Ciberestafa

Hace ya bastantes años, un conocido, de esos que todos tenemos, y que son unos conspiranoicos, me hablo de “Don Aquiles” al referirse a los atentados del 11M en Madrid. Recuerdo aún sus palabras al hablar de él “está en el ajo, como siempre lo ha estado la policía de aquí, en todo lo gordo que pasa”. Apenas me acordé  del tema hasta que otro amigo, me volvió a hablar del mismo personaje inmediatamente después de los atentados de Las Ramblas “parece cosa de la misma mente, de la misma mano”, insistió.

Más tarde, me han vuelto a hablar de él, como director de la guerra de hackers que se libró el 1-O, y que perdió por goleada el estado. Esta guerra tuvo una segunda fase con las famosas “balizas” del coche de Puigdemón, por la cual la Justicia alemana y belga tienen abiertos sendos procedimientos judiciales penales contra la Policía española por vulnerar la confianza y la legislación de esos países. También los ingleses tienen abierta una información reservada.

Y es que ese nombre, “Don Aquiles”, se nos aparece repetidamente los últimos años. Por ejemplo en el en caso de la “operación pitiusa”, donde se detuvo al informático pinchador, Matías Bevilacqua. En casa de Matías, la policía encontró 280.000 euros en metálico (en sobres que ponía Ministerio de Defensa). Pero la cosa de verdad se complicó cuando fue detenido, el susodicho Matías Bevilacqua, nacional argentino, quien ya avisó a los policías que no tocasen nada, que hacía trabajos delicados o «sensibles» como dicen ellos, para los servicios de inteligencia españoles, el CNI. Y dijo que el dinero se lo había pagado en “B” el Estado por esos servicios.

Bevilacqua dio a los policías que lo detuvieron un número de móvil y el nombre en clave del oficial de enlace del CNI para el que trabajaba; dijo que era un tal «Don Aquiles». Y ese Aquiles, sea cual sea su nombre real, se les identificó como cargo de inteligencia y respaldó su versión. El hacker resultó ser un colaborador leal del espionaje español, aunque hiciera, digamos, trabajos extra en sus ratos libres. Bevilacqua está en libertad y hasta ha pedido que se le devuelva el dinero que se encontró en su casa, lo que de momento, y hasta donde sé, no ha conseguido.

También sale su nombre referido al presunto espionaje que sufrió la hermana de la princesa Leticia y también en el caso NOOS como autor intelectual del borrado de discos duros para proteger al patrón de Urdangarin, si es que éste existe. Además dicen de él que tiene “larga mano” en los juzgados, y que accede por la “puerta trasera” a LEXNET, el programa que gestiona todos los pleitos y todos los registros de todo el mundo. Lo cierto es que esta propia semana se ha destapado el escándalo de que se “escuchaba” y grababa a los jueces. Otra predicción, pues, que se ha cumplido.

Y toda «la gasolina», parece que sale del Ministerio de Defensa.

Ahora que Villarejo empieza a decir que la dinamita del 11M salió de los almacenes de la Guardia Civil, y que los autores y servicios secretos de terceros países se beneficiaron del hecho de “mirar para otro lado” en la preparación del atentado.

Posiblemente «Don Aquiles» sea una de las personas que más podrían explicar la intrahistoria de una cierta España en los últimos veinte años, intrahistoria de un franquismo remozado pero continuado, de maletines de billetes para el 1-O incluido, y continuando también con las relaciones de los servicios de seguridad españoles con el imán de Ripoll.

Mi amigo, que es sabio, aunque le duela reconocerlo, hace la siguiente reflexión. Todo Amedo, tiene su Perote y todo Villarejo, su «don Aquiles». Una regla de tres clásica, vaya, de esas que no fallan. El hombre de las sombras de la Policía parece que ya ha salido a la luz en la figura de Miguel Angel Bayo, falta el del CNI. Pero como Perote, son todos ellos mandos intermedios de la trama, fontaneros de nivel, pero fontaneros.

Pero claro, todo lo que he contado es solo producto de mi imaginación, y, parafraseando al exdiputado del Partido Popular Oscar Clavel, “más falso que la catedral de Burgos”.

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