Si quieren investir a Sanchez, que se monten otro partido, les dice Albert Rivera a los disidentes de su formación. Como si no tuviéramos poco tinglado montado aquí ya, para seguir creando grupos, grupúsculos y capillitas.

No, Señor Rivera, la política no puede basarse en los bloqueos, en la animadversión hacia una persona en concreto. Así no se puede construir ni regenerar un país. Aquí haría falta hablar de proyectos, de acuerdos, de puntos de encuentro. Usted lo único que está haciendo es generar crispación, al más puro estilo de su mentor, un tal Aznar.

La bronca continua, las mentiras en las que le pillan un día sí y otro también. Usted no escucha a nadie: ni a los suyos ni a los que le votan ni a los que tiene en frente. Cosa necesaria en una democracia.

Hace tanto tiempo que le vemos ahí delante de su formación naranja que ya hemos perdido el sentido de lo que era la regeneración, los procesos abiertos de participación y todas esas historias que vino usted a contarnos hace unos años. Las mismas caras, los mismos gestos, como diría la canción.

Entre los suyos ya le han dicho que está tomándole el pelo a todo el mundo: empezando por su propia formación, siguiendo por sus votantes y también, claro, a la sociedad española a la que no deja de contarle una cosa y la contraria.

No sé de quién ha aprendido usted a hacer política. Solía quererse autoproclamar el nuevo Adolfo Suárez. Dudo mucho que usted entienda las complejas circunstancias en las que ese señor se vio, de sus presiones y aun así de la educación que mantuvo y de la serenidad que mostró en todo momento. Sin defender sus posicionamientos ideológicos, hay que reconocerle al Señor Suárez una altura de miras, una entereza y una marcada clase política de la que usted dudo que entienda y mucho menos pueda representar en nada.

Si a estas alturas usted pretende que nos creamos que su formación es autónoma, es que nos subestima demasiado. Es de sobra conocido que usted responde a los intereses de quienes, por encima de usted, le marcan el rumbo. Y lo más triste es que baila usted al ritmo que le indiquen, aunque se esté quedando solo.

Esta no es la política de la regeneración ni del juego limpio, ni usted es socialdemócrata. Nada de eso. Un producto de marketing que ya se ha agotado y que se empeña en seguir dando titulares a golpe de ordeno y mando. Lejos de la democracia está usted. Lejos de la modernidad que necesitamos en este país. Y sobre todo lejos de dar ejemplo.

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