El diario norteamericano Politico, publicaba este pasado fin de semana una pieza, de Jonathan Lemire y Alexander Ward, donde se apunta a que las relaciones entre Washington y Kiev están empezando a debilitarse, según fuentes consultadas de la Casa Blanca.
Una información, nada casual, que aparece en el momento en que desde Kiev reconocen que son conscientes ya de que no recibirán aviones de combate en fechas próximas, y de que, desde Estados Unidos, se comienza a cuestionar el apoyo «indefinido» a esta guerra. No solamente desde las filas republicanas, donde Donald Trump ya ha señalado que el apoyo a esta guerra no tiene sentido para USA, sino también, desde las propias filas demócratas.
«Más de un año después del inicio de la guerra, existen diferencias crecientes tras bambalinas entre Washington y Kiev sobre los objetivos de la guerra, y se avecinan posibles puntos críticos sobre cómo y cuándo terminará el conflicto», recoge Político.
«La administración no tiene un objetivo político claro ni una meta clara. ¿Es para alargar esto, que es precisamente lo que quiere Putin? dijo el representante Michael McCaul, presidente del Comité de Asuntos Exteriores de la Cámara. «¿Es simplemente darles lo suficiente para sobrevivir y no para ganar? No veo una política para la victoria en este momento, y si no tenemos eso, ¿qué estamos haciendo?», recoge el diario norteamericano, poniendo el foco en una visión compartida por buena parte de los estadounidenses, según señalan las últimas encuestas.
Explica la pieza que, aunque la imagen pública entre Biden y Zelenskiy no muestra fisuras, realizada una entrevista a diez funcionarios de la administración norteamericana, del epicentro de la toma de decisiones, surgen «nuevos puntos de tensión: El sabotaje del gasoducto en el fondo del Océano Atlántico, la defensa brutal y agotadora de una ciudad ucraniana estratégicamente sin importancia, y un plan para luchar por una región donde las fuerzas rusas se han atrincherado durante casi una década. Altos funcionarios de la administración sostienen que la unidad entre Washington y Kiev es estrecha. Pero las fracturas que han aparecido hacen que sea más difícil afirmar de manera creíble que entra poca luz entre EEUU y Ucrania, cuando los rayos del sol atraviesan las grietas».
Estrategia sobre el terreno en Bakhmut
Señala también el diario Político que «múltiples funcionarios de la administración han comenzado a preocuparse de que Ucrania esté gastando tanta mano de obra y municiones en Bakhmut, que podría socavar su capacidad para montar una gran contraofensiva en la primavera». En este sentido, explican que Ucrania «se ha atrincherado», «negándose a abandonar la ciudad en ruinas, incluso aunque le suponga un coste tremendo en esta batalla». Kiev intenta mantenerse ignorando las recomendaciones estratégicas de Estados Unidos, que le apuntan a que se marche de Bakhmut, al ser un lugar más simbólico que operativo.
Pro-Ucranianos tras el atentado a NordStream
Además de esta situación en el campo de batalla, desde fuentes de inteligencia norteamericana se acaba de señalar recientemente a que fue un grupo «pro-ucraniano» el responsable de los atentados contra NordStream. Otra señal, que fue lanzada por The New York Times hace pocos días, y que pretendía, de alguna manera, reubicar el mensaje público: a Rusia se le apartaba del foco de la responsabilidad desde EEUU, y se señalaba a Ucrania. Han dejado claro que no consideran que Zelenskiy tuviera conocimiento de estos hechos, pero no han dejado de salpicar a Ucrania.
Zelenskiy no muestra la gratitud adecuada
Otro de los puntos clave que recoge la pieza de Político hace referencia a la gestión de la entrega de armas desde Washington a Ucrania. «Aunque la mayoría en la administración ha sido comprensiva sobre la desesperación de Kiev por defenderse, ha habido quejas sobre las solicitudes constantes y, en ocasiones, Zelenskiy no muestra la gratitud adecuada».
