¿Sientes que te observan a cada paso que das? ¿Notas cómo te escanean de arriba a abajo? ¿Están continuamente fijándose en tu forma de vestir, de peinarte, de caminar…? ¿Hablan de si tu aspecto es más o menos provocativo o recatado? Si has respondido sí a la mayoría de las preguntas, casi seguro que eres una mujer. Si es así, sabes de qué estoy hablando. Si, eres hombre, a no ser que salgas en las portadas de la prensa rosa, seguramente no tendrás ni idea de lo que una respuesta afirmativa a estas preguntas supone. Básicamente, supone sentirte como un objeto de exposición. Un maniquí viviente que desfila por las aceras.

Si eres hombre, imagina cómo te sentirías si todos, absolutamente todos los días de tu vida, tuvieses que soportar las miradas de las mujeres por la calle, en el trabajo, en la consulta del centro de salud… Pero no esas miradas que estás pensando de la chica del anuncio de perfume que te mira de reojo como avergonzada y se ruboriza cuando la miras. Hablo de esas miradas que se centran en tu barriga y te hacen pensar si estás gordo o no. Esas miradas que se dirigen un poco más abajo y te hacen dudar de si te has abrochado del todo los pantalones. ¿Te imaginas eso todo el día todos los días? Pues hay más.

A todas esas miradas, súmales los “piropos”. No es que a las mujeres no les guste que les digan que son o están guapas, ni les disguste que les hagan cumplidos. No, no es eso. Lo que pasa es que no hace falta berrearlo y hay formas y formas de decir según qué cosas. ¿Qué te parecería oír a cada rato “¡Eso es un cojín y no los del sofá de mi madre!” o “Te lamería toda la calva hasta que te creciese una coleta”? La verdad es que tiene que ser “un poquito” incómodo cuanto menos.

Ya no se trata de que sea una actitud más o menos machista, que también, se trata de respeto. Respeto hacia las mujeres y, si no te basta con eso, hacia los hombres que sí tenemos ese respeto y nos avergüenza ese comportamiento. Antes de echar una de esas miradas o uno de esos “piropos”, piensa en cómo te sentirías si se dirigiesen a ti de esa forma. ¿Te gustaría que tratasen así a tu hija? Piénsalo, no es complicado.

A la mujer se la respeta siempre, no sólo el 8 de marzo.

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