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Que se ha de prohibir la prostitución

Cabrones

Francisco Silvera
Francisco Silverahttp://www.quenosenada.blogspot.com.es
Escritor y profesor, licenciado en Filosofía por la Universidad de Sevilla y Doctor por la Universidad de Valladolid. He sido gestor cultural, lógicamente frustrado, y soy profesor funcionario de Enseñanza Secundaria, de Filosofía, hasta donde lo permitan los gobiernos actuales.
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análisis

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En un mundo sin ideas, cualquier cosa vale. Mi argumento va a ser sencillo y fácil de comprender: la prostitución no sólo no se puede regular sino que habría de ser prohibida con carácter inmediato, cayendo la carga delictiva sobre los puteros, que no son clientes, y quienes dotan de infraestructura a este tipo de comercio. Nótese que no hablamos de puteras, no requiere explicación, pero aplíquese lo que diga en los casos análogos.

Hay que distinguir prostitución de intercambio de bienes en una relación del tipo que sea, eso no se puede prohibir; no proponemos una censura moral, si alguien recibe 50€ por deglutir fluidos de otra persona, ¿cuál es el problema?, ¿estamos proponiendo una vigilancia para evitar actos reprobables? Imposible. En su fuero interno, cada cual hará inevitable o maravillosamente, lo privado es lo privado y a mí me encantaría que me regalaran un libro cada vez que follo.

Hablamos de la organización, de la normalización laboral de un supuesto oficio que no lo es. Pongamos por ejemplo que yo disfrutara recibiendo porrazos en la jeta, soy libre, nadie debería decirme qué o no hacer y, en mi vida privada, yo hago lo que quiero con mi rostro. Perfecto. Pero ¿estaría facultado para legalizar un negocio en que mi cara a romper fuera el producto? No empiece usted a pensar por dónde no es, vamos al “cliente”: ¿puede un tío pagando y cubierto por las garantías del derecho comercial partirme la cara con toda tranquilidad?

Si usted está pensando que hago demagogia porque una penetración vaginal, pongamos, no es un puñetazo, es que no le he transmitido lo que pretendo: por supuesto que no, e, insisto, con mi chocho hago yo lo que se me pone en la vírgula de “coño”. Lo que nos preguntamos es: ¿puede un tío pagando y cubierto por las garantías del derecho comercial penetrarme por placer suyo propio exclusivo? ¿No hay un uso, un abuso de la persona convertida en objeto mercantil? Y si es así, aunque sólo sea por un tiempo de alquiler, ¿cuál es la diferencia con la esclavitud, esto es: la suspensión de la “persona” sujeta a derecho?

El problema es que estamos olvidando esto del sujeto de derecho o la dignidad de la persona. Es tan fácil de comprender como que existen los Derechos Humanos y el pago de una cantidad no exime de su cumplimiento. Por mucho que a usted le guste. Ésa es la base de una sociedad aspirante a justa. En este retroceso mundial de derechos, progresivamente el supuesto liberalismo que promueve la libertad de los contratos económicos ha sustituido a la dignidad humana.

Está ocurriendo en todos los ámbitos, el hecho de cobrar conforme a un pacto previo (otro debate es cómo se cumplen estos contratos) justifica cualquier abuso; la industria turística es quizá el modelo de depredación humana más brutal, porque de manera explícita ha superpuesto a la idea del viaje, y el negocio en torno a sus servicios, el modelo del turista que paga por usar el medio ambiente, alardear de la libertad sin contemplaciones de comportamientos y la sumisión de las personas que han de servirle… hasta el paroxismo de su confort, en el fondo para el turista todo el mundo es prostituta, no se engañe, eso es lo que hay detrás de sus viajes por el mundo: simple explotación de la dignidad humana.

El putero hasta cree que pagando hace un favor a una persona necesitada. Es como el dueño de sus esclavos enorgullecido de lo bien que están sus negritos en la hacienda en vez de en la selva, o como ése que contrata a trabajadores ilegales porque le dan pena pero les paga la mitad. No podemos regular que la gente se prostituya, efectivamente nada hay más antiguo que los intereses humanos; pero sí evitar que se regularice una forma de dominio y esclavitud, una forma de uso arresponsable del cuerpo de los otros, como si pudiéramos lavarnos de las consecuencias de nuestros actos en los demás, como quien consume un helado…

Porque somos el cuerpo, no es baladí recordar que la dualidad religiosa cuerpo-alma contribuye a la fantasía de que poseyendo el cuerpo no se posee a la “persona”, o que peca el cuerpo pero en el fondo la “persona” sigue siendo buena. No hay perversión más dañina, por eso la religión me estomaga hasta retorcerme de asco.

“Putero” debería ser sinónimo en la RAE de “cabrón”en su acepción más oprobiosa, y debería sustituir a “hijoputa”, es más exacto. No tiene ninguna gracia ser putero. Y no merece ninguna clase de simpatía ese ejercicio.

En cierta ocasión, por una serie de rebotes que no vienen al caso, tras una comida en la que caí casualmente por un conocido, me montaron en un coche, me bajaron en un parking subterráneo y aparecimos por una puerta directa en un sitio que me costó admitir; era lo más parecido al infierno que había temido en mi infancia de curas, la sensación de miedo, vacío, pérdida, náusea… en seguida, como fuera el más joven del grupo, se me acercó una muchacha… tardamos en salir de allí dos minutos, no admití ni una simple copa, mi cara debía ser un poema. Amargué la tarde a unos cuantos.

Si va usted a esos sitios, mírese la cara de vez en cuando, putero. Si no, hagamos por prohibir y sancionar hasta con cárcel a los “consumidores” y “explotadores”, no merecen menos. No son putas, son esclavas. Aunque sea rían. A veces, muchas veces, más de cuatro veces, las cosas no son lo que parecen.

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1 COMENTARIO

  1. Algunas vemos en la prostitución un trabajo digno y pedimos que se nos respete como profesionales independientes. La prohibición sólo nos llevaría a la clandestinidad y daría poder a las mafias.

    En lugar de prohibir, deberían perseguir con más fuerza la trata de blancas y el proxenetismo, delitos que ya están contemplados en las leyes españolas.

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