El lunes toca. A las 15:00 la selección saldrá al césped en Toulouse y durante 90 minutos los españoles olvidaremos el paro, la corrupción, los insultos, las promesas y todos los daños colaterales que está haciendo la campaña electoral permanente a nuestra sociedad.

A las 22:00, cinco horas después de que nos hayamos fundido en un abrazo para celebrar la victoria sobre la república checa o en el peor de los casos nos hayamos consolado mutuamente por haber perdido, volverán a abrir las heridas los mismos cuatro candidatos que ya se presentaron hace 6 meses al 20D. A diferencia del debate que sufrimos el pasado 7 de diciembre, en esta ocasión acudirá también Mariano Rajoy, por lo demás son, los mismos candidatos, los mismos programas, las mismas actitudes, los mismos votantes y la misma bronca. No ha cambiado absolutamente nada. Evidentemente los cuatro intentarán decir que sí ha pasado mucho, según cado uno de ellos, lo que ha pasado es que los otros tres se han equivocado. Es poco probable que nos sorprendan, pero sería una gran alegría.

La campaña electoral actual, que empezó el 9 de mayo de 2014 y nos acompañó constantemente desde aquellas elecciones europeas, pasando por la mayor parte de las autonomías españolas y todos los ayuntamientos de España, haciendo escala en Barcelona y ahora nos tiene atrapados en el bucle de la Moncloa, ha demostrado ser un juego en el que juegan en parte nuevos jugadores pero con las reglas de siempre.

Estos dos años de campaña se han caracterizado por broncas, salidas de tono, insultos y ansia de poder. No ha habido propuestas, en todo caso alguna que otra promesa, que no cuesta mucho, porque todos saben que en esta legislatura no habrá que cumplir ninguna promesa, porque gracias a los votantes, todos tendrán la excusa de que no tienen mayoría suficiente para cumplir sus rimbombantes promesas de vino y rosas. Eso en el fondo es saludable. Los cuatro que se pelearán en la tele el lunes saben de antemano que no les vamos a conceder a ninguno las mayorías de chulería y capricho a las que no solo aspiran los viejos partidos. Los cuatro son conscientes de que todo lo que prometan son mentiras y brindis al sol. Sabiendo esto podrían aprovechar la noche del lunes para hacer algo nuevo. Podrían comportarse como adultos y debatir propuestas concretas, podrían escucharse y podrían ir después al bar de la esquina cada uno con sus asesores, para analizar lo que han dicho los otros tres. Podrían, en el bar de la esquina, discutir con sus asesores el Plan B. Un Plan B en el que rebajen sus posiciones y se acerque a las de los otros tres. Los otros tres no pueden estar equivocados en todo. Podrían buscar caminos de encuentro ya antes de empezar a dialogar como adultos con los otros tres. Podrían enviar emisarios de sus equipos a los cuarteles generales de los otros tres para tantear, como si hubieran aprendido algo del 20D. Las segundas y terceras espadas de los partidos podrían crear grupos de whatsapp en los que se podrían barajan opciones, como hacen los adultos en las empresas o para ponerse de acuerdo en el menú de navidad o el destino de vacaciones. En ese grupo de whatsapp podrían preparar un plan por si en el tetraempate del 26J salen A, B, C, D y otro por si el orden es A, C, B, D y podrían debatir qué pasa si sale D, B, A, C. Podrían hacer su trabajo y merecerse el salario. Pobre padre el que dejara sin cenar a sus hijos porque en el súper no quedaban macarrones y no se le ocurrió una alternativa, pobre directora la que cerrara la escuela porque un maestro se queda en cama con gripe y a ella no se le ocurre una alternativa, pobre profesional de lo que sea al que le surge un problema y se niega a resolverlo si no encaja en el esquema de siempre.

La situación después del 20D ha demostrado que de verdad no habían hablado en septiembre, octubre y noviembre de 2015, cuando todos sabíamos que iba a haber un tetraempate y que nadie tendría una mayoría de chulería y capricho.

No abogo por que salgan el lunes al plató cabizbajos y abrazados, acariciándose y pidiéndonos perdón, pero que tengan la dignidad de salir a hacer propuestas concretas, que se dejen hablar, que incluso retomen el hilo del otro como suelen hacer los adultos en las conversaciones e intenten enlazar el discurso del anterior al propio. Espero que tengan la dignidad de entrar al debate para analizar las propuestas de los otros tres y no para reventarles el discurso ajeno.

Los moderadores de estas carnicerías televisivas suelen conceder la palabra casi solo “por alusiones”, porque la mayor parte de estas batallas consiste en insultar o reprochar al adversario. Una medida excelente para imponerles cultura sería el debate autista. Que cada uno solo hable de su programa, sin compararlo, que para eso estamos los votantes adultos, maduros e inteligentes. Cada vez que uno de los cuatro insulte a otro o le reproche algo el moderador debería de sacar una tarjeta roja y el que insulta, alude, o reprocha se tiene que retirar 3 minutos del plató.

Yo y los otros 35 millones de votantes no somos tontos. No necesitamos a pregoneros que nos digan que los otros son corruptos, bolivarianos ni IBEX35istas, no queremos saber quién piensan ellos que “la cagó” más en las negociaciones post-20D, eso ya lo analizaremos nosotros, que para eso tenemos las papeletas. Que nos explique cada uno su programa, que cada uno tome nota del programa de los otros tres, para analizarlo en el bar de la esquina con sus asesores después.

¡Yo ofrezco mi papeleta! Le daré mi voto al que hable de su propuesta concreta de reforma constitucional, de creación de empleo (no del eslogan, del método), de federalismo (no del eslogan, del modelo), le daré mi voto gratis al que no mencione ni una sola vez a ninguno de los otros tres.

A todos los que no estéis en el plató el lunes a las 22:00, que somos todos menos cuatro, os recomiendo sentaros delante del televisor con un folio. Haced una cruz grande, poned uno de los nombres en cada campo de la cruz, subdividid cada campo en tres campos y haced rayitas. En un campo una rayita por cada propuesta concreta (te guste o no te guste), en otro campo una rayita por cada insulto o alusión a uno de los otros tres y en el tercer campo una rayita cada vez que interrumpa a uno de los otros tres. Este método no te garantiza que descubras el mejor programa, pero sí descubrirás al que ha aprendido algo del 20D, si es que alguno ha aprendido algo.

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