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¡Que no dimita!

Vicente Mateos Sainz de Medrano
Vicente Mateos Sainz de Medrano
Periodista y Doctor en Teoría de la Comunicación de Masas.
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análisis

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Es de ley reconocer la revolución interna que viene acometiendo el Papa Francisco, desde su llegada a la silla de Pedro. Su apuesta decidida por abrir las ventanas de la Iglesia y pedir perdón —la más mediática—, por haber ocultado y actuado pasivamente ante los centenares de miles de abusos sexuales a niños y niñas en organizaciones católicas de todo el mundo, no ha gustado a muchas Conferencias Episcopales: en especial a la española que aún hoy no se ha dignado a pedir perdón. Sin embargo, el cambio más profundo en el opaco reparto de poder en la cúpula de la Iglesia Católica, es haber despejado su siempre turbia y oscura gestión económica al forzar la dimisión del eterno Camarlengo Tarsicio Bertone—encargado de gestionar los bienes e ingresos en la Santa Sede—, que desde 2007 venía siendo el gran factótum en el Vaticano, y que ahora ya no contará ni para la elección de un nuevo papa.

También ha indignado a los teólogos conservadores su actitud aperturista hacia la homosexualidad o mostrarse favorable a la mayor participación de la mujer en la estructura y liturgia de la Iglesia, que han puesto el pelo como escarpias al clero y purpurados tridentinos, siempre recalcitrantes, ante cualquier cambio que altere la inmutable y de pedernal, estructura de poder de la Iglesia Católica y su mensaje apostólico.

Su última decisión, que afecta a los católicos españoles seguidores y miembros del Opus Dei, es la publicación, el viernes 29 de julio, de Ad charisma tuendum (Para proteger el carisma), escrito en el que obliga a la intocable Obra fundada por Monseñor Escrivá de Balaguer, el Opus Dei, a una refundación en la práctica, al quitarle la Prelatura Personal —única organización religiosa que ha gozado de ese privilegio en la Iglesia Católica—; que supone pasar a depender, como las demás, de la Congregación (del Dicasterio) para la Doctrina del Clero que controlará sus actividades y ante la que tendrá que rendir cuestas una vez al año.  Acuerdo motivado por las denuncias sobre la opacidad de la organización, la segregación en sus colegios y su absoluto control, en las casas de la Obra, de la vida de los seglares adscritos al Opus que conviven en ellas. Supresión de poder, que entra en vigor este mes de agosto, que despoja al prelado que dirige la organización, de la condición episcopal de Obispo.

En este marco de renovación exigente y agotadora de la, mohosa y oxidada, estructura de poder en la Santa Sede; no es de extrañar el desgaste —evidente— en la salud del Papa Francisco, que ha dado pábulo el rumor de una posible dimisión, al que él mismo ha dado aliento en sus últimas declaraciones al afirmar que es una posibilidad, aunque, de momento, no piensa en ella. No sorprende que la idea ronde por su cabeza, conocedor de que lo hecho hasta el momento para situar a la Iglesia Católica en el siglo XXI, es una gota en el océano que, en cualquier momento, se puede revertir con la llegada un Papa menos aperturista o retardatario —no sería una sorpresa—: para volver a poner las cosas en su sitio de siempre. Solo cabe esperar y desear, que el Papa Francisco no caiga el desaliento, y coja energía de esos católicos que esperan de él que haga de la Iglesia y su mensaje doctrinal, una propuesta teológica atractiva para una sociedad que se seculariza a pasos agigantados.

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1 COMENTARIO

  1. Admiro s este papa.
    Votaria ,si fuera posible por este papa. AGRADEZCO que se hay escrito ezte articulo.
    Me gustaría que lo puedan leer muchas persona, y opinar sobre el Gracias VIcente

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