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Pobreza heredada

Aprendiendo a trabajar

Francisco Silvera
Francisco Silverahttp://www.quenosenada.blogspot.com.es
Escritor y profesor, licenciado en Filosofía por la Universidad de Sevilla y Doctor por la Universidad de Valladolid. He sido gestor cultural, lógicamente frustrado, y soy profesor funcionario de Enseñanza Secundaria, de Filosofía, hasta donde lo permitan los gobiernos actuales.
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análisis

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Tuve una alumna, Marta Mora, ahora colega antropóloga recién acabada su carrera, que me recomienda un libro de Paul Willis, Aprendiendo a trabajar, al hilo de conversaciones sobre eso que ampulosamente llamamos el Sistema. La tesis del mismo es sencilla, las clases son continuistas, esto es: se enseña a la descendencia de las clases trabajadoras a seguir siéndolo, mientras que todo soplará a tu favor para seguir como rentista o algo parecido.

Tópico: la Educación es el ascensor social. Si uno analiza los resultados académicos de los últimos años de estudios de la clase trabajadora, va a encontrar una correlación entre sus orígenes sociales, sus notas y su destino laboral. Yo me eduqué entre chavales (no había muchachas) en su mayoría hijos de gentes con carrera o de poder económico indudable: casi todos acabaron estudios lucrativos (ayer bromeaba con un amigo artista compañero de la época sobre que él y yo hicimos Humanidades)… Ingenierías, Arquitectura, Medicina o Derecho… no cabían las dudas: estudiar o estudiar. La vida me hizo compatibilizar eso con una barriada menos que obrera: mis amigos de las tardes de fútbol en la calle hoy son currantes de nivel más bien bajo, como sus padres.

Leía una estadística reciente que hablaba de más de un 90% de herencia de la posición social, eso sí lo recogemos. Recuerdo que entre los primeros teóricos del liberalismo se planteaba la pertinencia de la herencia o no como institución coherente con la meritocracia justificativa de las políticas económicas. O sea: usted déjeme mover la pasta como yo quiera, incluso desregúleme el contrato de trabajo que cada cual firmará lo que considere justo y yo no tengo por qué pagar por alguien a quien no necesito en un momento determinado, la sociedad es una sabana hecha para la lucha por la supervivencia… pero a mi chiquilla, a mi chiquillo no me los toques porque todo lo mío, sin comerlo ni beberlo, es suyo, incluidos los colegios más poderosos, las relaciones… la clase.

No quiero hacer política barata, yo quiero que mis churumbeles hereden mis libros, mis discos, mis guitarras, mi amor, que es lo que tengo, pero el Estado (what the fuck?) debería garantizar, al menos, que no podamos putearnos conscientemente unas a otros y ahí, una vez más, tiene su oficio la Enseñanza, ahora conocida como Educación, no ya por la refinación cultural (indesligable de la felicidad, sin duda) sino por las posibilidades laborales que abre pero, recuerdo, no todo el mundo puede ser médico o abogada… lo admitimos, pero ¿ofrece la Enseñanza Pública la posibilidad de corrección de la situación discriminatoria heredada?

Yo creo que no, y mi respuesta es fea: la Educación ofrece una áurea mediocridad, en el mejor de los casos, para obtener un titulillo que te permita ser oficinista. No hay una búsqueda de la creatividad, de la innovación, del análisis crítico, de la investigación, de la verdadera competitividad que después la sociedad va a imponerte con lógica aplastante: ¡Tú quitarás la mierda que Yo defeco porque Yo te puedo pagar y Tú necesitas cobrar! Y seré claro, ese horizonte es el de un oficio docente mediocrizado, sin carrera profesional, con Facultades de Magisterio que son parodias del rigor y el estudio, una Secundaria que muchas veces es una lucha por la dignidad personal en el aula diaria, un Bachillerato mal diseñado y promotor del fracaso personal: un sistema que no es más que una enorme guardería criapollos (obvio lo de las pollas) para generar una masa obrera acrítica que califique como «cultura» lo que no es más que entretenimiento vulgar (a veces disfrazado de poesía) repleto de lugares comunes construidos para que tenga referencias… pero no quiera defenderse.

Rebélese, estudie.

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