Una amiga francesa me llama para preguntarme que está pasando en España, “que su rey ha huido y nadie sabe dónde está”. El ridículo y la vergüenza me inundan, y la rabia y la tristeza recordando a todos mis antepasados que dieron la hacienda y la vida por lograr que se implantara en nuestro país una República que acabara con la corrupción, el nepotismo, la desvergüenza y la traición que han regido nuestra monarquía desde hace siglos.

​Echo la vista atrás y compruebo que desde Carlos IV y Fernando VII, que se fueron a Francia comprados por Napoleón, hemos tenido en nuestro país más reyes fugados, expulsados y abdicados que en el ejercicio honesto de su cargo. Y como el Capital y la aristocracia siempre han vencido a su pueblo, que luchó durante dos siglos por liberarse de esa Corona, siempre vuelven. Volvió Fernando VII, echamos a Isabel II y volvió el hijo Alfonso XII, del que solo queda un romancillo porque no tuvo tiempo de seguir los pasos de sus ancestros. Echamos a Alfonso XIII después de haber traicionado vilmente a su patria con la venta de armas al cabecilla Ab-del-Krim en la guerra de Marruecos y después cargamos con el presunto ladrón y golpista de Juan Carlos I, del que nunca se recuerda que llegó al trono porque mató a su hermano, y abdicado éste ahora tendremos que seguir sometidos a la férula de Felipe VI y toda su familia y camarilla.

Pedro Sánchez ha realizado un alegato contundente a favor de la monarquía ante sus socios de gobierno, que, según dicen, están mohínos por no haber sido avisados de la operación de la huida de Juan Carlos I, pero bien dispuestos a aguantar el mandato del presidente si quieren seguir disfrutando de sus ministerios. Sánchez, como buen estadista monárquico, ha dejado claro que está dispuesto a defender el sistema implantado en la Constitución, sin vacilaciones ni concesiones.

​Y yo me pregunto, ¿qué queda de aquel PSOE que fue republicano y trabajó durante años para explicarle al pueblo español lo que significa la República y qué vergüenza es la monarquía para un país que se pretende democrático y avanzado? ¿Dónde están los dirigentes socialistas que participaron en el complot de Galán y García Hernández? ¿Dónde los que proclamaron la II República, formaron los gobiernos republicanos y crearon el Frente Popular? ¿Qué fue de aquellos sindicalistas, profesores, diputados y jefes de gobierno que lucharon por el avance social y aprobaron una Constitución que disponía una educación laica, abolía el poder de la Iglesia católica y en su artículo 6º afirmaba que la República española renuncia a utilizar la guerra para resolver los conflictos internacionales?  ¿Y tantos que cayeron mártires bajo los crímenes fascistas?

​Durante dos siglos el pueblo español ha luchado por liberarse del yugo de una monarquía corrupta y cruel con sus súbditos. No hay historia más desgraciada que la de nuestro país que desde 1808 está en guerra contra sus reyes, su aristocracia, su Iglesia y su Ejército, que desde 1820 no ha ganado más guerras que las que ha librado contra su propio pueblo.

​Los partidos políticos dominantes en el Parlamento español apoyan este sistema monárquico que les garantiza sus sillones, su sueldo y su poder, incluyendo a los dirigentes de Podemos que gruñen molestos por no haber sido informados de la huida del emérito, pero que no piensan en dimitir ante las incoherencias de su socio, IU a través de su coordinador general Alberto Garzón declara que ahora no está en cuestión la institución, porque el problema de Juan Carlos I es personal. La televisión pública que pagamos la ciudadanía nos somete al adoctrinamiento, contándonos las bondades de Juan Carlos I y comparando la huida de este con las abdicaciones de reyes que se han sucedido en otros países, para que no nos sintamos tan ridículos. La escuela y la Universidad están desaparecidas en este mes de vacaciones, los sindicatos no se pronuncian porque aparte de los temas laborales sólo les preocupa la ley Trans, y los medios de comunicación en su mayoría están vendidos y comprados por el Capital del que forma parte la Corona. Y el Movimiento Feminista considera que no son asuntos que le conciernan la huida del emérito y la exigencia de la República. 

​Expertos y políticos varios nos están distrayendo con frases huecas y banales como que “el día que llegue la República será por su propia prosperidad” sin que se sepa a qué prosperidad se refieren ni cómo se podrá alcanzar, para después descalificar a los republicanos tratándonos de “minorías de jaurías varias” y “demás aprovechados que no respetan ni la presunción de inocencia ni la democracia”, comparándonos con la vario pinta derecha que siempre apoyó la opresión del pueblo.

   Lo que no explican estos expertos, porque sería peligroso informar al pueblo de nuestra verdadera historia, es que desde la Transición, el pacto de los partidos políticos fue someterse a los dictados de la CIA y de la OTAN para que nuestro país no cayera en la tentación de exigir que le devolvieran la República que tan sangrientamente nos habían arrebatado. Elaboraron una Constitución que blinda la monarquía, el poder de la aristocracia y del Capital y la pervivencia de la Iglesia católica. Las organizaciones republicanas no eran suficientemente fuertes  y el movimiento obrero se rindió ante la presión de la patronal. Para cambiar esa Constitución hacen falta dos tercios de los votos de las Cámaras legislativas, un referéndum y nuevas elecciones.  Las clases poseedoras ganaron aquella confrontación. Perdimos la guerra y después la Transición. Y ahora perdemos la democracia.

​Con las declaraciones firmes y pomposas escuchadas esta semana, que niegan toda posibilidad de un referéndum popular para decidir si nuestro pueblo quiere proclamar la República o seguir soportando la corrupta monarquía que nos exprime económica y moralmente, se ha consumado el proyecto que se gestó mucho antes de morir el dictador entre el PSOE, la CIA, el Mercado Común y los representantes del gran capital.

​Con este gobierno social-comunista nuestras clases trabajadoras ya pueden abandonar toda esperanza de que Juan Carlos I rinda cuentas ante la justicia por sus latrocinios y traiciones –que no se olvide que estuvo implicado en el golpe del 23 F-, ni soñar con que devolviera lo robado ni de que en honor a la democracia se nos preguntara si queremos que perviva ese trono que ha generado en dos siglos más reyes tiranos, corruptos y traidores que en toda la historia anterior.

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