Hace unos días andaba yo dando un paseo por Sol (Madrid) y me encontré con el escenario montado allí por Podemos. Había, según me dijeron, actuaciones musicales, teatro, representaciones en general, en pos de la causa. El marco ahora eran unas jornadas de lucha contra el Tratado de Libre Comercio, el famoso TTIP, firmado entre UE y EEUU. Pero más allá del motivo, cargado de algunas buenas razones, me hice algunas reflexiones sobre la marcha ascendente del podemismo, justamente cuando estamos en vísperas de unas elecciones que calibrarán definitivamente y en su justa media su auténtico peso representativo en lo que llamamos el Nuevo Tiempo.

«¡Cómo ha pasado el tiempo desde el 15M y cómo les ha cundido a los populistas españoles!», pensé. Mantener viva la movilización cuesta dinero, esto ya no es la indignación espontánea de hace cinco años, esto ya está pasado por el laboratorio, con los permisos correspondientes para poder estar allí y con el desembolso cuantioso que haya costado ese escenario, iluminación, megafonía… la contratación, en fin, de los artistas invitados. Les ha cundido a los populistas, aunque, por otra parte, a los populistas de todos los tiempos y de cualquier país o les cunde o se disuelven como un azucarillo. Son pura estrategia de Poder a corto plazo. Claro que esa rapidez cuesta dinero, mucho dinero. Pregunto a uno de los operarios que andan por el escenario lo que están preparando en ese momento. Me dice que una obra de teatro que lleva por título “A tiro hecho”.

Curioso anzuelo que me hace pensar aún más. Realmente el populismo no vacila a la hora de tirar a la diana del Poder, no quiere errar el tiro porque su tiempo es limitado, un suspiro, o acierta o se disuelve en el lodazal de sus propias contracciones. Si el 26-J la colación Podemos-IU no consigue el objetivo máximo para ellos en este momento, esto es, el sorpasso al PSOE, Podemos vivirá tensiones profundas que pondrán en serio peligro su propia existencia política. Al paso se llevará por delante en su zozobra a los restos de IU embarcados en el proyecto gracias a la tozudez de un Alberto Garzón al que algunos siguen empeñados en contemplar como un honesto y puro luchador de una izquierda auténtica rejuvenecida en su mano y no al enterrador de la misma. Allá cada uno con sus percepciones.

Los de Podemos han rentabilizado a las mil maravillas el tiempo transcurrido desde el 15-M de 2011, pero han tenido medios económicos cuantiosos para montar su chiringuito. No me creo, – sinceramente -, la historia del crowfunding como su medio principal de financiación, antes de recibir subvenciones públicas, al tiempo que afirmo que el hilo económico nacido en Venezuela destino Podemos se me antoja cierto por la propia fuerza del sentido común, aunque cada día veo más complicado que pueda ser demostrado en virtud de algún papel que lo acredite, es decir, en el que se lea Podemos en lugar de CEPS.

El sentido común, no obstante, es el que guiaba también a uno de los que me acompañaban en la observación del tinglado montado en Sol “¡Van a dejar sin dinero a Venezuela!”, dijo indignado. Un indignado, como aquellos que llenaron Sol hace cinco años, pero proyectando ahora su cabreo sobre los que supieron convertir en su laboratorio político aquella indignación espontánea y transversal en un producto político de consumo masivo que va camino, por lo demás, de convertirse en una fría malversación de la indignación caliente de aquellos días. Dejarán a Venezuela sin un duro, dijo el paseante, y eso que allí ya no hay mucho donde poder rascar, añado.

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