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Sarcasmo

Miguel Ángel Cerdán
Miguel Ángel Cerdán
Licenciado en Historia. Profesor de Secundaria en la enseñanza pública. Articulista en diversos medios digitales e impresos de la Comunidad Valenciana.
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análisis

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No sé a ustedes, pero cuando el señor Macron, presidente de Francia e ídolo de toda la industria política española, manifestó hace unos días que había llegado “el fin de la abundancia” y “la despreocupación”, para seguidamente pedir “sacrificios” a sus ciudadanos, me pareció retroceder a aquellos años donde los políticos españoles como Zapatero o Rajoy y compañía, y otros europeos, hablaban de que los españoles “habíamos vivido por encima de nuestras posibilidades” y que “había que hacer más por menos”. ¿Tiene usted por cierto la sensación de que habíamos dejado atrás la Crisis del 2008 y de que habíamos recuperado el empleo y las condiciones laborales, sociales que se tenían previamente? Yo tampoco. Pero ahora estamos en el 2022. Por lo que las palabras de Macron, alabadas por toda la industria política española, además de un completo sarcasmo solo pueden entenderse dentro de la fase preparatoria en una nueva vuelta de tuerca en el camino de pérdida de derechos y destrucción del Estado de Bienestar. En España y en Europa.

A la casta o industria política europea y española, después de su fracaso en la gestión del COVID, con más de tres millones de muertos en Europa y 120.000 en España, después de la creciente pobreza que nos asola y de no haber sacado de la Crisis del 2008 a nadie excepto a los poderosos, sólo le queda la utilización de la superestructura en su versión sobre todo de propaganda y de represión. Pero la infraestructura sigue siendo la misma: el paro, el subempleo, los salarios de miseria, la práctica imposibilidad de acceder a una vivienda digna, el despido masivo de personas mayores de 50 años, la sumisión de todo, hasta la vida, en aras de las plusvalías de los señoritos y de las grandes corporaciones, una natalidad bajo mínimos, no se pueden ocultar. Como no se puede ocultar la destrucción del Estado de Bienestar y su sustitución por una cultura de ayudas y subvenciones que no ocultan los paraísos fiscales y la creciente dualidad hacendística, donde los ricos pagan cada vez menos y el resto cada vez más. De hecho, esos palabros con los que nos golpean con creciente frecuencia, como “resiliencia” o “vulnerable”, no tienen otro objetivo que acostumbrar a los ciudadanos europeos a lo que hay y sobre todo hacer que se sientan culpables de lo que ocurre y de su suerte. Porque esas es otra, la industria política europea y española, en su labor lacayuna de los poderosos, han decidido que el culpable no es otro que el ciudadano  medio español o europeo, y de ahí el creciente insulto, menosprecio y lenguaje degradante con el que se nos trata. Somos culpables de todo, empezando por el cambio climático, porque somos unos antiguos y unos seres deleznables.

¿Hasta cuándo aguantará nuestra paciencia?

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