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¿Quién nos manda hacer teatro?

Una obra de metateatro es un aliciente muy bueno para dibujar la profundidad y nivel de teatro en El Ejido

Antonio Guerrero
Antonio Guerrero
Antonio Guerrero colecciona miradas, entre otras cosas. Prefiere las miradas zurdas antes que las diestras. Nació en Huelva en 1971 y reside en Almería. Estudió relaciones laborales y la licenciatura de Filosofía.
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análisis

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El Ejido se está convirtiendo poco a poco en un foco de nuevos actores y de grandes obras de teatro. Existen una gran variedad de compañías provenientes de escuelas municipales que se dedican a esta tarea de manera exitosa. Este sábado, para no ir mas lejos, se dieron cita en el Auditorio de este municipio las compañías Anónimo Teatro e Instantáneo. 

Ambas presentaron tanto a actores jóvenes como adultos que tenían en común su gran amor por el arte escénico. Y entre las dos representaron la obra ¿Quién nos manda a hacer teatro? cuyo título es demoledor. Bajo la dirección de Juan José Uceda se dieron cita un elenco muy interesante de personas que llevaron entre otras cosas el buen hacer de las enseñanzas de Juanjo Lozano y Alejandro Sánchez.

La obra, en cuestión, versaba sobre un ensayo general de otra obra. Los personajes interpretaron ese momento previo a una representación. Dicho de otra forma  lo que se pudo presenciar el sábado fue metateatro, un puesta en escena sobre otra puesta en escena, unos actores que representaban un ensayo  de otra obra. Y esto  dibuja la originalidad y profundidad no solo del autor del libreto sino del  nivel en el que se desarrolla El Ejido en estos momentos.

Durante la obra un personaje que hace de director y su asistente pararon el ensayo escenificado en varias ocasiones. Los personajes que interpretaban a los actores hacían que no sabían el texto, y otros se dieron a la fuga. ¿Qué puede suceder tras un incidente cómo este? En realidad se trataba de una divertida comedia donde surgían numerosos enredos  y situaciones aun más absurdas que hicieron que el espectador no dejara de sorprenderse en todo momento.

A la hora de la verdad quedaba un sabor extraño en la boca del espectador. Surgieron preguntas inevitables: ¿la vida, la de uno mismo, es un ensayo de otra vida? ¿Estamos todavía en el ensayo de nuestra propia existencia? ¿La vida es un ensayo? Las potencialidades de la obra son infinitas así como el humor implícito en ella.  Con un gran éxito público esta obra promete futuras representaciones y el advenimiento de futuras obras para las compañías participantes.

El Ejido es el lugar del teatro en estos momentos en Almería. La producción teatral es magnífica y ya está dando muestras de su desarrollo. No me cabe ya duda de que de este foco creativo saldrán grandes actores y directores teatrales.

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