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Rivera & Cia, fraude político e ideológico a España

Cuando se analiza en profundidad a Rivera&Cia uno entra en un espacio de inexistencia de una ideología política y a un partido que cimenta su existencia en un ultranacionalismo similar al de Marine Le Pen y en ultraliberalismo económico cercano al Tea Party norteamericano

Manuel Domínguez Moreno
Manuel Domínguez Moreno
Periodista, escritor, sociólogo, politólogo y perito en procesos de paz a nivel nacional e internacional
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análisis

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Rivera&Cia es el mayor peligro que tiene nuestra democracia en la actualidad. No pensemos en Cataluña, ni en el crecimiento de los movimientos de ultraderecha o del mal llamado populismo de izquierda. En España sólo hay una amenaza para nuestro sistema de libertades: el partido presidido por Albert Rivera. La razón principal es porque están siendo opacos con sus verdaderas intenciones a pesar de que en las declaraciones públicas que hacen van mostrando poco a poco su verdadera cara.

C’s es mucho más que Rivera&Cia y realizar una crítica a todos los afiliados y dirigentes es injusto porque en sus filas hay gente muy válida, limpia, respetable y que está dando la cara por defender principios fundamentales que su líder pretende hacer creer que también defiende pero que, en realidad, son la cortina de humo que oculta una realidad oscura y fantasmagórica. Por esta razón, y para no engañar más a los españoles, Albert Rivera debería plantearse registrar la marca Rivera&Cia en vez de Ciudadanos porque este término tiene un significado mucho más grande de lo que él podría pensar jamás, dado que el mediocre es el que se oculta detrás de su ignorancia con cuatro ideas y con palabras grandilocuentes. Por esta razón, no nos referiremos a C’s, sino a Rivera&Cia para ser respetuosos con aquellos que sí aportan desde la brillantez, el compromiso, la inteligencia y la magnificencia.

El Procés catalán ha dado alas a Rivera&Cia en las encuestas, adelantando, incluso, al propio Partido Popular. La dureza que han mostrado hacia los políticos catalanes independentistas y sus negativas a que se llegue a producir un diálogo para solucionar el tema han calado en un electorado que aún sigue muy sensible al nacionalismo español y a la «defensa de la Patria». Este hecho demuestra que nos encontramos ante un partido ultranacionalista que defiende aspectos similares a los planteados por Marine Le Pen, Víktor Orbán, Jaroslaw Kacynsky, Donald Trump o Vladimir Putin, por citar algunos. La exaltación de los valores patrios tiene siempre consecuencias negativas para el pueblo. La historia nos lo ha mostrado y no tenemos que irnos más allá de la década de los años 30 del siglo XX en Europa para entenderlo.

El mero hecho de que un partido se presente sin ideología ya es un fraude y las declaraciones de sus líderes son la mejor muestra de ello. Albert Rivera afirmó sin ningún tipo de rubor que «a mí me importa más España que las personas». Esta frase la podría haber pronunciado José Antonio Primo de Rivera perfectamente. Comparen con esta frase del fundador de la Falange: «hay algo sobre los partidos y sobre las clases, algo de naturaleza permanente, trascendente, suprema: la unidad histórica llamada Patria». El mensaje es el mismo, anteponer un elemento etéreo a las necesidades del pueblo, una especie de mezcla del perfil de Pinochet, Videla, Mussolini, Trujillo, Fujimori o el propio Adolf Hitler, hombres que transmitieron un mensaje similar en momentos de crisis, los instantes que la historia abre la puerta a los mediocres que pintan discursos sin base pero que calan en los pueblos desencantados.

La realidad es que a Rivera no le interesa ni España ni, por supuesto, su pueblo. Él tiene mucho más interés en Argentina, Panamá, Chile, Colombia y, según se colige de sus amistades, presuntamente de los corruptos venezolanos que utilizan nuestro país como centro de operaciones. Le interesa mantenerse cercano a sus amigos dictadores privados o a ex presidentes habituales de las puertas giratorias, junto a lo malo de familias españolas, catalanas, cántabras, madrileñas o venezolanas que están amparadas por Panamá, Luxemburgo, Hong Kong o Suiza.

Lo mismo ocurre con los derechos de todos los ciudadanos. Rivera no tuvo ningún problema en afirmar que el matrimonio homosexual generaba tensiones o las dirigentes de Rivera&Cia no apoyaron la huelga feminista del 8 de marzo porque preferían centrarse en lo que «unía a las mujeres». ¿Acaso una situación que está normalizada como el matrimonio entre personas del mismo sexo genera algún tipo de tensión, salvo con los grupos ultracatólicos? ¿La reivindicación de igualdad de género no es algo que une a las mujeres? ¿No será que Rivera&Cia no cree en la igualdad?

Rivera volvió a demostrar su visión «democrática» cuando afirmó que «Las dictaduras no tienen democracia, no tienen libertad, pero tienen cierta paz y orden porque todo el mundo sabe lo que hay». La persona que encabeza en la actualidad las encuestas de intención de voto de los españoles, con estas palabras, hizo una verdadera apología de la dictadura. ¿No es esto un verdadero fraude democrático? Esto es lo que tienen los que se presentan ante los españoles desnudos de ideologías, pero con un objetivo oculto basado en los intereses de las dictaduras privadas.

Respecto a su «desprecio» a los nacionalismos hemos llegado a escuchar frases en las que se llegaba a afirmar que los que no piensan como ellos no era gente normal o amenazas directas de utilizar la violencia contra los independentistas como hizo Juan Carlos Girauta al amenazar con que «acabaréis mal». Sin embargo, todo ese odio hacia el nacionalismo «periférico» es una impostura porque Rivera no ha dudado en apoyar unos Presupuestos Generales del Estado pactados con el Partido NACIONALISTA Vasco. Cuando el dinero está de por medio, Rivera&Cia no duda a quien apoyar, sean nacionalistas, españolistas o lo que sean. No hay duda, si el dinero está por medio, allí encontrarán al partido naranja. El líder naranja ya lo dejó claro cuando afirmó que «A los separatistas en Cataluña, en cuanto les tocas el bolsillo se bajan del carro», frase que, por salud, no merece comentario alguno.

Pero no acaba ahí el fraude que significa Rivera&Cia. Afirman que tienen soluciones para el empleo como el contrato único, una trampa diseñada en los grandes centros de poder económico, pero siguiendo unas teorías ultraliberales de destrucción de los derechos de los trabajadores impropias de un político del siglo XXI o que tiene el valor de definirse a sí mismo como «socialdemócrata». Uno de los fichajes estrella de Rivera&Cia, José Ángel Crego, no dudó en preguntarse que «¿Por qué una empresa, después de haber dado trabajo durante 10 años a esa persona, además tiene que pagarle indemnización?».

Rivera&Cia, además, se ha caracterizado por tener personajes en sus puestos dirigentes que luchan por las causas de países que someten a una parte de su población a un estado de apartheid o incumplen sistemáticamente las resoluciones de Naciones Unidas. El propio Juan Carlos Girauta es un fanático defensor del Estado de Israel —al igual que Rivera que ha puesto varias veces al país del Medio Oriente como ejemplo de las políticas a aplicar en España— y coordinador del Intergrupo de Amistad España-Israel.

Rivera&Cia no tiene ni ideología ni estrategia política. Rivera sólo se mueve en base a un programa oculto basado en los planteamientos más duros de las élites financieras o de los organismos económicos supranacionales que tanta desgracia han creado en distintos pueblos del mundo, España incluida. ¿Qué ha venido a hacer Rivera en la política nacional? ¿A quién pretende engañar? Él y gran parte de su cúpula lanzan mensajes que el pueblo acoge porque utiliza la demagogia política (su única arma por la carencia absoluta de ideología) uniéndola a la sublimación de sentimientos del nacionalismo patriótico, inventándose enemigos donde no los hay, tergiversando e, incluso, queriendo que el gobierno incumpla con las leyes de las que él mismo se ha erigido como el paladín de su defensa. Rivera&Cia no puede llegar jamás a ocupar un puesto de poder en este país porque si han tenido el valor de exigir el incumplimiento de las leyes para poder seguir manteniendo el nicho electoral, ¿qué le impedirá destrozar el sistema democrático? Rivera no engaña a nadie puesto que, una vez se calmen las aguas de Cataluña, se quedará sin discurso o continuará con los mensajes vacíos que no son más que añagazas de curandero ambulante. ¿Por qué no le pide Albert Rivera a la mujer de Nart que le dé clases?

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2 COMENTARIOS

  1. En Catalunya conocemos muy bién el peligro de RiveraYCia. Son el partido del odio, como dijo uno de sus personajes: Os vamos a meter un Ulster que os vais a cagar!». Actuan igual que los Serbios en la antigua yugoslavia. Odio y destrucción. Nada más. Un gran peligro para la democracia. Pero vaya, un país que vota a la mafia como el PP, qué no va a hacer…?

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