AL PRINCIPIO parece que sí, pero luego y enseguida PARECE QUE NO y que ni siquiera va a durar: A PARTIR DEL TERCER JUEGO DJOKOVIC SE PONE SERIO Y TODO APUNTA A QUE VA A DEVORAR A ALCARAZ.
Nadie podía imaginarse, yo tampoco, que íbamos a pasarnos la tarde del trabajo sábado entera, 4 horas seguidas, sentados en el sofá, mirando la pantalla del televisor, pensando qué bonito sería lo imposible, pero al mismo tiempo sabiendo que era imposible… y sin embargo CARLITOS ALCARAZ EN NINGÚN MOMENTO PERDIÓ NI LA SEGURIDAD NI LA FE EN SÍ MISMO.
Pero claro, es que era mucho soñar, señoras y señores, EN VERDAD ERA MUCHO SOÑAR. Un chaval del Palmar que cita continuamente a su abuelo, que tiene 19 años, contra el número uno del mundo actual. Y un número uno con bastante diferencia respecto a los demás.
Es cierto que Carlitos había ganado a su padre de elección: a Rafael Nadal, la tarde anterior
Pero Nadal venía de una larga lesión, y además Carlitos conocía todos y cada uno de sus partidos. Era jugar contra Dios pero era jugar en casa.
Jugar contra Djokovic ya no era jugar en casa.
No sabía lo cansado que es estar 4 horas sentado en un sofá porque jamás estoy 4 horas sentado en un sofá, soy un animal inquieto y al menor el pretexto salgo corriendo de acá para allá.
4 horas le costó a Carlos, Carlitos, Charly, al Gran Alcaraz, derrotar al número uno del mundo. Y era impresionante ver como a pesar del esfuerzo al límite de su resistencia y energía que hacían ambos prácticamente en todo momento estuvieron igualados y a la par. Hubo que llegar al final, al último sprint, y allí se vio lo que unas horas antes casi ni se podía soñar:
CARLOS ALCARAZ GANÓ AL NÚMERO UNO del mundo. Y quién gana al N° 1 es un N° 1, por supuesto.
Qué alegría enorme fue para todos los que le mirábamos y apoyábamos verle ganar.
Tigre Tigre