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Pompa, circunstancia y papanatismo

Vicente Mateos Sainz de Medrano
Vicente Mateos Sainz de Medrano
Periodista y Doctor en Teoría de la Comunicación de Masas.
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análisis

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Isabel II nunca reinó en España. Aclaro este extremo porque ante el despliegue de papanatismo desatado en algunos medios y televisiones con retransmisiones de horas fuera de lugar —en especial en la pública—, algún desinformado o despistado (como IDA, que para vergüenza ajena decretó tres días de luto oficial en Madrid), habrá podido pensar que el reinado de <<su Graciosa Majestad>> se extendió a nuestro país. Resulta incomprensible e injustificable, el machaque al que nos han sometido como si la fallecida fuera un personaje relevante de nuestra historia o una amiga de España que, como todos los reyes y reinas <<de la Gran Bretaña>>: nunca lo fue.

Tampoco justifica el despliegue mediático el hecho de que exista una relación familiar —el emérito y ella son primos lejanos y por eso ha aceptado la invitación para asistir a su funeral—; ni que su reinado haya servido para mejorar las relaciones entre España y Reino Unido, que han mantenido el frío compromiso de siempre, sin avance en el problema eterno: Gibraltar. No fue un hecho amistoso que el nuevo Rey iniciara su luna de miel con <<lady Diana>>: precisamente en el peñón.

Su oposición al nazismo —hubiera sido desastroso para la Corona irse de un Londres bombardeado por Hitler— fue su primer acto simbólico y, el símbolo, es lo que ha marcado su reinado porque, Isabel II, ha encarnado con precisión de relojero la imagen más rancia de la idiosincrasia británica al ejemplificar, de manera perfecta, la combinación de rígida exquisitez en las formas, pero guardando siempre las distancias y el frío hieratismo que no anulaba su perenne sonrisa sardónica llena de afectación. <<The Queen>> ha escenificado en su reinado el clasismo de la sociedad británica: <<los de arriba y los de abajo>> reflejado en innumerables películas y series de televisión británicas; como la forzada aceptación de lo que llega del extranjero, de lo no inglés, por un espíritu de suficiencia y superioridad que ha abonado, expresado en ese adagio que pervive en la mente decimonónica de gran parte de su sociedad: <<hay niebla en el Canal de la Mancha: El Continente está aislado>>; que está en la base del Brexit.    

En este sentido, el mayor valor de la extinta reina es haber mantenido vivo el sentimiento de que el imperio británico seguía existiendo, a través del cumplimiento, a rajatabla, de una pompa y boato en todos sus actos públicos en los que siempre ha exhibido orgullosa todo el oropel real: esplendor fuera de tiempo que ya no volverá, salvo como decorado para películas de época.

Mensaje que ha calado en otros territorios más allá de las islas británicas, en especial en lugares como España, donde el sentimiento de identidad, autoestima y confianza en nosotros mismos como pueblo y nación — que tuvo un imperio de duración más larga que el británico— siempre flojea, como muestra el papanatismo injustificable, sin sentido y pernicioso mostrado en estos días por los medios de comunicación nacionales: en especial las televisiones, con mención destacada para TVE.   

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