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Por no llorar

David Márquez
David Márquez
Escritor de artículos y ficción. Colabora con diversas publicaciones periódicas y ha publicado: ¿Y? (microrrelato) y DAME FUEGO (el libro) (microrrelato, poesía y otros textos), ambos trabajos inconfundiblemente en línea con el pensamiento y estilo que manda en sus artículos, donde muestra su apego a la libertad total de ideas, a lo humano y analógico, siempre combativo frente a cualquier forma de idiotez. amazon.com/author/damefuego
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análisis

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Tren de cercanías, un No-teléfono, y otro, y tres más, y aquella también, y lleva dos. Soy el único portando libreta de papel y bolígrafo (instrumentos intrínsecamente subversivos). Enfoco desde la ventanilla una terraza de bar con otro No-teléfono, cuatro más, y van treinta. Identifico fábricas en la lejanía, matas de jaramagos entre los raíles, polígonos industriales con formaciones de naves donde se almacenan millones de fundas y accesorios y propios No-teléfonos Made in PRC, ready for entrar en acción en casa, en más vagones de trenes y asientos de aviones, y en salas de espera de hospitales y consultas de podólogos, abogados y dentistas, y en paradas de autobús como la cual donde me encuentro ahora. Y la cosa no termina aquí ni mucho menos porque subo al autobús y nos ponemos en marcha y diviso a una chica con su aparato (en modo Sí-teléfono) ubicado horizontalmente junto a la sien, cruzando el paso de cebra. Lo ha cargado hace pocos minutos en casa o la sala de espera o el instituto. Y no hay diferencia alguna entre un cargador que va a repostar un No-teléfono cuyo uso resulta imprescindible para el desarrollo de una actividad profesional o aquel otro suministrador de energía de un cacharro exclusivamente enfocado a la reproducción de videos, fotomontajes y mi-les de wasaps de naturaleza insultantemente accesoria-cometiempo. No importa, a efectos energéticos cuenta igual, mismo consumo (o más), igual materia prima, desechos industriales que se acumulan como las piedras ciñendo las vías, y cada travesaño es un muerto en vida, un zombi enterrado vivo entre No-teléfonos, cargadores y fundas y contratos. ¿Os habéis parado, de-te-ni-do a pensar qué difícil, sucia y pesada se os está haciendo la vida con otro No-teléfono? Uno más, como una vaca en formación, o un pollo en la jaula, ahora que se lleva tanto enumerar estas bárbaras, inhumanas técnicas industriales, pues eso, otro niño enchufado al No-teléfono, y otro viejo acosado por teletrabajadores que intentan seducirlo y sumar otro cliente que encienda su No-teléfono tras la conveniente recarga con el cargador Made in PRC, ofreciéndole así la posibilidad de escribir algo como “ola bueno días como esta tu cunada ke me an dicho ke no…”, etc., y tragarse las cifras de “casos” y alimentar ese miedo que hace subir determinadas cotizaciones. Y millones de usuarios más en la misma línea. Más minutos y gigas y minas y desechos de cobre, cobalto, aluminio y fábricas y chimeneas para tus minutos y tus gigas, etc., etc. Ahora puedes y debes avisar, saludar, felicitar, reservar, informar, adelantar, prepagar, identificarte con tu No-teléfono para mantener, proteger, ver, comer y hasta acudir al baño o echar un vistacillo de nada en la biblioteca “pública”. Y todo esto, al parecer y en contrapartida, resulta bueno, fácil, moderno y ecológico. Me troncho, tía, por no llorar.

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