En días de reflexión, concebidos como una metodología más inocua que efectiva en estos tiempos hiperinformados, me dejo llevar por cuestiones más esenciales que trascienden al propio acto electoral y a sus consecuencias.

En campañas electorales se destacan las técnicas manipuladoras. La más utilizada es la seducción, es la que se asienta en las mentiras para lograr objetivos. Básicamente egoísta, apela al deseo de poseer sin considerar las consecuencias de la acción de aceptar la propuesta seductora, aunque íntimamente sepamos que nos están utilizando. En política, esta práctica sólo procura alcanzar el poder. De allí, el apelar a valores supremos indiscutibles. La Patria. El Bienestar. La Transparencia. Pero, como de un spot publicitario se tratase, nos ofrecen el paraíso sin darnos a conocer la letra pequeña del contrato que nos incitan a firmar con nuestro voto. Es el engaño del amanecer de los recortes sobre la espalda de los de siempre.

La otra situación es la del enamoramiento. Esta, por el contrario, consigue nuestra adhesión logrando que las personas se sientan identificadas con un deseo común. Con un proyecto común. Con una ilusión compartida. Los verdaderos líderes enamoran a sus seguidores. Los plutócratas no. También nos enamoran los movimientos. El 15M lo hizo. Fue la semilla del principio del fin de los manipuladores. La decadencia del bipartidismo que tanto mal ha causado a la democracia española. Los responsables verdaderos de que estemos como estamos.

El manipulador propone una realidad que trata de que la persona carezca de personalidad propia por no tener inteligencia, voluntad, capacidad creativa… Puedo, por tanto, poseerla, dominarla, disponer de ella, suplir su falta de iniciativa con mi capacidad de elaborar proyectos y realizarlos. En este aspecto, la degradación de los contenidos del sistema educativo, basados en la represión del librepensamiento y en la programación del pensamiento único, no son extraños a los estados totalitarios. Todo lo contrario a la esencia del 15M.

Por ello, la libertad la debemos lograr poniendo en evidencia la manipulación. Reconociendo que la prensa libre, y los movimientos de la sociedad civil, deben centrar su primer esfuerzo para que la persona libre se inmunice contra todo relato de ilusionismo mental. Esa ilusión, basada en la construcción de una ficción, que intenta envolver a la persona en la maraña del desconcierto que produce la estimulación de un deseo. Sumemos a esto la elusión de toda responsabilidad por los efectos perjudiciales de su gestión. Restringen la información y el debate sobre la perversión de sus actos. No promueven abrir las conciencias. De allí la Ley Mordaza.

Inclusive. me cuestiono también cual es la calidad de los comportamientos políticos que sufrimos. Por ello, no sabría calificarlos de conspirativos. Incompetentes. Estúpidos. O psicóticos. Porque lo único que consiguen es perjudicar a la mayoría, por el mezquino interés de beneficiar a una minoría. Esto, en términos conceptuales. Esto, basando la actividad económica dentro del marco de la Ley. Esto, entendiendo que la Economía no es el campo de actividad de pillos y maleantes. Esto, apreciando que sólo desde la Ética puede contribuir a la mejora de la calidad de vida de los ciudadanos.

Cuando me preguntan desde el exterior que está ocurriendo en España, suelo repreguntar, como buen gallego: ¿A qué día? ¿De qué mes?. ¿De qué año? Del mismo modo que se debía precisar durante los años de Maquiavelo, cuáles eran las fronteras entre Pisa y Florencia. Así de dinámica es hoy la situación. Los dogmatismos han muerto. ¡Viva el pragmatismo! Pero para beneficio del conjunto, claro.

Como economista y analista asumo esta posición crítica sin rubores ni posturas ingenuas. Creo en la Economía al servicio del Ser Humano. Creo en la necesidad de recuperar la ilusión para enamorarnos de la España que deseamos, no de esa promesa falsa que nos quieren hacer creer.

El cambio está en cada persona. Que no te digan lo contrario.

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