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La izquierda no es repartir

Francisco Silvera
Francisco Silverahttp://www.quenosenada.blogspot.com.es
Escritor y profesor, licenciado en Filosofía por la Universidad de Sevilla y Doctor por la Universidad de Valladolid. He sido gestor cultural, lógicamente frustrado, y soy profesor funcionario de Enseñanza Secundaria, de Filosofía, hasta donde lo permitan los gobiernos actuales.
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análisis

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Llevo un mes sin venir por esta sección. Porque me decepciona tanto la situación socio-política en este país (en el mundo actual) que estaba considerando dejar de escribir sobre estas cuestiones, más como un gesto de responsabilidad que nada, porque he sentido una sensación de vacío que me deprime; contribuye a ello la incertidumbre de la enfermedad… veo a mucha gente hablar y pocas certezas sobre lo de antes, lo de después, lo del futuro… No veo qué sentido tiene ya esto sino enredar más, no me lo tomen mal…

Y va y se nos muere Anguita. No quiero hacer treno, encomio, apología, nada de eso; mientras escribo se han publicado cientos, miles. No borro un ápice de merecimiento y pesar. Anguita debería haber tenido todo eso y más, antes, en España todo lo hacemos a posteriori, así nos va. Creo que honramos su memoria al reaccionar a su muerte siguiendo la estela intelectual que nos ha dejado.

Porque aún están frescas las críticas apocalípticas que ha sufrido el Ministro Garzón por decir la verdad sobre el papel del turismo en la economía española, analizando qué tipo de empleo y beneficios genera para el país: precariedad y poca formación intelectual además de beneficios indiscutibles para una élite propietaria; admiro sinceramente a la mediana empresa que se gana la vida y no dudo de la técnica que se desarrolla con esto de recibir turistas, pero con esa técnica España es una hostería: no un dechado de invención y análisis. Anguita llevaba años denunciando esto, resulta que quienes han despotricado garrulamente contra Garzón elogian ahora a quien mejor defendió esas ideas…

Hoy toca hipocresía, hipocresía; a Anguita lo han atacado siempre Prisa y el PSOE, y la derecha ni les digo, siempre lo despreció y ambos con la misma técnica: llamarle loco, como si no tuviera los pies en el suelo. Pero los tenía posados más y mejor que ellos, sólo que en el suelo de verdad, no en las moquetas que mantienen incólume a la zapatería de nuestra política.

Hace falta ser muy cínico para despotricar inventado venezuelas hispanas, para desprestigiar cualquier asomo de izquierda como trasnoche o ataque al sistema liberal y a las esencia patrias e incluso a la democracia (que dicen ellos), y a la misma vez elogiar la ecuanimidad y el poderío intelectual de Anguita.

Porque don Julio Anguita, el personaje, reflotó reivindicando lo mismo que hizo aflorar al 15M y lo hizo en paralelo con el supuestamente demoníaco Pablo Iglesias… pero España hace eso (o lo sufre): adjudica roles, Anguita es el rojo honrado y bueno, y ya da igual lo que haya dicho, sus ideas, sus principios, él es guay ¡incluso siendo comunista!, ¿se puede juzgar a alguien de manera más condescendiente y soberbia? Así somos, necesitamos clasificar a los personajes serios porque nos sobrepasan, somos la apoteosis de la mediocridad… y de paso ya hablamos de cómo era, no de lo que pensaba: ea, desarmado. Necesitamos que otros piensen para sumarnos al símbolo… y ya no hace falta que leamos, somos un país de ignorantes.

Si algo ha hecho Anguita, más allá de sus planteamientos concretos, es demostrar que la dignidad y el pensamiento crítico son lo mismo: por eso no era un fantoche. Y muchos de sus elogiadores “post-mortem” jamás han respetado su actitud, sus ideas, sus propuestas, sus análisis, su estilo; dirán que la alabanza es signo de convivencia y tolerancia pero no, ¡no!, es una estrategia crudelísima de desmontaje y menoscabo de un pensador que sí aportaba ideas a la política. Pura propaganda y ejercicio plañidero. Probablemente él habría replicado agraz a estos fabricantes de componendas, no lo conocí personalmente pero creo que habría exigido seriedad, estudio, fondo, no superficie barata estetizante.

Si de verdad queremos honrar su memoria, leamos críticamente la Constitución y procuremos que se desarrolle constantemente; analicemos la política con un horizonte humanístico, centrémonos en la idea de una Justicia pragmática y abandonemos la estupidez de pensar en “reparto” cuando se habla de izquierda, ¡que no es repartir nada de nadie! Centrarse en su vuelta a las aulas y en su rechazo a la jubilación mayor una vez más es ningunearlo, porque si no lo hubiera hecho habría sido igual de digno y coherente, porque la coherencia de la izquierda no es ser pobre (el concepto astracanado de la derecha tradicionalista de siempre) sino analizar las causas de la riqueza y cómo se canalizan sus fuentes y sus beneficios, y este discurso progresista es tan antiguo como la Humanidad y tiene tanto futuro como ella, es el Humanismo, es la filantropía: es ser consciente del sufrimiento de los demás sin creer que lo merecen o no creer que merecemos nuestro éxito sin analizarlo críticamente, es ser buena gente: eso era la base del comunismo de Anguita.

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