A pocos «1 de mayo» falté desde que mi padre me llevó por primera vez en carricoche. De niño era una fiesta cualquiera. De adolescente me ilusionaba. De mayor me extrañaba a veces, que se llame «día de los trabajadores» y en Basilea los que acuden son solo militantes del partido, cada vez más viejos, inmigrantes, sindicalistas profesionales y desde hace unos años los encapuchados ultras que pretenden ser muy revolucionarios rompiendo bicicletas que podrían ser la mía y mobiliario urbano que se ha pagado de mi bolsillo.
Ayer escuchando a algunos de los oradores con sus discursos, que siguen siendo intercambiables en el tiempo, me daba un poco de pena. Desde el altavoz salían proclamas que valían para mi primer 1 de mayo allá por los años setenta, que eran los mismos discursos que en el 85 y en el 92, las mismas frases hechas que se usaban en la guerra, la dictadura, la transición, la bonanza y la crisis. Pensé que quizá sea normal, pero no lo es. Puede incluso ser normal en una fiesta, pero lamentablemente es también el sonido de fondo durante el año.
La socialdemocracia ha evolucionado con la sociedad y la ha hecho evolucionar, pero en algunos tramos del camino se ha perdido. Falta la linea que divide entre el justo orgullo por la historia y la desafortunada folklorización de la historia en el discurso actual. El discurso se ha convertido en liturgia, en rezos que necesitan un adversario fácil y tangible. Un terrateniente opresor, un fabricante del siglo XIX, un dictador del siglo XX.
Ayer en el 1 de mayo en Basilea ya solo quedaban media docena de españoles, los mismos que en el 75, pero con más arrugas y menos pelo, estaban los fieles kurdos de la primera generación y un par de docenas de idealistas mayores y jóvenes del partido y el sindicato.
¿Es culpa de los que no están? (respuesta fácil y cómoda)
¿Es que ya no hay problemas ni injusticias? (Respuesta válida en Europa durante muy pocas décadas y en la España de la bonanza 92-06)
¿Es que la lucha se ha trasladado? (¿Dónde está, en tuiter y facebook? ¡No me jodas!)
¿O será que las soluciones aprendidas se han distanciado de los problemas actuales?
La noche anterior nos enterábamos que en Italia vuelve a ser secretario general el que quiso imponer una reforma constitucional que le diera más poder al ejecutivo central y dimitió por coherencia. Coherencia que le duró 4 meses. En Francia 3 de los 5 candidatos a la presidencia se apellidaban Socialistas y puede que gane una fascista con el voto huérfano obrero. En España se pelean por dirigir el entierro del PSOE la presidenta andaluza peor votada de la Andalucía democrática, el candidato a presidente con menos escaños de la transición y el presidente de la legislatura más desastrosa y fallida de las que hubo desde 1979.
Sus tres bandos se enfrentan con el fervor y ceguera con la que se acostumbran a enfrentar al PP, a Podemos, a Ciudadanos o al enemigo de turno. Una contienda sin contenido ninguno, ni propuestas concretas de cambio de modelo político. La única aspiración es ganar por ganar y luego improvisar, para ganar las generales y seguir improvisando. Fácil presa los tres para los adversarios que en vez de perseguirles esperan a que tropiecen.
La socialdemocracia europea ha alcanzado la cúspide de sus aspiraciones en Europa en las últimas décadas del siglo XX. En pocos países supo reorganizarse, detectar los nuevos problemas y defender lo alcanzado. Hoy da ternura ver a los políticos profesionales, tecnócratas con guardaespaldas, intentar recalentar el «Ay Carmela» y entonar un «¡No pasarán!». Es un recurso fácil para el 1 de mayo, tirar del repertorio romántico-folclórico, sin preguntar «que río hay que pasar una noche» y quienes son los que «no deben pasar.»
Mientras en Barfüserplatz se manifestaban sus abuelos, a 20 metros unos jóvenes kurdos emprendedores regentan un supermercado cuya cajera es una máquina, el discurso del 1 de mayo fue retransmitido por el móvil de un chaval de 16 años en directo a Berlín y Oporto, los asistentes a la fiesta eran en su mayoría empleados con buenos sueldos (la mayoría públicos), empresarios de segunda generación o jubilados de la última quinta que no tiene que preocuparse por su pensión.
No sé como han sido las manifestaciones en España, Francia, Grecia o Dinamarca, pero me imagino que parecidas. Quizá después de las carnicerías internas que les esperan este año a la mayoría de los partidos socialdemócratas europeos (Alemania, Francia, Reino Unido, España, Italia…) convendría hacer un alto en el camino. Parar, ver desde fuera, analizar y buscar los problemas reales (no sus derivados), antes de descongelar para el año que viene las soluciones de siempre y volver a meterlas en el microondas del 1 de mayo.
El médico debe analizar la enfermedad de fondo y no solo fijarse en los síntomas, pero sobre todo debe recetar después del análisis y no simplemente a razón de la receta de la última consulta o a razón de los medicamentos que le queden en la botica. Ni la enfermedad ni el remedio son iguales a los 3 meses, a los 6 años, en la pubertad, durante un embarazo o en la vejez. Evidentemente hay males crónicos y lo que debe perdurar es la ilusión por curar, pero adaptándose y analizando cada vez de nuevo.

1 COMENTARIO

  1. Excelente amigo Daniel, un placer leer a alguien con quien comparto casi todo el fondo y casi nada de la forma, algo que es de agradecer.

    Saludos de un liberal subversivo (afín al anarcocapitalismo) y encima abstemio electoral.

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