Los analistas políticos se ríen a carcajadas cuando recuerdan las críticas de Rajoy a Pedro Sánchez por retrasar su investidura en la anterior legislatura, y por el formato de la misma, empezando a las cuatro de la tarde para impedir las intervenciones de los grupos hasta el día siguiente. Al presidente del Congreso, Patxi López se le llamó de todo menos bonito. Ahora han cambiado las tornas y es la actual presidenta, Ana Pastor, la que se ha convertido en el blanco de todos.

Cuantas más horas transcurren y menos quedan para el comienzo de la sesión parlamentaria, mayores son las razones de Pedro Sánchez para decir “no”. Y la responsabilidad de unos terceros comicios se ha vuelto, como un boomerang, contra Rajoy. “Está haciendo lo mismo que tanto criticó a Sánchez en la anterior legislatura”, dicen los analistas cuando recuerdan el “Pacto del papel mojado”, también denominado “Acuerdo de los Toros de Guisando”, irónicamente “por su trascendencia histórica”

La reunión de este lunes no va a servir para cambiar de idea a los socialistas. Ni tampoco lo que Rajoy vaya a decir, – nada nuevo-, el martes. Una semana más perdida.

Y lo que toca, ahora, preguntarse es lo que va a pasar después, cuando Rajoy haya recibido ese “zasca” que tantas ganas tiene de darle Pedro Sánchez. Porque, a partir de ahí, las tortas se van a oír con tal fuerza que van a venir todos los camareros de la Puerta del Sol. Todos van a recibir lo suyo. Pedro Sánchez, de un partido dividido que puede acabar siendo residual. La famosa frase de Felipe González de que “cualquiera en mi grupo puede hacer papilla a los del Partido Popular” se va a recordar en los anales de los chistes del siglo XXI. La desmesurada y torpe ambición del madrileño puede acabar por hundir a una formación histórica que ha pasado por todo en sus más de cien años de existencia.

Peor lo va a tener el PP. Rajoy lo tiene mal. Si no logra ser presidente se puede encontrar con varias causas penales por corrupción. La famosa imputación al PP en una de las causas de Bárcenas, y las sospechas judiciales de financiación ilegal le pueden pasar factura. Pero lo que más le va a afectar será su peculiar forma de ser. Su “falta de reflejos”, más bien, su vagancia e imprevisión son sus peores enemigos. Lo fue cuando perdió unas elecciones que tenía ganadas frente a Rodríguez Zapatero y, como se descuide, lo va a volver a ser. Depende del cabreo de la ciudadanía a pesar de que se diga por ahí que unas terceras elecciones darían al PP mayoría absoluta. Eso está por ver.

Tampoco saldrán bien parados los nacionalistas ni Podemos, ni Ciudadanos por mucho que se empeñen en publicitar mediante “paripés” su programa electoral.

La verdadera incógnita no está en el futuro de los políticos incapaces de encontrar una fórmula que, poniendo a cada cual en su sitio, desbloquee la situación política. Es el Rey, Felipe VI, el que puede jugar un papel determinante. En una situación límite, el Monarca puede llegar a proponer a un independiente, aceptado por todos, para someterse a la investidura. Ni Rajoy ni Sánchez, ni Iglesias ni Rivera. Estos, o aceptan o definitivamente se someten a un dictamen de las urnas donde se pueden encontrar con su definitivo hundimiento. Todos. A pesar de lo que digan los pronósticos.

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