martes, 19marzo, 2024
16.1 C
Seville

Poblet: “El nihilismo y el relativismo han acabado con la búsqueda de la verdad”

Santiago Aparicio
Santiago Aparicio
Doctor en Ciencias Políticas y Sociología. Contador de realidades. Guitarrista de rock en mis tiempos libres. Y cazador de doxósofos.
- Publicidad -

análisis

- Publicidad -

Hoy tenemos la fortuna de poder entrevistar a Miguel Ángel Poblet, un consultor de éxito, que nos entrega una novela muy buena. No porque esté bien escrita (que lo está), o porque sea dinámica (que lo es), sino porque más allá del entretenimiento permite al lector reflexionar. Una “novela de combate” frente a un mundo que cada vez se vuelve menos comprensible y menos amable para el ser humano. Si usted es católico, como es el propio autor, sentirá que esas peripecias que se narran le son muy cercanas. Pero si usted es feminista o cree que los valores siguen teniendo algún sentido hoy en día, también le interpelará. En la mejor tradición de Chesterton o Bloy, Poblet entrega una obra que debe ser tenida en cuenta y que abre caminos. Lo mejor leerle a él mismo en esta novela editada por Nuevo Inicio.

Hace poco entrevistamos a Isabel Garzo que ha publicado una novela de tintes distópicos como la suya ¿es una moda o el reflejo de algo más?

MAP. Supongo que es la consecuencia natural de lo que se puede observar en la sociedad actual, que ya tiene ciertos rasgos incipientes con los que resulta fácil construir una distopía. De hecho, la sociedad que se presenta en mi novela no tiene nada distinto a lo que hoy ya estamos viviendo; lo único que hago es exagerar esos rasgos para que sean más patentes: ausencia de libertad, manipulación, instalación de la mentira, destrucción de la familia, persecución abierta al cristianismo, deshumanización, etc., y todo ello de alguna forma consentido democráticamente.

Conste que para mí su novela me parece mucho más un halo de esperanza, ¿cabe la utopía en la distopía?

MAP. Me alegro de que lo perciba así porque es lo que he pretendido: dar una palabra de esperanza ante una situación adversa, de autodestrucción de la persona. Esperanza que no he encontrado en las famosas distopías de 1984 de Orwell y Un mundo feliz de Huxley. Y una esperanza real, no utópica, porque está fundada en la verdad, aunque el relativismo dominante nos quiera convencer de que no existe tal verdad.

Adentrándonos en el texto, hay dos hitos que se narran casi al comenzar, el primero la eliminación de la decisión en el ser humano y el segundo, en clara conexión con el primero, el desprecio de la subjetividad ¿no se ha ido demasiado lejos con los aspectos tecnológicos?

MAP. Los avances tecnológicos de las últimas décadas son inmensos, y lo previsible es que en pocos años se hayan logrado objetivos inimaginables hasta ahora. Lo más característico de estos avances, frente a los de otras épocas de la historia, es su rapidez. Este es el punto. El problema no es la tecnología sino el uso que se hace de ella. Y en esto nuestra época no es diferente de las anteriores. La voluntad de poder, de dominio, ha estado siempre en el corazón del hombre. Lo novedoso es la ayuda que en esto supone la tecnología; pero detrás de ella siempre está el hombre. En mi novela tiene mucho protagonismo, pero ni mucho menos agota el tema, que tiene muchas aristas.

Uno de los personajes hace una reflexión bastante acertada, estamos en la época con mayor totalitarismo y se piensa que es la de mayor bienestar. Por favor, explique qué le llevó a incluir esta frase tan rotunda.

MAP. Sí, lo dice uno de los personajes en el contexto en el que se desarrolla la novela. No pienso que hoy estemos en esa situación, pero sí que nos encaminamos a ella si no pasa nada extraordinario que lo impida. El hombre va entregando su libertad por fascículos a cambio de un supuesto bienestar. El nihilismo y el relativismo han acabado con la búsqueda de la verdad, que a nadie interesa y que se ha visto reemplazada por el ansia de bienestar; hasta tal punto, que no hay quien parezca importarle que sea a costa de la obligación de seguir las directrices del pensamiento único. En realidad, casi nadie se da cuenta porque a lo que asistimos es a un cambio radical de mentalidad de una sociedad anestesiada. Los pocos que sí son conscientes de esto, no hacen nada porque no les compensa, mientras sigan manteniendo su bienestar… Son muy pocas las voces discordantes.

El cristianismo, especialmente el catolicismo, está presente en toda la obra. El supuesto fin de lo religioso dentro del sistema ¿viene de un cierto aburguesamiento de los católicos o de la insistencia en el Jesús histórico?

MAP. Creo que el aburguesamiento es previo y que es el mayor combate que debemos librar los cristianos. La Iglesia se enfrenta en todo momento a la tentación de amoldarse al mundo, en lugar de anunciar con fidelidad el Evangelio, por muy incómodo que resulte. El aburguesamiento es primo hermano del bienestar.

El utilitarismo como forma de vida “simple” parece llevar a la eutanasia (algo que se explica de forma magnífica y terrible en la novela) ¿es esta la libertad?

MAP. La eutanasia, como el aborto, se vende como un ejercicio de la libertad individual, pero no es así. Por un lado, se hace imprescindible el debate sobre qué se entiende por libertad, que los cristianos asociamos a la capacidad de elegir el bien. Y, por otro, me parece evidente que estos supuestos derechos que atentan contra la vida o, en otros casos, contra la naturaleza de la persona, tienen como fin último convertirse en imposiciones. El Estado se convierte en el único que tiene la potestad de decidir sobre la vida y la muerte.

La pequeña comunidad como elemento salvífico ha sido popularizada por Rob Dreher y Joseph Ratzinger ¿cree que es lo que le queda al cristianismo en la actualidad tal y como aparece en el libro?

MAP. Sí, así lo creo. Sobre la sociedad no pretendo adivinar su forma futura, lo que me interesa es el fondo. Sin embargo, en el caso de la Iglesia, sí que planteo una forma de vivir, de estar en la sociedad, que sí pienso que es la que le espera. La única posible en una situación de extrema precariedad para cumplir con su misión de ser signo visible de Jesucristo resucitado para los alejados, que serán casi todos. Esto no es nuevo, solo hay que remontarse a la Iglesia primitiva, a las primeras comunidades cristianas. Como dice, no solo él, pero sí especialmente, el papa Benedicto XVI afirmó esto con claridad.

Con relación a la anterior pregunta, he querido apreciar algo vivencial de usted, que no esconde que pertenece al Camino Neocatecumenal ¿le ha sido como escritor imposible apartar esa vivencia personal del desarrollo del libro?

MAP. Todo lo que digo o escribo está marcado por mi experiencia personal en la Iglesia a través del Camino Neocatecumenal. Incluso las referencias a Dostoyevski, Bergson o Sartre, son reflexiones que han surgido gracias a esa vivencia previa que, efectivamente es imposible mantenerla al margen de la novela. Tampoco lo haría aunque pudiera; estoy seguro de que lo más valioso que puedo transmitir surge de mi experiencia.

La verdad es que es una novela muy dinámica, virtud de escribiente suya, pero pensando en un público más, como decirlo, agnóstico ¿cree que puede llegar a encender esa luz interior aunque sólo sea para llevar a la reflexión, como sucede con la protagonista?

MAP. La novela es para todo tipo de lector porque trata temas existenciales profundos a los que nos enfrentamos todos, queramos o no. Hay preguntas que no podemos eludir. Como mucho, las podemos aparcar alienándonos, pero tarde o temprano la realidad se impone y nos obliga a plantearnos las preguntas radicales, las esenciales para cualquier época y persona. El sufrimiento y la muerte se presentan sin pedir permiso y no entienden de creyentes o no creyentes. La novela pretende suscitar en el lector una reflexión seria ante temas sustanciales sin imponer nada, dejándole libertad para buscar sus propias respuestas.

Personalmente (subjetividad no prohibida todavía) me da la impresión de estar, además de ante una buena novela, ante un libro de combate, ¿contra los demonios (que diría Hadjadj) o contra el sistema en sí?

MAP. Me parece acertado lo del libro de combate, que no es contra nadie; en todo caso, como dice usted, contra mis propios demonios. La novela surge de la contemplación de una realidad que me disgusta y también a mí me obliga a buscar una respuesta a esa realidad. ¿Qué respuesta encuentro como cristiano? Y surge con fuerza el kerigma, como respuesta a las preguntas de todo hombre sobre el sufrimiento y la muerte. Y, como cristiano, también me conduce a la necesidad de plantearme mi misión, que no es otra que el testimonio hasta las últimas consecuencias.

Para finalizar, como siempre suelo hacer, le dejo este espacio para que usted venda su novela.

MAP. Para responder a esta pregunta recurro al prólogo de Ángel Barahona: “De lectura rápida, con un enorme respeto a la inteligencia del lector, pretende suscitar su reflexión libre sugiriéndole temas de actualidad sobre los que no puede pasar por alto sobrevolándolos (…). La novela no trata de dar respuestas, lo cual nos deja inquietos, pero abre puertas que hemos cerrado por la desidia, el miedo a no encontrarlas, el agotamiento, la arrogancia y los prejuicios”.

Muchas gracias

- Publicidad -
- Publicidad -

Relacionadas

- Publicidad -
- Publicidad -

DEJA UNA RESPUESTA

Comentario
Introduce tu nombre

- Publicidad -
- Publicidad -
- Publicidad -
- Publicidad -

últimos artículos

- Publicidad -
- Publicidad -

lo + leído

- Publicidad -

lo + leído