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Reforma Laboral: Pedro Sánchez no dudó en firmar el abaratamiento del despido para ser presidente

A Sánchez ahora le interesa tener a los poderosos contentos, no vaya a ser que le hagan fracasar en el plan diseñado para el reparto de los fondos europeos. Comprar paz con privilegios a los poderosos. Evidentemente, derogar la reforma laboral de Rajoy no entra en los cálculos de quienes se convertirán en los mejores aliados de Sánchez de cara al futuro que ya está escrito

José Antonio Gómez
José Antonio Gómez
Director de Diario16. Escritor y analista político. Autor de los ensayos políticos "Gobernar es repartir dolor", "Regeneración", "El líder que marchitó a la Rosa", "IRPH: Operación de Estado" y de las novelas "Josaphat" y "El futuro nos espera".
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análisis

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Las idas y venidas de Pedro Sánchez respecto a la derogación de la reforma laboral de Mariano Rajoy no son nuevas. El hecho de que vaya a colocar, como si fuesen comisarios políticos, a los equipos de Nadia Calviño y de José Manuel Escrivá en la negociación de la derogación de la reforma laboral supone que Sánchez pretende descafeinar o firmar una versión «zero» de una de las promesas electorales del PSOE y uno de los puntos recogidos en el pacto de gobierno con Unidas Podemos.

El acuerdo al que llegaron el miércoles ha dejado muy descontentos a los sindicatos y satisfechos a los empresarios. Por tanto, esas posiciones no son más que la muestra de por dónde va a ir la negociación.

Sin embargo, realizando una revisión de la trayectoria política de Pedro Sánchez desde que accediera a la Secretaría General del PSOE, se puede comprobar que no es la primera vez que no le importa descafeinar sus promesas si con ello logra sus objetivos.

La fecha clave está en 2016, cuando Sánchez llegó a un acuerdo de investidura con Albert Rivera. El actual presidente del Gobierno acababa de cosechar los peores resultados de la historia del Partido Socialista y, aún así, intentó ser investido como nuevo inquilino del Palacio de la Moncloa.

En ese acuerdo se incluyeron medidas que abarataban aún más el despido, es decir, que profundizaban en la crueldad de la reforma laboral de Mariano Rajoy. A Sánchez le dio igual, lo importante era la foto del abrazo con Albert Rivera y conseguir los escaños suficientes para lograr ser investido presidente.

Según el documento firmado por PSOE y Ciudadanos se contemplaban «20 días por año el primer año, y 25 el segundo hasta confluir con los actuales 33 días por año», es decir, una profundización en las condiciones de la reforma laboral de Rajoy. Es decir, que la inclusión del eufemismo de contrato único con indemnización creciente para los temporales establecía un máximo de 25 días por año para los temporales despedidos de forma improcedente cuando en la actualidad está fijada en 33 días por año. 

Podemos denunció esa parte del acuerdo, hizo públicas las condiciones ocultas del pacto entre PSOE y Ciudadanos y lo que implicaban. La reacción del Partido Socialista fue inmediata: negar la mayor. El resucitado Antonio Hernando, que años después fundaría una empresa lobista junto a Pepe Blanco, afirmó que la propuesta no abarataba el despido y acusó a Podemos de utilizar y publicar documentos falsos. A esta argumentación se unió Jordi Sevilla, un especialista en ocupar cargos en consejos de administración, subiendo el tono de las acusaciones: «¿No bastaba con marcar discrepancias? ¿Era necesario decir mentiras burdas como están diciendo?», afirmó en un tuit.

Sin embargo, las evidencias de que Podemos tenía razón y que Sánchez llegaría incluso a profundizar en la reforma laboral de Rajoy con tal de alcanzar el poder fueron tan evidentes que el propio PSOE se vio obligado a rectificar.

Lo peor fueron las explicaciones que dio Meritxell Batet, recientemente protagonista de la polémica tras retirar el escaño al diputado de Unidas Podemos Alberto Rodríguez. «Como ha dicho Pedro Sánchez, terminamos de leernos el documento de madrugada y se nos puede haber pasado al escribirlo o al hacer un corta y pega de distintos textos. En ningún momento se tuvo esa pretensión ni se planteó el abaratamiento del despido».

Así, sin anestesia, que se les pasó y se equivocaron al copiar y pegar. Además, Batet asumió que la responsabilidad era suya. Malcolm X explicó en un discurso en la Universidad de Michigan las diferencias entre el «negro de la casa» y el «negro del campo». Para el primero «el dolor de su amo era su dolor. Y le dolía más que su amo estuviera enfermo que él mismo. Cuando la casa comenzó a incendiarse, ese tipo de negro lucharía más por apagar la casa del amo que el amo mismo». Respecto al «negro del campo», Malcolm X afirmó: «Las masas, los negros de campo, eran las masas. Estaban en la mayoría. Cuando el maestro se enfermó, rezaron para que muriera. Si su casa se incendiaba, rezarían para que viniera un viento y avivara la brisa». Batet, en este caso, asumió la responsabilidad para salvar a Pedro Sánchez como el «negro de la casa» y protagonizó una verdadera «autoinmolación».

Sin embargo, la realidad es que Sánchez no podía cabrear a Rivera. Así que, a pesar de la rectificación, los trabajadores temporales iban a sufrir una importante reducción de su indemnización por despido, al menos, si tenían una duración contractual inferior a dos años. Es decir, lo habitual en los empleos temporales.

Un trabajador no fijo que fuese despedido por causas objetivas recibía 20 días por año trabajado desde el principio de su relación laboral. Sin embargo, según el acuerdo que Sánchez firmó con Rivera, ese mismo trabajador recibiría una indemnización de 12 días por año trabajado durante el primer año, 16 días durante el segundo y sólo hubiera tenido derecho a los 20 días que marcaba la reforma laboral de Rajoy a partir de una antigüedad de 3 años. No obstante, según el mismo acuerdo, a partir del tercer año ya pasaría a ser considerado trabajador fijo. En consecuencia, se producía una reducción drástica del precio de los despidos.

Ese es Pedro Sánchez. Ni los más sectarios pedristas pueden alegar nada a esto. El actual presidente del gobierno es un francotirador, solitario, rodeado de quienes él decida y destruyendo o defenestrando a quienes ya le han hecho un servicio, como buen bonapartista que es.

Entonces, ¿quién se extraña que haya querido meter comisarios ultraliberales para reventar la negociación de la derogación de la reforma laboral? A Sánchez ahora le interesa tener a los poderosos contentos, no vaya a ser que le hagan fracasar en el plan diseñado para el reparto de los fondos europeos. Comprar paz con privilegios a los poderosos. Evidentemente, derogar la reforma laboral de Rajoy no entra en los cálculos de quienes se convertirán en los mejores aliados de Sánchez de cara al futuro que ya está escrito.

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1 COMENTARIO

  1. Nuestro presidente es más falso que los euros de chocolate, pero no sucede desde ayer. Vende a su puta madre si lo tiene por menester, y siquiera los suyos están a salvo de sus «arroutadas». Es un payaso con únicas miras de sí mismo.
    «Dime espejito; y si echo a Abalos y a mando a Cataluña a Illa para que no me den tanta sombra…?» el espejo tiene la misma faz que Margarita robles, con su mismo grado de incompetencia. Ahora preguntará qué tendrá la Diaz para ganar a superman en las encuestas, siendo tan fea, bajita y comunista…?

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