Es un tipo de análisis del que gustan mucho los comentaristas de televisión en general, y en particular el encabezado por Antonio Lobato junto a Pedro de la Rosa y Toni Cuquerella.
Cuando sucede que un piloto, o un jefe de equipo, tiene un problema o una actitud muy concreta, dicen que se le nota en el cuerpo, y avisan al espectador para que se fije en el lenguaje corporal.
Pues bien, el lenguaje corporal de Fernando Alonso no deja lugar a dudas. Él está convencido de que no está embarcado en un simple sueño baladí, que no sigue en la Fórmula 1 simplemente para entretenerse y ganar un poco más de dinero. Él está convencido de que va a ganar todavía otro mundial, y ojalá fuese más de uno, pero eso ya no lo sabemos leer desde aquí en el lenguaje corporal.
Si alguien lo duda que se fije en su seguridad, en cómo echa la cabeza hacia atrás y en cómo le brillan los ojos.
Creer en uno mismo no garantiza al cien por cien el resultado final, en Fórmula 1 son muchas las circunstancias y la importancia y el peso del robot, de la máquina, pero sin duda ya es un paso adelante, un gran paso, estar convencido de que se va a llegar a lo más alto. Y más en el caso de alguien que lo ha conseguido ya y sabe perfectamente que no se trata de un simple soñar.
Forza y Fortuna, señor Alonso. Deseamos de corazón que la gloria vuelva a dejarse por sus brazos abrazar.
Tigre Tigre
