¿Cuándo somos hipertensos? 

Cuando el flujo de sangre de nuestras arterias es alto, lo que las daña, obliga a aumentar el bombeo del corazón y favorece la aparición de la arteriosclerosis, una enfermedad que, a su vez, deteriora diferentes órganos del cuerpo, como el corazón, el cerebro y los riñones.

Niveles de tensión normales y síntomas del hipertenso 

Se considera que un adulto tiene una tensión arterial normal, cuando el tensiómetro le marca 120 mm Hg en tensión sistólica (el corazón late) y de 80 mm Hg en diastólica (cuando el corazón se relaja). Ahora bien, se es hipertenso si la tensión sistólica es igual o superior a 140 mm Hg y/o la tensión diastólica es igual o superior a 90 mm Hg. Cuidado: el hipertenso no muestra ningún síntoma. De ahí que a la enfermedad se le conozca como el “asesino silencioso”. Sin embargo hay ocasiones en las que los hipertensos pueden padecer dolores de cabeza, dificultades respiratorias, vértigos, dolores torácicos, palpitaciones y hemorragias nasales.

Causas de la hipertensión

Es curioso pero no existe una sola causa, sino un conjunto de ellas, siendo la más frecuente la hereditaria. Aunque también influyen la edad (antes de los 40 años es raro), la raza, la formación física, el estilo de vida, la alimentación y el estrés emocional. Como se trata de una patología asintomática (sin síntomas), indolora y que necesita de mucho tiempo para causar problemas, mucha gente en España (unos 2 millones de personas) es hipertensa sin saberlo.

Factores que predisponen a padecer hipertensión

La obesidad, el tabaquismo, las dietas pobres en calcio y magnesio, el consumo abusivo de grasas saturadas, el alcoholismo, la ingesta de cafeína, las dietas con alto contenido en sal o pobres en sodio, el estrés y la herencia genética predisponen a tener hipertensión arterial.

Consejos para prevenirla

Como ves, salvo que una persona ya tenga una predisposición genética a padecerla, la hipertensión puede evitarse si uno se alimenta bien, hace ejercicio y lleva una vida saludable.

1.- Dieta mediterránea. O lo que es lo mismo, menos consumo de carnes rojas, dulces, mantequilla, huevos e hidratos de carbono y más vegetales y grasas monoinsaturadas. Es decir, los productos de toda la vida: verduras, legumbres, fruta, pescado, carnes blancas, pasta, arroz, aceite de oliva y frutos secos. Modera el consumo de sal, embutidos, cafeína y chocolate. 

2.- Ejercicio. Evita el sedentarismo, es un factor de riesgo. No se trata de realizar grandes esfuerzos una o dos veces por semana, sino más bien al contrario. Caminar a paso ligero durante al menos media hora diaria, cinco días por semana. Por supuesto, también se puede recurrir a otra actividad que nos ayude a quemar calorías y grasas, así como a tonificar nuestros músculos. El ejercicio físico contribuirá a reducir nuestro peso, controlar la presión arterial y la hipercolesterolemia, retrasar el deterioro cognitivo y protegernos contra la diabetes o el Alzheimer.

3.- Vida saludable. Consumo moderado de alcohol. Nada de tabaco. El alcoholismo puede afectar a la tensión arterial, primero, por el exceso de calorías de la bebida y, segundo, por el daño que causa a los riñones. El exceso de grasas y unos riñones dañados aumenta la presión de nuestras arterias, dando lugar a la hipertensión. Hay estudios que han demostrado que quienes beben mucho alcohol tienen la presión arterial más alta (casi 4 mm Hg), que los abstemios. Los médicos aconsejan un consumo moderado de alcohol, que, en las mujeres es de un vaso de cerveza o copa de vino al día y, en los hombres, de dos.

Y cero tabaco. El tabaco es una consecuencia directa del aumento de la presión arterial, ya que, por culpa de la nicotina, aumentan en nuestro organismo las catecolaminas, unas sustancias que contraen las arterias y fuerzan a la sangre a incrementar su presión por unos conductos más estrechos. Los efectos aumentan si, además de fumar, consumimos café.

 

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