Confieso que estaba decepcionado con mi organización política el Partido Socialista Obrero Español y con la moral muy baja, cuando como una bocanada de aire fresco, surgió en mayo de 2011 el Movimiento 15M que tantas ilusiones y expectativas concitó. Acababa de cumplir 65 años, de los cuales había invertido 39 en una militancia sacrificada y comprometida en el PSOE.
La decepción en militantes como yo era lógica, debido a que habíamos comprobado y padecido que el PSOE había tirado por la borda principios y convicciones, que llegaron a ser nuestras señas de identidad. Por eso y al sentirme ideológicamente huérfano, la aparición del Movimiento 15M, me produjo la sensación de que no todo estaba perdido y que a través del mismo, se podría encauzar las reivindicaciones de las que el Partido Socialista estaba haciendo dejación. Eso es lo que percibía en las asambleas que diariamente se celebraban en el Parque San Telmo de Las Palmas de Gran Canaria, lugar que también acogió las acampadas.
Todo nació de forma espontanea, pero daba la sensación de que estaba planificado y es que, el grado de organización con logística incluida y coordinación entre las asambleas, temas a tratar, moderadores, participantes y en muchos casos resoluciones, mantenía el interés para acudir y en su caso participar al día siguiente. Se creó un grupo bastante extenso de asiduos, que eran los que en gran medida daban contenido y dinamizaban los debates, que solían ser respetuosos y constructivos, llevando el mismo sello los actos que se realizaban paralelamente.
La gran mayoría de los participantes eran jóvenes, muchos de ellos estudiantes universitarios, con algunos llegue a entablar relación y de esa forma, pude conocer sus inquietudes y lo que pretendían de la sociedad. En sus pretensiones lógicas y razonables estaban lograr una sociedad más democrática y justa, que les diera más y mejores cauces de participación y decisión y formulas para llevar a efecto lo acordado, en clara sintonía con una de las ramas fundadoras del 15M, como fue Democracia Real Ya.
Aunque predominaba la ideología de izquierda, pero el 15M fue un movimiento transversal, de ahí su gran aceptación por el 80% de la población, según quedó reflejado en estudios y encuestas, realizadas seis meses después de su constitución. Las acampadas que se habían extendido por todo el país, tuvieron continuidad hasta mediados del siguiente mes de junio, habiendo dejado una huella muy importante, que podría ser recuperada por futuras generaciones, sobre todo porque la mayoría de las reivindicaciones planteadas han quedado pendientes.
La sociedad sigue siendo muy injusta, fundamentalmente con los jóvenes que fueron los protagonistas más activos en aquella ocasión y es que, su futuro desde aquel entonces se ha venido agravando, de entre otras formas, soportando un desempleo del 39,9%, siendo 16,1% el intergeneracional, duplicando ambos las tasas medias de la Unión Europea, lo que hace a la juventud española de las más vulnerables.
Después del fin de las acampadas, tardó un cierto tiempo hasta que apareció como consecuencia de las mismas Podemos, constituyéndose como organización política el 11 de marzo del 2014 y concurriendo al poco tiempo a las elecciones al Parlamento Europeo del 25 de mayo de ese mismo año, obteniendo 1.253.837 votos (el 7,98%) y 5 escaños. Ese resultado electoral fue muy impactante y más aún, el siguiente obtenido en las elecciones generales del 20 de diciembre de 2015, cuando obtuvo 5.189.333 votos (20,68%) y 69 escaños.
Parecía que ese rédito electoral obtenido en gran medida a costa del PSOE, iba a ser determinante para que Podemos, pudiera implementar y llevar a cabo la política a la que se había comprometido y tantas expectativas causadas. Sin embargo, no ha sido así, tal y como se ha venido demostrando por la perdida de apoyos electorales, elección tras elección, pasando en apenas cuatro años, si tomamos como referencia, las referidas elecciones generales de 2015 y las últimas de ese mismo ámbito del 10 de noviembre de 2019, cuando obtuvo 3.119.364 votos (13%) y 35 escaños, lo que ha llevado a variados análisis y reflexiones.
Han sido muchos, pero de los más destacados, no haber podido articular un proyecto que desde la diversidad, fuera integrador y tuviera estructura estatal y en consecuencia, en ese nivel, se manifestará con una sola voz. Por el contrario, la descoordinación entre territorios y diversidad de siglas, ha venido siendo una de sus señas de identidad, que inevitablemente le ha pasado factura. Aunque haber llegado a los gobiernos de diversas comunidades autónomas y ayuntamientos, se podría considerar como un hecho positivo. Pero no así las disputas, divergencias e imposibilidad en una primera instancia, para lograrlo igualmente con relación al gobierno del país y cuando éste se hizo realidad, la aportación al mismo y limitaciones de Podemos han venido siendo mas que evidentes.
Sus estructuras jerarquizadas a imagen y semejanza de los partidos políticos tradicionales el PSOE y PP, promotores ambos de la llamada y en principio bien criticada casta, le ha venido también marcando, sobre todo cuando como tales igualmente empezaron a actuar, llevando a cabo marginación y depuraciones entre ellos, hasta el punto de ser muy pocos los fundadores que aún continúan en Podemos. Por la perdida de ideología cada vez más del PSOE, hacia falta a su izquierda otra organización política, pero sino se le pone remedio, parece que ésta no será Podemos (Unidas Podemos), en cuyo caso su reemplazamiento sería muy necesario.
