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Por un arte elitista y popular

César Maltrago
César Maltrago
Estudiante de filosofía, fotógrafo, escritor y músico.
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análisis

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Fee Reega vende sus bragas para protestar por la precariedad laboral en el sector de la música independiente. Podría decirse que estamos ante una “huelga” a la japonesa (guiño, guiño) Sanchez Dragó debe estar al quite. Esperemos que Young Beef no venda sus roídos calzones de Calvin Klein o Bertin Osborne su bello púbico. Que Dios nos pille confesados. Por favor, que no se convierta en una moda.

Fuera de bromas y chascarrillos, aplaudo la iniciativa performática de mi camarada y amiga Fee Reega y su manera de expresarse.

Asistimos a un tiempo donde los músicos, actúan como estúpidos borregos serviles. Se venden a ONGS de dudosa moral y procedencia (sobre todo fiscal) o a politicuchos tecnócratas semi-analfabetos. Esos que arengan con palabras vacuas en algún stand promovido por Pfizer, Petronor, Roche, YPF, Bayer, Repsol, Monsanto o cualquier eje del mal.

Y es que nos toman por lerdos o gilipollas, y eso se refleja en toda la superestructura. Es algo que repite constantemente mi querido Roberto Vaquero (del Frente Obrero). Y se puede estar de acuerdo o no con el perfil ideológico marxista pero se trata de una opinión que no atiende a izquierdas ni derechas. Es un hecho tangible. Es un hecho costatado por la economía conductual y la psicología de masas, donde el proceder es la infantilización progresiva del pueblo.

Tanto desde un lado como en el otro, nos tratan como discapacitados mentales (con perdón para este colectivo) ¿Quien en su sano juicio se traga los argumentos de un mafioso semi-analfabeto como Nuñez Feijóo? Un ser que ni si quiera sabe quien era el trotskista de George Orwell. Un ser cuyo máximo logro ha sido mafiosear en logias anticastristas aspectos referentes a Navantia o imponer las PCRs anales en Galicia o hacer de celestino en la futura fusión tecnológica industrial 4.0. ¿Quien se traga la voz de clérigo inepto de Pedro Sanchez? Un tipo que le lame el orto a todos los organismos multilaterales y lobbys internacionales a costa de unos minutillos de plasma. ¿Quien puede creer a Santiago Abascal? Un tipo que no trabajó en su vida y que lleva inmerso en la política profesional desde su juventud. ¿Quien se puede creer al chupipandi de Rufian? Con sus aires de moderno desclasado y coleguilla condescendiente. O ¿Quien toma en serio a Yolanda Diaz?, que declara que “la democracia son cariños y cuidados”. Y como todos sabemos, su gobierno hace cosas muy “chulis”. Cosas chulis como lamerle el orto a Biden y la OTAN mientras sube el salario mínimo interprofesional a la par que la inflación se descalabra (lo que es lo mismo que hacer el pijo)

¿Quien se puede creer a los aguerridos “artistas” de ARCO, anclados en el ready made, el situacionismo cutre o el arte conceptual de cloaca? Como muy bien declara el pintor y youtuber Antonio García Villarán estamos en la era del “hampa-rte”, donde un subnormal (reviviendo a Duchamp) planta un plátano con cinta americana sobre fondo blanco y otro menos subnormal lo compra para lavar dinero del narcotráfico o Dios sabe qué.

Estamos en una época donde vulgares payasos balbucean sobre una base de karaoke con frases inconexas, bañados por luces estroboscópicas y mil bailarines hormonados (con perdón para los bailarines). La “prensa musical” (si es que se puede llamar así) alaba a sus ídolos de pies de barro. Se tira un pedo Rosalía y lo loopea con un sample de 3 notas y todo el mundo se arrodilla ante tan original collage. Oyes hablar de Rosalía como si fuese Brian Eno, el mismo Frank Zappa o Phil Spector. Con semejante caldo de cultivo ya te das cuenta en el mundo en que vives y a lo que te puedes atener.

Ritmos semi-asincopados con letras aberrantes que podría haber escrito un oligofrénico tarado. Ripios consonantes que asustarían hasta el mismísimo inepto de David Bisbal. Es una defecación mental en toda regla.

El mundillo de la cultura es un nido de trepas y felatrices vendidos a la morralla política infecta de este país. Y deberás sumarte a la Agenda 2030 o hablar de una economía sostenible desde tu smartphone de litio y coltan, porque así lo quiere el Club de Roma, el CFR o algún lobby jesuita de cuyo nombre no quiero acordarme.

Antes el artista estaba por encima de la real politik y de sus malas artes o por lo menos no se veía sometido a ella. Ahora el artista es una vulgar prostituta de poca monta al servicio de mediocres que no llegan ni a Médici ni Rockefeller.

El lema en neón es: “o pasas por nuestro aro, o no te comerás ni una triste hamburguesa del Burguer King”

El único referente cultural en el mundillo del arte debería ser el elitismo sovietico o el viejo elitismo de esos capitalistas de puro y despacho a los que alababa Frank Zappa. Como dijo Frank Zappa: todo se jodió cuando metieron a un hippy contracultural en esos despachos y ese hippy empezó a dictaminar lo que gustaba o no a la juventud. El LSD y el capitalismo siempre han ido de la mano, y sino que se lo pregunten al asesino de Lennon.

La escena indie no existe practicamente. Son bandas que suenan a Perales con sintetizadores o remembers de los Nikis; o lo que es peor, copias de los Ramones en versión cutre. Son como viejos Tamagochis de los chinos o esos viejas malas copias de los Power Rangers que vendían en los bazares de los 90.

Deberían juntarse pequeñas marcas comerciales y formar festivales alternativos. Formar festivales que no supusiesen campos de concentración capitalistas para lerdos drogodependientes hormonados. Deberían expropiarse viejas fabricas abandonadas para acondicionarse.

Tenemos a artistas maravillosos en este país, y desde las radios publicas nos venden mierda anglosajona constantemente, o lo que denominan “latino”. Siempre repitiendo las mismas formulas.

America Latina, Portugal, Alemania, Italia, Francia y España deberían unirse frente al imperio anglosajón y su monopolio artístico. Dejar de repetir sus cliches y ser la vanguardia.

Por otro lado cambiar el estatuto del artista y fomentar tours por bares y garitos musicales. Y sobre todo, dejar de pagar en B al artista. Por de pronto, para ayudar a la independencia artística y a la autogestión, sería importante que cada bolo amortizase la gasolina, ensayos, cartelería, promo etc y que no te fusilasen con tasas aberrantes a través de otra gestora o por contrato por obra.

Y estoy hablando del mundillo de la música, que si hablamos de los timadores del ámbito de la poesía, el arte plástico o los cazasubenciones del cine, arde Troya.

 ¡Viva el arte y viva Buñuel!

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