Rafa Nadal está de vuelta. Tras 707 días sin levantar un título Masters 1000 (Madrid 2014) y 679 desde que ganara su último Grand Slam (Roland Garros 2014), el balear sigue haciendo historia. La victoria en Montecarlo le vuelve a colocar, empatado con Djokovic, como el tenista con más  torneos Masters 1000 (28 títulos), por delante de jugadores como Federer o Agassi.

Nadie más en la historia ha ganado un mismo torneo en nueve ocasiones. Nadal tiene en sus vitrinas nueve Roland Garros y nueve Masters 1.000 de Montecarlo, amén de los ocho Conde Godó que puede incrementar en esta edición que comienza esta misma semana.

Todos estos datos no dejan de agrandar una leyenda del  considerado casi unánimemente como mejor deportista español de todos los tiempos. Tras dos años de calvario entre lesiones, mal juego y, sobre todo, una ansiedad que le hacía poco reconocible, Nadal se encuentra en uno de esos momentos en la carrera de un tenista que debe marcar un punto de inflexión.

Habrá que estar muy atentos al rumbo que toma ahora su carrera, si se convierte en un caso similar al de Agassi, quien tras tocar fondo y caer por debajo del número 100 del ranking volvió a alcanzar el número 1 y a ganar Grand Slams, o si por el contrario, esta victoria ha sido un Oasis en el desierto.

Mucho tendrá que ver en ello si Djokovic sigue al mismo nivel de los últimos tiempos. La sombra del serbio sigue siendo muy alargada para el manacorí, pues, de los últimos once enfrentamientos directos entre ambos, Nole se ha llevado diez.

La última victoria sobre el actual indiscutible número uno fue en la final de Roland Garros de 2014, antes de que Nadal entrara en su particular crisis de juego y resultados.

El físico de Nadal parece que le está acompañando, el juego, a ratos, recuerda al de sus mejores tiempos. Lo que marcará el futuro de Nadal será cómo le funcione su cabeza. La superioridad mental del mallorquín sobre el resto de sus rivales en los momentos claves de los partidos ha sido uno de sus sellos de identidad, lo que siempre le ha dado ese plus frente a los demás y, paradójicamente, parece que es lo que últimamente no le estaba funcionando.

La victoria en Montecarlo puede y debe ser importante, como él mismo ha reconocido, para rebajarle esa ansiedad con la que está afrontando los duelos ante los jugadores top y especialmente ante un Nole Djokovic que ha sido para Nadal lo que Nadal fue para Federer, ese jugador que te baja de la cima. Una cima que cuesta mucho recuperar.

Algunos expertos abogaban en los últimos tiempos por un cambio de entrenador para relanzar su carrera. Rafa ha dejado claro que eso no va a ocurrir. Empezó esta aventura con su tío Toni y con su tío Toni la terminará. Para cualquier otro jugador que se encuentra en una fase complicada de su carrera, un soplo de aire fresco en forma de cambio de entrenador puede venirle bien. Nadal es distinto. Está hecho de otra pasta y jamás se perdonaría dejar a un lado al que ha sido su guía desde que era un niño y al que el propio Nadal considera pieza clave de sus éxitos.

Nadal afrontaba el torneo de la capital monaguesca como número cinco del mundo, y en el camino ha tenido que superar a dos jugadores por encima de él en el ranking, Wawrinka, actual número cuatro en cuartos de final y sobre todo el número dos del mundo, Andy Murria, en semifinal.

En la propia final contra Monfils, el mallorquín pareció mostrar en algún momento ese vértigo que  produce la victoria cuando tanto se desea. Cuando tenía la oportunidad de romper el partido en el segundo set se le encogió el brazo en algunos de los puntos claves. Afortunadamente, en el tercer set, pareció despejar todos los fantasmas y consiguió la victoria por un contundente 6-0, acabando el partido con un golpe ganador con esa derecha paralela que le ha dado tantos éxitos.

Con catorce Grand Slams a sus espaldas y cerca de cumplir la treintenta, Nadal afirma que ha conseguido a lo largo de su carrera mucho más de lo que esperaba, pero nadie duda de que tenga entre ceja y ceja conseguir su décimo Roland Garros. Toni Nadal ha afirmado que lo ve preparado para ello. Buena señal. Diez victorias en el mismo Grand Slam lo elevarían al Olimpo de los Dioses de forma definitiva.

3 COMENTARIOS

  1. Magnífico artículo, bien articulado y lleno de energía y entusiasmo vital. Me atrevo sin embargo a añadir un pequeño matiz: Rafael Nadal no está listo para ganar Roland Garros, sino listo para Volver a soñar con ganar Roland Garros. Primero es el sueño, y luego, ojalá, vendrá la realidad…

    Tigre tigre

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