Reclamar la igualdad ante las urnas y multar a los tramposos

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Miremos por todos, no por unos pocos
Miremos por todos, no por unos pocos

Las sociedades democráticas conceden el derecho de voto a todas las personas que llegan a la edad en que se incorporan al censo electoral. Seas del color que seas, o tengas en tu cuenta el dinero que tengas, solo tienes derecho a emplear un voto cada vez que se abren las puertas de los colegios electorales.

Pero, ¿somos de verdad iguales ante unas urnas sin las cuales ninguna sociedad podría llamarse democrática?

Las leyes, comenzando por la Constitución, proclaman la igualdad, pero el peligro, tantas veces anunciado, de que quien hace la ley haya hecho también la trampa se ha convertido en realidad en demasiadas ocasiones.

En las democracias parlamentarias se vota para que en las instituciones que deben renovarse, el Congreso o los ayuntamientos, por ejemplo, estén representadas las diferentes tendencias políticas que existen en la sociedad, y con el peso real que cada una tiene. Esto, y no otra cosa, sería igualdad de todos ante la ley.

Pero, por ejemplo, si el peso en las urnas de la tendencia política llamada PP es del 20,99% pero el número de escaños que consigue con ese porcentaje de votos representa el 25,43% del total, resulta indiscutible que tal diferencia destruye la igualdad de todos los votos entregados a las urnas. Y como los números necesitan cuadrar, el plus injusto de poder parlamentario que recibe el PP se lo “roba” a otras candidaturas de las que también han conseguido votos en las urnas.

En el caso de las elecciones generales del 10N de 2019, en las que el PP consiguió ambos porcentajes tan distintos antes y después de contar los mismos votos, una parte del plus de poder parlamentario injusto se lo “robó” a Ciudadanos, que consiguió el 6,86% de los votos, pero solo el 2,86% de los escaños.

En el caso de los votantes del PSOE y de Unidas Podemos desde 2015, antes de IU y antes del PCE, se ha producido siempre una transferencia similar de poder parlamentario a la hora de convertir en escaños los votos recibidos por ambas candidaturas, siempre competidoras en las urnas.

Grandes tendencias políticas aparte, dos casos muy notorios del 10N 2019 fueron el de Teruel Existe y el PACMA. Mientras los aragoneses consiguieron un escaño con 19.696 votos, los defensores de los animales se quedaron fuera del Congreso, a pesar de que consiguieron 228.856, casi doce veces más.

Y al otro lado del Atlántico, ahora que el muy mal perdedor Donald Trump ha puesto en peligro la democracia en USA incendiando a sus huestes hasta que consiguió que asaltaran el Capitolio, no se ha recordado lo suficiente que sus 62.984.829 votos en las urnas de 2016 se convirtieron en 304 “votos electorales”, mientras que los 65.853.514 votos en las urnas de Clinton se convirtieron en 227 “votos electorales”.

Es decir, una ventaja de 2.868.685 votos de personas que acudieron a votar, se convirtieron, para Hillary, en una derrota por 77 “votos electorales” que, por cierto, son los que allí sirven para elegir al presidente, que es para lo que acuden a votar los estadounidenses.

Nadie se atrevería a sostener que hasta los seguidores más radicales de Clinton se hubieran atrevido a perpetrar tanta amenaza contra la democracia como la que llevaron a cabo los de Trump.

En cambio, tras la clara victoria de Joe Biden en 2020, tanto en las urnas como en los “votos electorales”, es difícil pensar que dentro de cuatro años la situación interna de USA presente el mismo nivel de tensión que hoy, cuatro años después de aquellas en las que la normativa electoral premió con un plus injusto a los votantes de Trump, y encima creyeron que se lo merecían.

Al igual que en el Estado español, la principal trampa-norma que permite que se materialicen tales desigualdades políticas está en las circunscripciones territoriales, aquí las provincias y allí los estados, aunque lo que en ambos casos se estén eligiendo sean instituciones con capacidad legislativa o ejecutiva cuyas decisiones afectarán a todas las personas convocadas a las urnas, vivan donde vivan.

Aquí, tras no parar de tergiversar votos desde el 15 de junio de 1977, pues solo en las quince urnas colocadas desde aquel día para renovar los escaños del Congreso han sido casi 40 millones los votos que se han traducido en un poder parlamentario de tendencia distinta a la depositada en las urnas, comienzan a aparecer voces que reclaman que la Ley Electoral cumpla lo establecido en la Constitución, que en no menos de cinco artículos proclama la “igualdad de todos ante la ley”.

En esta batalla por convertir en real una igualdad teóricamente reconocida en cualquier democracia el papel de los medios de comunicación es decisivo. Especialmente el de aquellos que, en el ejercicio de la libertad de prensa, deciden implicarse de manera decidida en causas sociales y políticas.

El Grup 4, único grupo privado de comunicaciones en Illes Balears con TV, Radio y prensa digital, ha emitido un comunicado titulado “Grup 4 de Comunicació Multimèdia por la calidad democrática de España” en el que se refiere a la “evidente mala calidad de nuestra democracia actual, provocada en un primer momento por la propia Ley Electoral”, y se compromete a “impulsar programas, entrevistas, análisis, noticias y debates con el objetivo de diagnosticar los orígenes de esta situación que pone en peligro el futuro de nuestro sistema político debilitado por una leyes y normas que hoy en día se muestran obsoletas…”.

Para dar la talla en los debates sobre la Ley Electoral anunciados por Grup 4, algunos analistas de los invitados a opinar decidimos comenzar investigando las consecuencias reales de la aplicación de esta normativa, que fue aprobada en 1985 con una cómoda mayoría absoluta de 202 escaños en el Congreso.

Y las consecuencias más evidentes son las que nos muestran los resultados de las elecciones celebradas desde 1977, para lo que hemos acudido a la información que el Ministerio del Interior ofrece en su página oficial de Internet.

A pesar de haber revisado una parte mínima de esa información electoral, las deficiencias encontradas han sido suficientes como para dirigirnos al Ministerio que dirige el señor Marlaska con un escrito en el que describimos de manera detallada siete deficiencias, y añadimos la petición de que la gestión de la información electoral sea transferida al INE, un organismo al que se le puede suponer mayor respeto por los números que el demostrado por el Ministerio de Interior.

Si lo desea, aquí puede acceder a la presentación del documento, realizada a través de la Delegación del Gobierno en Palma de Mallorca.

Al cierre. Ocurren tantas cosas tan insoportables para la mayoría que, en algunos casos, opinar está de sobra y hay que pasar a la acción. Por eso, ante la avalancha de privilegiados que han decidido vacunarse violando el orden establecido no queda más remedio que pedir al Gobierno que sancione con toda la dureza que permita la ley a quienes como el JEMAD Villarroya o el obispo Taltavull de Mallorca han dado tan mal ejemplo a toda la sociedad. Si estás de acuerdo, puedes sumarte a esta demanda en http://chng.it/V9cMD26q

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Nacido 1951, Madrid. Casado. Dos hijos y tres nietos. Cursando el antiguo Preu, asesinato de Enrique Ruano y la canción de Maria del Mar Bonet. Ciencias Políticas. Cárcel y todo eso, 1970-71. Licenciado en 1973 y de la mili en 1975. Director comercial empresa privada industrial hasta de 1975 a 1979. Traslado a Mallorca. de 1980 a 1996 gerente y finanzas en CC.OO. de Baleares. De 1996 hasta 2016, gerente empresa propia de informática educativa: pipoclub.com Actualmente jubilado pero implicado, escribiendo desde verano de 2015.

1 COMENTARIO

  1. Está bien que todos los votos valgan lo mismo, pero la democracia no es solo el sistema de elección proporcional. Ni que todos los votos valgan lo mismo.

    Siempre se insiste sobre la igualdad de los votos antes de las votaciones pero nada se dice sobre qué pueden y qué no pueden hacer quienes ganan las elecciones. Y qué derechos asisten a quienes han obtenido un amplio apoyo pero no tiene mayoría.

    La gestión de los asuntos comunes están encomendada al gobierno de turno, y el Congreso puede aprobar las leyes de menor trascendencia con el voto mayoritario de la cámara, Pero el gobierno no puede utilizar la mayoría como un rodillo para aplastar a la oposición. Las votaciones por muy mayoritarias que sean no legitiman la tiranía de la mayoría. Ni la mayoría puede hacer leyes que discriminen.

    Para los asuntos cotidianos y de menor calado bastaría la mayoría simple del Congreso, pero los de mayor calado como la reforma de pensiones, o de la educación se debería necesitar una mayoría mucho mayor.

    También habría que abordar el problema de como se materializa la representación y la voluntad de los ciudadanos que no han obtenido la mayoría. Para evitar situaciones como la de C’s en Cataluña, que siendo el partido más votado y habiendo obtenido 1.110.000 votos (el 36% de los votos) el Parlamento catalán los ha ignorado por completo.

    La democracia no es solo como se eligen a los representantes, sino lo que esos representantes pueden hacer cuando son elegidos. Y lo que ha sucedido (en este caso en Cataluña) es que la voluntad 1.110.000 de ciudadanos y del mayor grupo parlamentario de la cámara, fue ignorada durante los cuatro años que duró la legislatura. Es decir que la democracia para ellos terminó el día que se cerraron las urnas.

    La democracia no solo es cómo se eligen a los representantes sino la capacidad verdadera de los representantes para influir en las decisiones y leyes que se aprueban, ejerciendo una influencia sobre ellas proporcional a los votos obtenidos. ¿Puede considerarse democrático un Parlamento que durante cuatro años ignora sistemáticamente la voluntad y los deseos de 1.110.000 votantes y del grupo mayoritario de la cámara.?

    El ordeno y mando del 51% sobre el 49% no es democracia, sino tiranía de la mayoría. Por mucho que es «sistema de elección» sea absolutamente proporcional.

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