La Comisión de cuentas públicas del parlamento de Reino Unido presentó su informe a finales de la semana pasada y concluyó que el Departamento de Salud perdió el 75% de los 12.000 millones de libras gastados en equipos protectores durante el primer año de pandemia. La razón: precios inflados y productos que no servían para lo que debían servir: proteger a los trabajadores.
La laborista Meg Hillier, responsable de esta comisión, ha catalogado estos hechos como «el episodio más vergonzoso en la respuesta del gobierno británico ante la pandemia».
El ministro de gobierno, Robin Walker reconoció el viernes que “se cometieron errores” a inicios de la pandemia. Pero dijo que fue “una situación totalmente sin precedentes” en la que países en todo el mundo estaban apresurando la obtención de equipo durante una crisis de salud.
El gobierno ha anunciado que se plantea quemar miles de millones de equipos de protección defectuosos. Incluso ha propuesto usarlos «para producir energía», una opción que no ha sido bien vista por el comité supervisor parlamentario.
El informe ha desvelado precisamente que el ejecutivo de Johnson tiene previsto deshacerse de 15.000 palés al mes de equipo de protección, reciclándolo e incinerándolo para producir electricidad. Pero por el momento, ante el escándalo generado, han matizado diciendo que los costes y el impacto medioambiental para deshacerse de estos miles de millones de productos defectuosos «no está claro» por el momento.
Pat Cullen, director ejecutivo del Royal College of Nursing, un organismo profesional de enfermeros, acusó al gobierno de “hacer humo miles de millones de libras”.
