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¿Qué es exactamente lo que ha ido mal en el mundo occidental de nuestros días?

Joan Martí
Joan Martí
Licenciado en filosofía por la Universidad de Barcelona.
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análisis

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La crisis financiera de 2007 dejó al descubierto el enorme nivel de deuda pública que los países enfrentan (en algunos casos hasta más del 100% del PBI) y la creciente desigualdad. No obstante, el problema va más allá de los aspectos económicos y financieros: está relacionado con las leyes e instituciones vigentes, y lo que parece una recesión es, en realidad, una gran degeneración.

Degeneración hace referencia a menor crecimiento y mayor desigualdad; situación propia de un Estado denominado por Adam Smith como estacionario.

Desde 1500 hasta hace aproximadamente 30 años, la sociedad occidental ha experimentado un gran avance debido a la evolución de sus instituciones. Esto se ha logrado mediante el establecimiento de un Estado fuerte, gobernado por una legislación justa y la igualdad formal. Esta evolución institucional, y no el desarrollo económico, cultural o nacional, fue el factor decisivo para la divergencia entre diferentes sociedades.

A pesar de la presencia de la democracia, hay una ruptura entre las generaciones debido a la gran cantidad de deuda pública en países occidentales. Esto tendrá un efecto perjudicial en la economía mundial, siendo la solución ideal la creación de presupuestos transparentes, con una clara visibilidad de los balances, déficits y cuentas generacionales.

Contrariamente a aquellos que culpan a la desregulación por la crisis financiera de 2007, podemos observar cómo las regulaciones implantadas por el gobierno de Estados Unidos también contribuyeron a su desencadenamiento. La excesiva complejidad de la regulación puede ser considerada la enfermedad que pretende curar, y es el resultado de malas leyes. Por lo tanto, es importante entender que la desregulación financiera no es una opción viable, y debemos proponer una regulación simple y eficaz. Esto se puede lograr al reforzar el papel del banco central como autoridad monetaria suprema, dotada de la capacidad para tomar decisiones en momentos clave, y al proveer a los bancos de un margen de decisión en cuanto a la proporción de reservas y tipos de interés.

En un estado donde la igualdad formal, las libertades civiles y políticas básicas, la independencia judicial y la responsabilidad de los funcionarios son garantizadas, el «imperio de la ley» es una ventaja indiscutible, ya que asegura el cumplimiento de los contratos, impone límites, protege los derechos de propiedad y ofrece soluciones flexibles basadas en reglas generales. Sin embargo, los riesgos actuales para este sistema provienen de la interferencia del estado, la presencia del derecho europeo, la prioridad dada al derecho escrito y los altos costes de la ley, así como el aumento de los intereses particulares. Para restaurar el imperio de la ley, los ciudadanos deben ser los encargados de llevar a cabo las reformas necesarias.

Es indiscutible la importancia que las asociaciones civiles y voluntarias deben tener en las sociedades. La generación institucional es posible mediante la participación de ciudadanos en estas organizaciones que nada tienen que ver con el Estado, el deber legal o el deseo de lucro. Sin embargo, en los últimos años ha habido una disminución en la adhesión de ciudadanos a estas organizaciones. Esto no se debe, como algunos creen, al avance tecnológico, sino a la interferencia del Estado en la vida de la sociedad. Como solución se debe estimular el afiliamiento a través del desarrollo de escuelas autónomas e independientes del Estado, que puedan ofrecer una educación de calidad en contraste con las escuelas gratuitas.

Actualmente, la estructura occidental se encuentra desestabilizada; para restaurarla, debemos volver a un gobierno, un mercado, un sistema legal y una sociedad civil eficaces, como en el pasado donde el éxito estaba garantizado.

Existe una gran diferencia entre el año 2007 y el presente, lo cual plantea la pregunta de si será suficiente para evitar una crisis financiera de gran magnitud. La única certeza para responder esta pregunta es la falta de confianza.

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