Sánchez pone la pelota sobre los tejados regionales ante el riesgo de la tercera ola de COVID-19

Mientras los países europeos toman ya las medidas de manera contundente, en España estamos viendo venir la tercera ola desde la playa

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Los datos no pintan bien. Ayer se registraban 10.328 casos y 4 comunidades autónomas suman «de golpe» más de 10 puntos a su incidencia acumulada. De esta manera, la incidencia acumulada en los últimos 14 días por 100.000 habitantes se sitúa en 198.

Las cuatro regiones que han subido esos diez puntos de golpe han sido Baleares, Comunidad Valenciana, Extremadura y la Comunidad de Madrid. El viernes pasado el índice de incidencia acumulada estaba en 189, pasando a 193 el lunes, y alcanzando el martes 198.

Se han sumado 388 nuevos fallecimientos sumándose a los 48.401 casos registrados desde el comienzo de la pandemia. En la última semana, desde el lunes, se han registrado 773 muertes por COVID-19.

La tasa de ocupación de camas ocupadas se sitúa en el 9,60% y en las UCI en el 21,15%.

En Cataluña el Govern admite que los datos «se están complicando» y apuntan, según la portavoz del Govern de la Generalitat, que «podría haber un cambio de tendencia». Esperarán, según dijo ayer, un par de días para ver si se confirma la tendencia, pues en tal caso, tendrían que plantearse cambios en el plan previsto para Navidad. Y es que, en Cataluña, el índice de contagio iba a la baja desde hacía días, pero hoy se encuentra en 1,22 (ayer estaba en 1,11). El riesgo de rebrote también cambia: el martes estaba en 219 en Cataluña y hoy ya se ibca en 245. El secretario de Salud Pública de Cataluña, José María Argimon ha señalado en una entrevista para Eldiario.es que «los indicadores parecen mostrar que estamos ante una tercera ola».

Esto mismo está sucediendo en Madrid, donde se ha notificado un aumento de muertes e ingresos por COVID. Los contagios han aumentado en 20 de los 21 distritos de la capita después de tres meses de bajadas semanales. A día de hoy Madrid suma 6.829 nuevos casos positivos. Este ascenso se produce dos semanas después de haberse producido las conocidas aglomeraciones en el centro de la capital durante el «Black Friday» y el encendido de las luces navideñas.

Situación en Europa

En Francia las cifras reportadas ayer también son preocupantes. Registró 11.000 casos y 300 fallecidos en un sólo día. Abandonaban precisamente ayer el confinamiento parcial que da paso a un toque de queda más estricto, que comenzará a las ocho de la tarde hasta las seis de la mañana cada día. Junto a Alemania, el país vecino ha decidido endurecer las medidas de cara a la Navidad, y no son los únicos. En Bélgica la hostelería y la cultura se mantienen clausurados; En Austria los restaurantes permanecen cerrados, en Países Bajos también. En Italia comienzan nuevas restricciones y Alemania ha decidido cerrar colegios y guarderías con un llamamiento por parte de Merkel a la responsabilidad de la gente.

Intervención de Pedro Sánchez en el Congreso

Ante esta situación, hoy el presisdente del Gobierno, Pedro Sánchez, ha comparecido en el Congreso de los Diputados para dar un mensaje: el Estado de Alarma permite que sean los gobiernos regionales y locales tomar medidas contundentes ante el riesgo de contagios y el aumento que se está produciendo en los últimos días. Ante la más que probable llegada de la tercera ola, el presidente ha señalado a la posibilidad de que cada región aplique las medidas que considere más adecuadas, dejando la puerta abierta a que, desde el Gobierno estatal puedan llegar a adoptarse restricciones generales en caso de ser necesario.

Un momento en el que es importante echar un vistazo a cómo están actuando en la UE nuestros vecinos: han tomado medidas contundentes ya, avisando con tiempo a sus ciudadanos de cara a las Navidades. Merkel salía hace un par de semanas llorando ante todos sus conciudadanos pidiéndoles responsabilidad máxima, y ahora se comprende que se apriete con el cierre de colegios. Sin embargo, al mismo tiempo, en España se da una sensación distinta: se respira un ambiente de «aparente normalidad», alentando el consumo y dando mensajes confusos a la población.

Precisamente aquí se está debatiendo sobre lo que ha de considerarse «allegados» o familiares convivientes, íntimos. En lugar de poner sobre la mesa los riesgos evidentes que se van a correr por celebrar una cena que bien podría esperar. Además, en lugar de restringir el horario de toque de queda (en Francia se anuncia hoy que comienza a aplicarse desde las ocho de la tarde), aquí se amplía para los días señalados. Es seguro que proliferarán las fiestas privadas, que se tendrá a las fuerzas y cuerpos de seguridad intentando controlar lo incontrolable y que las cifras de contagios se van a ir de las manos. Creo que ya está claro, pero parece que está moviéndose la pelota de un tejado a otro, para ver quién quiere empezar a tomar decisiones que puedan parecer impopulares.

Y es que, está claro que las regiones pueden tomar medidas más contundentes. Pero para ello es imprescindible el apoyo económico desde el gobierno estatal, algo que no está sucediendo de la misma manera que ocurre en Europa. Lo señalaba Javier Ruiz hace unos días: «Mientras que España absorbe solo el 39% del dinero que recibe, a años luz, Irlanda y Luxemburgo gastan el 69% de lo que obtienen y Finlandia, el 73%. Así que hay dinero pero falta eficiencia institucional. Y lo que probablemente no haya es mucho más espacio para la propaganda. Esos 140.000 millones amenazan con quedarse, en realidad, en 54.600″.

Se ha explicado hasta la saciedad que, mientras en países como Alemania se han tomado medidas económicas de gran calado para intentar ayudar a los comercios, al sector de la cultura y a las familias, en España estas ayudas ni existen y, en caso de haberse puesto en marcha alguna, no llegan.

Conclusión

Resulta evidente que la situación provocada por el COVID-19 va en estos momentos a peor. Mientras en Europa se toman medidas contundentes tratando de frenar el impacto de la tercera ola, en España pareciera que estamos esperando a que nos arrase, como si estuviéramos frente a ella, viéndola venir y sólo se nos ocurre levantar los brazos.

No tiene sentido, una vez más, hacer lo que se está haciendo. Como si estuviéramos intentando pescar hasta el último momento esos peces que aparecen en la orilla porque la mar está revuelta. No nos damos cuenta de que por intentar «pescar» hasta el último minuto, cuando llegue la ola no tendremos tiempo para cobijarnos. En verano nos sucedió igual: quisimos salir demasiado rápido, demasiado pronto, con mucha ansia. Y provocó que en España tuviéramos una segunda ola que nadie más tuvo en Europa. De hecho, nosotros estamos en realidad esperando ya la cuarta ola desde nuestro punto de vista. Hablamos de tercera porque nos incluímos en los términos europeos, cuando nuestra realidad es muy diferente.

Ante estas circunstancias, no nos queda más remedio que tomar todas las medidas de precaución de manera individual en vista de que desde las instituciones llegarán tarde. Lo que nos jugamos es la salud, incluso la vida, y no merece la pena arriesgarla por una cena que bien puede celebrarse la próxima primavera, por ejemplo, cuando las vacunas ya comiencen a estar a nuestro alcance.

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