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Promesas vacuas en una sociedad vacía

Jesús Ausín
Jesús Ausín
Pasé tarde por la universidad. De niño, soñaba con ser escritor o periodista. Ahora, tal y como está la profesión periodística prefiero ser un cuentista y un alma libre. En mi juventud jugué a ser comunista en un partido encorsetado que me hizo huir demasiado pronto. Militante comprometido durante veinticinco años en CC.OO, acabé aborreciendo el servilismo, la incoherencia y los caprichos de los fondos de formación. Siempre he sido un militante de lo social, sin formación. Tengo el defecto de no casarme con nadie y de decir las cosas tal y como las siento. Y como nunca he tenido la tentación de creerme infalible, nunca doy información. Sólo opinión. Si me equivoco rectifico. Soy un autodidacta de la vida y un eterno aprendiz de casi todo.
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Le duele la cabeza. Se ha despertado recostado en el sofá con las botas puestas y la ropa arrugada. Los malditos martillos le golpean la frente y la nuca al compás de una inaudible melodía del Bolero de Rabel. Se promete a sí mismo no volver a beber. Pero,…, ya ni lleva por cuenta cuántas veces ha prometido lo mismo.

Amonario, malvive en la que fue la casa de su madre que ha convertido en un cuchitril. Divorciado en dos ocasiones, con tres órdenes de alejamiento de las tres parejas que ha tenido en su vida, tuvo que refugiarse a sus cincuenta y dos años en casa de su madre, viuda, enferma y con muchas precariedades económicas.

Durante años, desde que salió de la escuela de maestría, tuvo una vida placentera. Se casó muy joven, con apenas veinte años. Entonces la gente se casaba joven porque llevaba ya varios años trabajando y estaban deseando abandonar el nido materno. Llegó a ser encargado de la fábrica dónde había empezado como fresador. Un encargado que creía firmemente que las órdenes que le daba su jefe ni se discutían, ni se ponían en solfa porque él es quién arriesgaba su dinero para dar de comer a los cuarenta y dos empleados que tenía. Por su parte, él era más papista que su propio jefe y tomaba decisiones por su cuenta que él creía que beneficiaban al empleador pero que enturbiaban las relaciones laborales de sus empleados. Él impuso la norma de que había que recuperar el tiempo que te tomabas cuando te citaban a una hora y día determinado para una prueba médica. O que para acudir a un examen final de la facultad, había que cogerse un día de vacaciones, a pesar de ser un derecho recogido en el convenio colectivo. Por supuesto, negaba cualquier permiso para acudir al médico con los hijos menores o para acudir a una cita con su tutor en la escuela, porque según la teoría de Amonario, siempre está el otro cónyuge o una abuela que pueda hacerse cargo. Su jefe, el gran don Florentino, sabía de estas cosas y cuando un trabajador se quejaba ante él, cosa casi imposible porque no era de fácil acceso, le contentaba con buenas palabras y con la promesa de cortar de raíz esos comportamientos abusivos. Pero nunca transcendía si de verdad, don Florentino advertía a Amonario o simplemente miraba para otro lado y le dejaba seguir con sus desvaríos laborales.

Había una secretaria, Mariluz, con la que Amonario despachaba a menudo. Era más bien feúcha, entrada en años, delgada y sobre todo muy locuaz y dicharachera. Vivía con su anciana madre, a la que cuidaba y no se le conocía novio alguno. El roce hace el cariño y acabaron liándose.

La mujer de Amonario, Donora, se acabó enterando porque sin venir a cuento cambió sus rutinas. Salía por las tardes, llegaba al amanecer, se duchaba dos veces al día y de pronto, se vestía de punta en blanco para ir al bar a echar la partida. Donora llevaba mal su matrimonio. Porque Amonario era de los que le daban el dinero justo para hacer la compra y le pedía los tickets y las vueltas. Si llegaba a casa y ella no estaba, se enfadaba muchísimo y le preguntaba a voces que dónde y con quién había estado. Ella se acurrucaba en un rincón del salón y aguantaba el chaparrón verbal con la cabeza gacha, hasta que un día se le ocurrió levantar la cabeza para reprocharle a él que se la pegara con Mariluz, y recibió un sopapo tan grande que acabó por los suelos.

Una irrupción de la inspección de trabajo en la fábrica de don Florentino, fue el detonante del despido de Amonario. La excusa fue infligir el reglamento interno que prohibía las relaciones entre empleados. La razón, que don Florentino no quería tener otra inspección por los constantes abusos laborales de su encargado.

A partir de ahí todo vino encarrilado. El divorcio de Donora y la orden de alejamiento de Mariluz a la que había pegado acusándola de haberle traicionado. Amonario acosaba a su ex-mujer hasta que esta también solicitó otra orden de alejamiento. Luego se encontró con un trabajo llovido del cielo. Un amigo de la escuela de maestría le metió en una empresa familiar. El sueldo era bueno y el trabajo exigente. Su nuevo jefe les trataba bien salvo que tenían que acabar el trabajo para poder irse a casa. A Amonario, en principio no le molestaba, pero seis meses más tarde estaba harto de trabajar todos los días 12 horas y muchos de los sábados. Entre tanto, había conocido a Marisa. Una treintañera soltera que también vivía con su madre a la que abandonó para casarse con Amonario. Pero Marisa apenas si sabía cocinar y lo de las labores del hogar, acostumbrada a que las hiciera su madre, no se le daban bien. Y Amonario es de los que están acostumbrados a que se lo hagan todo. Entre el malestar por el trabajo y las constantes peleas con Marisa que no se amedrentaba e intentaba devolverle los puñetazos, la bebida fue la válvula de escape. Y su perdición.

Ahora, Amonario trabaja de vigilante jurado, malvive en el piso que sus hermanos le han dejado como vivienda por pena, tras la muerte de su madre, y pasa las noches entre el delirium tremens y los pódcast de Jiménez los Santos y su exaltación de lo que debe ser España.

*****

Promesas vacuas en una sociedad vacía

Leo en la prensa del Régimen que Moreno Bonilla, el presidente que pertenece a ese partido condenado varias veces por corruPPción, ha prometido Wifi y televisión gratis en los hospitales andaluces. Una medida que contrasta con los 8.000 médicos sanitarios despedidos o no renovados por la ya más que precaria sanidad pública andaluza. El problema no es que Moreno-Bonilla prometa wifi y TV gratis. El problema lo tienen todos los andaluces que ven impotentes como esa majadería tiene un mayor efecto llamada al voto que cualquier proyecto serio para dotar económica y con recursos humanos suficientes a la sanidad pública como para que desaparecieran las interminables listas de espera o la desesperación de tener que aguantar diez días para que te vea el médico de familia en tu ambulatorio. Parece que a la gente, le motiva más poder ver el Sálvame o a Juan  y Medio mientras estás convaleciente en el hospital al que has llegado con suerte, tras esperar más de un año, que tener un enfermero que te atienda inmediatamente o una médico que pueda salvarte la vida.

Mientras, en la Comunidad de Madrid, ese personaje esperpéntico que preside la Comunidad por descarte, que es incapaz de articular dos frases coherentes y con sentido y que en una entrevista con alguien tan de su carrete como Alsina, repitió varias veces que una cosa es el IPC y otra muy distinta del Índice de Precios al Consumo, que dice sin ruborizarse que lleva cuarenta años trabajando y tiene 43, dice que ha dado orden para que se revisen todos los libros de texto de la CAM a fin de que evitar la ideologización y adoctrinamiento de la izquierda. Como en el caso de Andalucía, lo peor no es que una persona, cuyas capacidades (su falta de) producen estupefacción y escalofríos en cualquier persona medianamente inteligente, pueda acusar a editores (cuyas empresas están en manos del régimen) e historiadores, de inventarse la historia decantándose hacia un lado. Lo peor son los millones de amorfos sociales que creen que llevar a sus hijos a un colegio religioso, que tener una asignatura curricular como la religión, que nombrar a dedo a directores/as de colegios e institutos atendiendo a criterios ideológicos y políticos para que sigan un determinado ideario curricular no sólo no es adoctrinamiento sino que es inocuo para el futuro de sus hijos y para la sociedad que les espera. Si creen ustedes que todo lo que nos está pasando (incremento del machismo, crecimiento del fascismo, recortes sociales, etc.)  no tiene nada que ver con los cambios ideológicos sufridos por las distintas leyes educativas como la ley WERT (la LOMCE) o la LOCE, con la decisión de sustituir educación pública por concertada o con el concordato con el Vaticano, entonces han conseguido lo que pretendían. La manipulación ideológica y la creación de opinión no se hace de la nada, ni de repente. Es algo perfectamente calculado que empieza en los colegios a los tres años y acaba en la televisión con programaciones para cerebros planos y sumisos.

Luchar en España por un cambio de régimen dentro del sistema, es como querer conseguir la desaparición del COVID con una de las famosas vacunas que la mayoría de nosotros nos pusimos en los dos últimos años y que, a quién realmente han solucionado la papeleta es a las cuentas de resultados de los laboratorios. La vacuna, no evita el contagio de la enfermedad y aunque parece evidente que mitiga su gravedad, muchos somos los que desde entonces, sufrimos otro tipo de dolencias crónicas. Igualmente, los que proclaman una mejora del régimen, en realidad están haciendo que se sostenga intentando mitigar la pobreza con subvenciones que no solucionan el problema y que sólo impiden que la gente prenda las antorchas. Leo en Twitter que la candidata del moco verde a la Junta de Andalucía, al parecer, se había empadronado en Salobreña, según el propio Ayuntamiento de esa localidad de forma ficticia porque no sólo no reside allí, sino que el domicilio en el que se empadronó es el domicilio habitual del líder de los fascistas en Granada. Bien, la Junta Electoral de Granada, a pesar de la baja de oficio del empadronamiento de esta caradura por el Ayuntamiento de Salobreña, decide mantener su candidatura aun cuando la ley electoral andaluza exige el empadronamiento para poder presentarse a las elecciones. Esta decisión es bien distinta a la tomada contra la coalición “Por Andalucía” a la que un error informático dejó sin incorporar a Podemos y Alianza Verde a esa coalición electoral y que la JEA decidió no aceptar un escrito de subsanción alegando que la ley es la ley y hay que cumplirla.

¿Cómo se puede luchar contra un establishment, el judicial, que juega siempre a favor de unos y en contra de otros? Leo también que la del moco verde, ahora ha denunciado por prevaricación a la alcaldesa de Salobreña por anular su empadronamiento. ¿Y saben ustedes qué domicilio ha puesto la señora fascista para que le notifiquen? Efectivamente, el suyo en Madrid donde ha estado residiendo habitualmente. Y seguramente hasta es posible que condenen a la alcaldesa. Porque ellos son así.

El Tribunal Europeo de Derechos Humanos, dicta una sentencia vinculante que declara que se debe revisar por indefensión una sentencia de los tribunales españoles. El Tribunal Supremo, con la connivencia de la Fiscalía General del Estado que se supone está para defender al pueblo, se salta a la torera esa sentencia, obvia la orden de repetición de juicio y ordena la detención y prisión de nuevo para el preso. En otra decisión que alarma por su sesgo, el Supremo confirma el archivo sobre la muerte de 14 personas inmigrantes en Ceuta a los que la guardia civil disparó pelotas de goma y botes de humo. Dictamina que ni las pelotas, ni los botes intervinieron en la muerte por ahogamiento de los inmigrantes. Estos son sólo dos ejemplos de por qué es imposible cambiar el régimen desde dentro del propio régimen porque, como hemos visto con Podemos, o te amoldas o acabas arruinado o/y entre rejas.

Vivimos en un país que sale a la calle a aclamar a reyes que se tuvieron que exiliar por sus constantes excesos y corruptelas. Un país con gente que prefiere estar constantemente dopado de falsa felicidad que poner los puños sobre la mesa y decir basta ya para que sus hijos puedan tener al menos un futuro incierto. Un país que se cree que todas las advertencias sobre un futuro con hambre, sin agua y sin combustibles fósiles son advertencias sin fundamento de agoreros pesimistas. Siempre hubo hambre e injusticias en el mundo y siempre la humanidad ha salido adelante, es su autocomplaciente excusa. Consentimos sin apenas enterarnos los Caballos de Troya, como la última ocurrencia del pagafantas que preside el Gobierno de la Nación, que pretende acordar con el testaferro del imperio, Biden, traerse a España los migrantes que son expulsados de la frontera de USA. Todo con el fin de que puedan hacer la competencia desleal a los profesionales de la hostelería que en el país del turismo de todo a 100, exigen salarios dignos y derechos laborales básicos como un horario definido. Vivimos en un país que prefiere bares a hospitales, terrazas a educación para todos, cantos de sirena como Cabify o Uber, al servicio público del taxi (en Los Ángeles han acabado con los taxis y ahora son seis veces más caros que lo que antes lo eran los taxistas). Un país que prefiere un trapo de colores y un sentimiento de pertenencia a territorio imaginario, antes que derechos laborales, justicia social y distribución de riqueza. Un país caracterizado por creerse que aquí está lo mejor del mundo y sin embargo en cuanto pueden, se llevan los dineros a Suiza, la residencia al estado de Miami y los negocios a Bangladesh o Marruecos.

Eso si, como dice vuestro cuñado, como en España no se vive en ningún sitio.

Salud, feminismo, ecología, república y más escuelas públicas y laicas.

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