Está inmenso, el joven Sainz. A punto estuvo de ganar su primera carrera en Monza, el templo de la velocidad. Pero no le está siendo sencillo. Norris empezó mejor que él la temporada y en todo momento, hasta la carrera de Mugello, no ha logrado superarlo en clasificación, Cinco a cuatro, tras el gran premio de la Toscana; muy ajustado. Norris no es cualquier cosa, es un piloto exceso, y un ser humano que siempre se muestra generoso y espléndido.
Aún queda trabajo por hacer. A pesar del segundo puesto en Monza, y los 18 puntos conseguidos, el británico aventaja al español por nada menos que 17 puntos en el campeonato mundial de pilotos. Tuvo la suerte en contra -el hijo del campeón del mundo de rallyes- en las primeras carreras. Pero no es sólo un tema de suerte.
El duelo de Norris y Sainz es uno de los alicientes de esta temporada extraña, y lo es más por el dominio más insultante que nunca de la Mercedes sobre los otros equipos.
Por lo demás apenas nos quedan los rumores, los fichajes o despidos como los de Vettel y Pérez, y poco más. Echamos de menos cuando la F1 era todo peligro y emoción. Agradecemos desde aquí a Sainz y Norris la calidad y la ilusión y el esfuerzo.
Tigre tigre.