvenido, lector, al maravilloso mundo de Ámbito Cultural del Corte Inglés:
(Mecanografía MDFM)