«La principal razón por la que la gente pobre es pobre es porque no tiene suficiente dinero, y no debería sorprender tanto que entregarles dinero sea una forma eficaz de reducir ese problema«Esta frase de Kenny, esta extraída del libro «Utopía para Realistas» de Rutger Bregman, cuyas 100 primeras páginas deberían ser de lectura obligatoria, y esta frase quiero que sea la declaración de intenciones de este articulo.
Antes de la pandemia que nos azota, existían personas pobres o en el umbral de la pobreza. Cuando superemos esta sin duda el número de ambos se habrá incrementado, y solo habrá una forma de paliar estas situaciones: con dinero, porque como decía Bacon «El dinero es como el estiércol: no es bueno a no ser que se esparza«. Esta desgracia nos ha azotado con un Gobierno al que ni tan siquiera se le han concedido los 100 días de gracia, pero al que no le va a quedar otra opción que recordar la frase de Napoleón «Un gobierno nuevo tiene que deslumbrar y sorprender, cuando deja de brillar, cae«.
Se vienen adoptando algunas soluciones dirigidas a algunos desfavorecidos … pero, quizás, no a los más desfavorecidos. Se ha permitido que las empresas presenten Expedientes de Regulación Temporal de Empleo (ERTE) que permiten que los trabajadores pasen a cobrar el 70 % de su salario, se ha permitido que personas de personal doméstico se acojan a las prestaciones por desempleo – medida inédita hasta entonces -, probablemente se exima a los autónomos de pago de cuotas y se unifique la exención de la cuota empresarial de SS a las empresas, con independencia de que su inactividad derive directamente del Decreto de Estado de Alarma o sean consecuencia del mismo. Son medidas, sin duda, extraordinarias y de un elevado coste, a todas luces insuficientes … porque estas medidas afectan a trabajadores que tenían ingresos y que su situación laboral se encontraba regularizada ¿pero qué pasa con el resto de personas? Existen personas que prestan servicios domésticos … sin estar dadas de alta, existen personas que realizan y subsisten de actividades ilícitas o poco morales, existen personas que no tienen regularizada su situación en el país, etc. En definitiva, un amplísimo espectro humano que no goza de ingreso alguno, ni es acreedor de subvención alguna, no se les da nombre y apellidos pero se les está abocando a una situación de pobreza extrema y como dice un proverbio español «La pobreza y un rostro feo no se pueden ocultar«.
El Gobierno ha tenido sensibilidad iniciando unas negociaciones para reconocer una Renta Básica a las personas, loable intento pero excesivamente pacato y que, desde luego, no deslumbra. Parte de unas ayudas equivalentes al IPREM (537,84 €), cuando debían fijar tal ayuda en el SMI (950 €) y esta ayuda debe darse tanto a las personas que carecen de ingresos, como complemento para aquellas personas que no alcancen el mismo. Y estas medidas no solo deben mantenerse en las actuales circunstancias, sino fijarse para el futuro. De sobra sabemos que una oposición, tan montaraz como la que disfrutamos en este país pondrá el grito en el cielo, diciendo aquello tan original de que la izquierda solo sabe despilfarrar, o que tales medidas lo único que harían seria potenciar vagos que no trabajarían porque obtendrían el sueldo sin hacer nada: nada nuevo bajo el sol. Pero si leyesen – actividad que acepto les resulta extraña – el libro que recomiendo sabrían ¡oh, sorpresa! que el Presidente que intentó imponer la Renta Básica (Plan de Asistencia Familiar) fué … Richard Nixon, que atacó frontalmente el mito de la holgazanería de los pobres, e incluso el FMI indicaba que un exceso de desigualdad inhibe el crecimiento económico. Ayudar a los pobres es hacer que todos ganen. Y también, alguien tan poco izquierdoso como el liberal Adam Smith señalaba que «no hay sociedad floreciente y feliz donde la mayoría de sus miembros son pobres y miserables«. Así que, si de verdad vale la pena hacer algo, hay que hacerlo a toda costa.
Medidas como las que propongo serian merecedoras de consenso general, pretensión imposible con la actual oposición, no solo a nivel nacional sino también, fundamentalmente, a nivel de Comunidad Europea pero recordando que «Gobernar es pactar, pactar no es ceder» (Le Bon) así que seamos audaces, generosos porque la «generosidad no consiste en dar mucho, sino en dar a tiempo» e incluso egoístas porque dar un salario mínimo a las personas no solo recortan costes sociales, sino que dinamizan la economía. Sin que ello suponga que estos gastos considerables no sean asumibles con la capacidad económica y fiscal de nuestro país, ya economistas tan poco dudosos como John Kenneth Galbraith, Harold Watts, James Tobin, Paul Samuelson y Robert Lampman dirigieron en 1968 un escrito al Congreso Americano afirmando «el país no habrá cumplido con su responsabilidad hasta que todos los ciudadanos tengan asegurados una renta no inferior a lo que se define oficialmente como umbral de la pobreza«.
Así que voy a terminar este articulo citando a uno de mi tierra, a Don Ramon de Campoamor «No rechaces tus sueños ¿sin la ilusión el mundo que sería?«.
A todas las amas de casa asi como a los estudiantes tambien les deberian dar el salario basico universal pues no tienen ingresos de ningun tipo,antes dije estudiantes pero bueno me refiero a todas las niñas y niños desde que nacen pues no tienen ingresos.