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Reciclando

Luis Felipe Ospitia Ramírez
Luis Felipe Ospitia Ramírezhttp://
Nacido el 23 de abril de 1975 en Santa Fe Bogotá D.C. Sus dos patrias España y Colombia, estudió Ingeniería Técnica Industrial en la Universidad Distrital Francisco José de Caldas, su vocación el trabajo y servicio social, implicado en derribar barreras para hacer más accesibles los contenidos a personas con discapacidades visuales y auditivas. Autor de un Audio Blog político con cerca de 100 publicaciones, en continuo proceso de construcción. Residente en Huelva, militante activo y comprometido en todas las reivindicaciones sociales. Republicano su inclinación política es transversal y de Izquierdas.
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análisis

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Las circunstancias ambientales cada día son peores y pocos visos de cambio a corto y medio plazo se vislumbran en el horizonte.

Hace unos años en los supermercados ofrecían bolsas de fécula de patata «supuestamente» biodegradables para empacar las compras, fue una grata sorpresa para todos, en mayo de este año la investigadora Imogen Napper de la Universidad de Plymouth mostró como una de estas bolsas eco expuesta durante 3 años en el mar, se recuperó intacta y podía utilizarse de nuevo.

Ante la disminución de las reservas de petróleo a nivel mundial, se precisan nuevas fuentes de energía, esto justificó el golpe de Estado en Bolivia, Jeanine Añez se autoproclama presidenta interina de forma ilegal con el apoyo de los Estados Unidos, obligando al presidente electo democráticamente Evo Morales a asilarse en México.

Bolivia dispone de la mayor reserva mundial de litio, metal imprescindible en la fabricación de las baterías de dispositivos electrónicos y de los coches eléctricos; Tesla, Apple, Sony, etc., se están frotando las manos.

Recuerdo cuando en los vertederos había personal encargado de la clasificación de los residuos para su posterior reciclaje y aprovechamiento, pero esos puestos de trabajo se perdieron y la labor recayó en todos nosotros quienes disponemos de los contenedores adecuados para depositar los residuos correspondientes, que no se me malinterprete, estoy de acuerdo con ello, pero hay algo que me disgusta sobremanera, la basura es dinero porque representa una materia que entregamos a coste cero; el papel, el cristal, el metal, etc., se traducen en importantes beneficios para las empresas que se encargan de su recolección.

Damos a cambio de nada, ¿Acaso el reciclaje redunda en una disminución en el precio de los artículos que utilizan los mismos recipientes?, Eso no lo he visto aún.

En algunos países existen máquinas que reciben estos envases y dan a cambio dinero, un incentivo para quienes no han adoptado esta dinámica y un proceder coherente repartiendo el valor del mismo, para la empresa que la recoge y para los usuarios.

Los plásticos tardan en descomponerse cerca de 500 años, las colillas no se descomponen, es así como se encuentran fragmento microscópicos de estos desechos en pequeños organismos acuáticos de los cuales peces, moluscos y crustáceos cada vez más grandes se alimentan y terminan en nuestras mesas cumpliendo así la cadena alimenticia, nos comemos nuestra basura, «Bon Appétite».

El sistema se ha encargado de culpabilizarnos de la contaminación, porque utilizamos coches de combustión interna, derivados del petróleo como los plásticos, el uso de la energía eléctrica, el consumo de carne, derivados lácteos, la tecnología que utilizamos alterada para su obsolescencia programada, etc..

Todos estos procesos industriales expulsan a la atmósfera toneladas de CO2, pero siempre me he preguntado, ¿Por qué no existe una legislación que obligue a la industria a fabricar envases que sean realmente 100% biodegradables?, Además, ¿Por qué mucho de estos embalajes no están fabricados íntegramente con material reciclado?

Disminuir la producción de carne y derivados lácteos, procurando fuentes de proteínas vegetales para cubrir las necesidades de la población, previo estudio y control de la producción, disminuyendo de forma drástica la cantidad de metano emitido a la atmósfera.

La obsolescencia programada está destinada a que consumamos con mucha periodicidad, la fabricación continua y desmedida, obligándonos a  desechar bombillas, electrodomésticos, artículos informáticos que pueden seguir siendo útiles, terminando en vertederos de África y trasladando el problema de la contaminación hacia el continente vecino.

Los coches eléctricos no son tan limpios como nos lo venden, en la producción de sus baterías es necesario consumir combustible durante su fabricación, seamos rigurosos; la consultoría Bernstein  ha elaborado comparativas de la «vida útil» y  emisiones de CO2 en distintos modelos de automóviles, por ejemplo:

BMW 320i (gasolina)

Gasolina consumida 20 toneladas.

Extracción y refinamiento del combustible 2,2 toneladas.

Fabricación 0,6 Toneladas

Total: 22,8 toneladas de CO2 emitidas.

Tesla Model 3 Eléctrico

Fabricación de electricidad 21,3 toneladas.

Fabricación de baterías 5,2 toneladas

Ensamblaje del vehículo 0,6 toneladas

Total: 27,1 toneladas de CO2 emitidas

El tamaño de las baterías es directamente proporcional al número de emisiones contaminantes en su construcción, el Instituto Sueco de Investigación y Medio Ambiente ha calculado:

Nissan Leaf

Batería 30 kWh

Emite 5,3 toneladas de CO2 a la atmósfera.

Tesla Model S

Batería de 100 kWh

Emite 17,5 toneladas de CO2 a la atmósfera

Las comparativas demuestran que un cero emisiones es un vehículo que contamina aunque no se vea tubo de escape ni gases, la contaminación que generan por fabricación disminuirá conforme la demanda aumente, pero eso no significa que ese proceso vaya a ser limpio, solo si la electricidad para alimentar las baterías y el ensamblaje de las mismas se obtienen mediante fuentes renovables y limpias se podría decir que su puesta en marcha es verdaderamente un cero emisiones, lo que está aún por verse.

Ahora bien, el parque automotriz de nuestro país es enorme, ¿Por qué no reacondicionar los vehículos de gasolina y diesel a eléctricos? Disponemos de la carcasa entera de los vehículos, no hace falta fabricarlos desde cero, se retira el motor de combustión y se reemplaza por uno eléctrico, además de sus baterías, esa sí sería una gran apuesta medio ambiental, en que el gobierno ofrezcan ventajas fiscales a las empresas que realicen la conversión y a los usuarios que apuesten  por ello, «Reutilizar de forma Inteligente», pero eso no le conviene al capital, su interés es seguir explotando recursos y contaminando, al hacernos creer en la panacea de los vehículos eléctricos, la moda y tendencia verde que nos venden los mass media para continuar nuestra dinámica consumista.

Nos venden sus dispositivos electrónicos y coches eléctricos «amigables» con el medio ambiente a costa de la sangre derramada por los indígenas bolivianos por la materia prima que les están robando.

El verdadero artífice a nivel mundial de nuestra delicada situación ambiental, es el capital, quien deben cargar con la responsabilidad absoluta de limpiar el estropicio generado para llenar sus bolsillos, fabricando sin importar los daños producidos, siempre de la mano con gobiernos corruptos, cual desaprensivos y criminales, quiénes han permitido estas barbaridades.

Ahora bien las periódicas cumbres sobre el clima abogan por un compromiso en la disminución de gases de efectos invernadero, eso se le podría exigir a países verdaderamente desarrollados que puedan implementar energías más limpias, pero ¿Cómo se le puede exigir ese compromiso a países que están en vías del desarrollo en África o América Latina? No se puede imponer la misma hoja de ruta a todos los países, de lo contrario se condenaría a  sociedades enteras a vivir en el subdesarrollo y están en su derecho a avanzar industrialmente, los países más desarrollados deben hacer el esfuerzo de cumplir la disminución de emisiones y ya que el planeta no entiende de fronteras, compartir progresivamente esas tecnologías con las sociedades que lo necesiten para lograr un planeta más limpio y sostenible.

Pero, ¿Cuál es nuestra responsabilidad en todo esto? Desde luego no como consumidores, solo somos las víctimas del capital que nos han hecho tragar con sus despropósitos envueltos en recipientes no biodegradables y nocivos al medio ambiente.

Nuestro delito es la ignorancia e indiferencia y nuestra responsabilidad como ciudadanos concienciados es exigir cuentas a los autores y medidas reales a implementar por nuestro gobierno con sus plazos en que sea posible revertir esta destrucción sin razón del entorno, ¿Es una utopía?, Quiero pensar que puede ser una realidad es un futuro no muy lejano.

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1 COMENTARIO

  1. Excelente artículo. Pero igual no lo leen quienes manejan las “pelas”. Ha tocado la fibra. Siendo usted ingeniero podría, un día de estos, escribir sobre las compañías eléctricas de aquí (piel de toro) y explicar como, junto al gobierno de turno nos “introducen las manos en las cuentas corrientes” ¿de forma legal? y nosotros/nosotras callados/calladas.
    Un saludo. Jesús.

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