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Plutoimpunocracia

Jesús Ausín
Jesús Ausín
Pasé tarde por la universidad. De niño, soñaba con ser escritor o periodista. Ahora, tal y como está la profesión periodística prefiero ser un cuentista y un alma libre. En mi juventud jugué a ser comunista en un partido encorsetado que me hizo huir demasiado pronto. Militante comprometido durante veinticinco años en CC.OO, acabé aborreciendo el servilismo, la incoherencia y los caprichos de los fondos de formación. Siempre he sido un militante de lo social, sin formación. Tengo el defecto de no casarme con nadie y de decir las cosas tal y como las siento. Y como nunca he tenido la tentación de creerme infalible, nunca doy información. Sólo opinión. Si me equivoco rectifico. Soy un autodidacta de la vida y un eterno aprendiz de casi todo.
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análisis

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El sol de media mañana, le pega de frente. Acurrucada en la silla de ruedas, en una amplia terraza orientada al sol de la mañana, Esmeralda, cubierta hasta la cintura por una manta a cuadros, espera pacientemente la muerte. Ya sabe que no hay remedio para su mal. Sabe que sus amaneceres están contados.  Los médicos le han dicho que probablemente no llegue a ver el nuevo año. Ahora, sólo le queda esperar arropada en soledad por la manta con la que tapaba a su hija cuando era pequeña y por un tímido sol que caldea un otoño benévolo.

Nadie espera un desenlace tan fatal. Y menos Esmeralda. Una joven que por estadística aún no debería haber llegado a la mitad de su periodo vital, que hace poco más de un año pasaba olímpicamente del virus que atormentaba a una gran parte de los ciudadanos del mundo, enfrentándose a él de forma temeraria, recorriendo bares y terrazas, centros comerciales y calles llenas de escaparates como lo haría en la imaginación un legionario que se enfrenta a pecho descubierto a la batalla. Y le salió bien. Porque, cuando todo se volvió a gris oscuro, las pruebas de covid necesarias para la realización de pruebas de diagnóstico, le dijeron que había pasado el COVID, aunque ella no se había enterado.

Esmeralda era una joven en un cuerpo atlético, de un metro setenta de estatura, sesenta kilos de peso, cabello rubio aunque no natural, nariz alargada y bastante grande para una cara hermosa, cuerpo de canon convencional (88, 64, 100), madre ambiciosa, trabajadora asalariada en un herbolario y esposa vocacional que nunca ha estado dispuesta a ganar menos salario que sus compañeros ni a perder una oportunidad simplemente por ser mujer. Una persona que siempre ha pensado que el negocio está por encima de todo lo demás y que huyó de su barrio porque considera a la gente humilde como una especie de virus contagioso, unos parásitos pusilánimes cuya situación se deriva de su indolencia. Ella siempre ha sido más de considerar que lo que tiene lo ha conseguido a base de lucha, trabajo y esfuerzo. Aunque en realidad no tiene nada. Treinta y ocho años de vida le han dado para poco más que vivir de alquiler en un lugar que se lleva casi la totalidad de su salario, en un barrio del quiero y no puedo, un marido que sale de casa al amanecer y vuelve pasado el telediario de la noche, para poder cobrar poco más de mil ochocientos euros al mes que les da para sobrevivir en una vida centrada en el trabajo, llevar a su hija a un colegio de pago, convirtiéndola en una extraña que vive con ellos, y en un ambiente en el que la pareja tiene dificultades de convivencia en cuanto pasan más de dos días juntos.

Su vida es una constante representación teatral. Salir de cañas o copas con vecinos que creen son amigos, de poder adquisitivo alto que también creen que pudieran ayudarles en caso de necesidad (¡qué ilusos!), asistir a charlas intelectuales, participar en actos de caridad, o vestir ropas, zapatos o bolsos que son de imitación de grandes marcas pero que dan el pego… Todo a costa de llenar la despensa con leche de sesenta céntimos el litro, comer pescado congelado, carne barata, pocas verduras y mucho precocinado.

Por supuesto, están en contra de los impuestos, de la educación y de sanidad pública y a favor del sistema que hay en los Estados Unidos. Aunque, si aquí fuera así, ellos no podrían pagarse ni acudir a urgencias a que le den tres puntos de sutura. Y aún ahora, que ya no puede trabajar desde hace ocho semanas, que se encuentra medio adormilada por los calmantes, que el cáncer que padece y le va a llevar a la tumba en breve pero que, probablemente podría haberse curado de haber habido un diagnóstico prematuro, sigue creyendo que la sanidad privada es mejor que la pública. Y eso que en su seguro de pago, no sólo no le hicieron mamografías, a pesar de tener antecedentes familiares, sino que cuando se notó un bulto ya enorme en el pecho izquierdo, le dieron cita para tres meses después y fue la Seguridad Social la que, en urgencias, le realizó las pruebas pertinentes, y le diagnosticó un cáncer avanzado con metástasis en el hígado y los pulmones.

Estaban tan ocupados, tomando cañas, retando al virus, o más bien al gobierno de la nación, que ignoró esa rojez que le había salido en el pezón izquierdo, que por supuesto pensó que la leve punzada que sentía cuando su marido le tocaba el pezón, era producto de su brusquedad o que la ligera concavidad que se le quedaba si metía el dedo en la mama, era por deshidratación o estrés.

Juan Ignacio, el marido de Esmeralda, sale ahora a la terraza. Hoy es sábado y puede pasar todo el día con ella. Aunque Esmeralda ya casi no habla por efecto de los calmantes. Le ha preguntado si quiere agua o un zumito de naranja desde la profundidad del salón. Como Esmeralda no ha movido ni la mano, se ha acercado a preguntar más cerca. Pero Esmeralda no contesta. Ni contestará nunca más.

*****

Plutoimpunocracia

Dice el diccionario de la RAE en su segunda acepción que anarquía significa “desconcierto, incoherencia, barullo” y en su tercera acepción, “la doctrina que propugna la supresión del estado”. El Partido condenado por corrupción es muy dado a prostituir los conceptos (además de otras cosas). Desde su inicio, con el nombre de Alianza Popular, hasta la palabra libertad. Lo popular siempre ha sido cosa de la izquierda. Aquello que es común a la mayoría de las personas y no el interés que solamente tienen unos pocos. La libertad no es hacer lo que cada uno le salga del higo, sino tener derechos y deberes que amparen las acciones particulares de cada uno. Nunca ha sido libertad poder asesinar impunemente y hasta ahora, tampoco lo era poder robar, apropiarse de lo que no es tuyo o calificar a una persona sin pruebas (el insulto puro y duro).

Las acciones de esa persona que dirige la Comunidad de Madrid, que algunos dicen que es una marioneta del segundo tipo sin escrúpulos, más peligroso de España, nos podrían llevar a pensar que vivimos en una anarquía total. El desistimiento para con los ciudadanos de las instituciones y organismos de la Comunidad es notorio y preocupante. Sin embargo, llamarle anarquía a lo que hace esta gente, a pesar del desconcierto, del barullo, de la incoherencia y de la falta de protección de los ciudadanos bajo el manto de una administración inexistente, sería nuevamente prostituir tantos y tantos años de lucha de un movimiento, el anarquismo, que se parece a lo que hace esta chusma como un huevo a una castaña pilonga. Lo que esta hez hace es impunidad y plutocracia. En definitiva, algo así como una Plutoimpunocracia, en la que los actos de unos pocos están exentos de responsabilidad y de castigo y la sociedad se divide entre impunes y sancionados.

Toda esta impunidad no viene por ciencia infusa, ni tampoco ha llegado de repente de la noche a la mañana. Esta impunidad, este desistimiento, esta destrucción de lo público, esta ausencia de las instituciones se ha ido fraguando durante años. Claro que siempre hay una chispa, un punto de inflexión del que todo parte. Durante años, la Alianza Popular de Fraga, estaba electoralmente anclada en los 105 escaños. Tras varios intentos de maquillar una ideología a todas luces franquista, tuvieron la brillante idea de traer a un cantamañanas que había hecho carrera en Castilla y León a base de maldad, cinismo, acoso y derribo de un pobre hombre como Demetrio Madrid. Allí ya había demostrado su habilidad para la manipulación, la mentira y sus dotes de dictadorzuelo de tres al cuarto. Este tipejo supo acarrear en votos, las mieses del hartazgo de una corrupción insoportable de los gobiernos del impostor González. Los fondos reservados, Luis Roldán, Filesa, Malesa, Time Sport, … fueron el granero de votos del señor insufrible de muchos de los desencantados que en el 82 le habíamos dado 202 diputados al PSOE.

Todo suma. Las privatizaciones de lo público iniciadas precisamente por los gobiernos de González, la vuelta a la escuela concertada con la mentira de que la pública no tenía suficientes plazas para todo el alumnado, la ideología de lo que ahora llaman liberalismo ejercida desde la toma de posesión del primer gobierno del PSOE, junto con las maneras y formas de autismo dictatorial del señor insufrible que llegó al PP desde la Presidencia del Gobierno de Castilla y León, fueron cambiando tornillo a tornillo un armazón que no había olvidado el óxido del franquismo para que, a través del control de la judicatura, fuera imposible la reversión de un modelo de dejadez e impunidad que nos ha llevado al momento actual en el que en toda España, la atención primaria sanitaria está en coma (en algunos sitios privilegiados, aún aguanta a base de suero en vena) y en Madrid directamente muerta.  A un modelo en el que se puede dejar morir a miles de ancianos en residencias con una orden que impedía llevar al hospital a todos aquellos mayores que padecieran algún tipo de deficiencia física o de salud, sin que pase absolutamente nada, sin que haya responsabilidades legales, administrativas o políticas. A un modelo en el que se pueden dejar caducar en los congeladores 100.000 dosis de vacunas, sin que se haga responsable a nadie. A un modelo en el que la sanidad pública tiene más de medio millón de pacientes en listas de espera para el especialista. Un modelo en el que la falta de atención con la rapidez necesaria provoca miles de muertos por cáncer como le ocurrió a la pobre compañera Olatz Vázquez a la que la falta de atención rápida y la equivocación en el diagnóstico debido a ser una mujer combativa (le decían que eran dolores provocados por la regla) le llevaron a la muerte a la edad de en la que mueren los mitos (27 años). Un modelo en el que la esperanza de vida es cada vez menor.

Pero con todo, no debemos obviar en este repaso de responsabilidades, la nuestra. La del público en general que prefiere bares a hospitales y escuelas públicas. La de quién está día a día mirando la viga en el ojo del PP, mientras no quiere ver el pedazo de metro cúbico de hormigón que llevan en sus propios ojos. La de los que aguantan y justifican engaños, año tras año, elección tras elección. La de los que, a base de pasar todos los días revista al país a través de la manipulación constante de TODOS los noticiarios televisivos, siguen creyendo que somos compañeros de viaje de Alicia en busca de su país de las maravillas, que las cosas que oyen a las minorías son exageraciones, y en todo caso, a ellos nunca les van a tocar.

Que Madrid sea un paraíso tributario que hace dumping fiscal al resto del estado, que vacía España absorbiendo el dinero de sus impuestos para regalárselo a los oligarcas, que intoxica a sus ciudadanos con una contaminación que no combate, que los maltrata sanitariamente negándoles una atención médica escasa y convertida en el teléfono de la esperanza sanitaria, no sólo es culpa de una persona con claros signos de insuficiencia cognitiva e intelectual, sino de todos los ignorantes y todos los sumisos a los que parece que les gusta y obtienen placer en el dolor propio y en el mal ajeno. Todos aquellos que siguen proclamando que poder ir de cañas, sin control horario, sin impedimento de ruido y sin restricciones de espacio, es libertá, son más culpables que los propios políticos indolentes, que todos los jueces que reparten injusticia bajo el manto de su ideología y que todos los oligarcas que nos roban para tener ganancias infinitas.

Todo el problema parte de un planteamiento económico equivocado, racista, clasista y divergente. Un planteamiento económico que en nuestro caso se agrava por un franquismo 2.0 que todo lo envuelve y que ha llevado la impunidad a la normalidad. No hay nada más peligroso para una sociedad que tener un grupo o varios de personajillos que se creen por encima del bien y el mal, con la necesidad de imponer su criterio y la facilidad de que nadie les va a pedir responsabilidades.

Acabar con eso no es cuestión de coaliciones, proyectos que se dicen innovadores y acaban pasando por el aro del régimen, ni de discusiones sobre quién es más feminista, más de izquierdas ni de poner en foco del primer plano unos supuestos problemas de minorías, que en su mayor parte coinciden en más del 80 % con los de todos. En el campo, desde que no se queman los rastrojos, la solución impuesta, para combatir las plagas, son los herbicidas. Y cada año se necesitan más y de mayor variedad. Lo que significa que no sólo contaminamos la tierra, sino que además no acabamos con el problema.

Es imposible hacer una tortilla sin romper los huevos. Es imposible mejorar sin decrecimiento. Es imposible la justicia social si se fomenta la desigualdad. Es imposible seguir viviendo si seguimos matando el planeta. Imposible que haya un mañana cuando se siembra hambre, soledad, destrucción, avaricia y egoísmo.

Salud, feminismo, ecología, república y más escuelas púbicas y laicas.

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4 COMENTARIOS

  1. Muy buen artículo, aunque la última frase estaría mejor substituir feminismo por igualdad al que quiero añadir una aportación por mi parte, somos casi 8.000.000.000 habitantes humanos y un montón de bichos los que estamos en este mundo, son demasiados, hay que dejar morir a mas de la mitad, las pandemias, el hambre, la desatención sanitaria, las guerras, los odios inducidos y todo lo que no sabemos no parece suficiente, queda una esperanza, la gran cantidad de países que tienen bombas atómicas con dirigentes sin control y mucha soberbia, capaces de destruir toda la humanidad.

  2. Me ha encantado este artículo Jesús,»tocas muchos palillos» en pocas líneas,sin cansar,algunos tienen que hacer un libro,y tú lo resumes en pocas lineas. Lo del quiero y no puedo,ufff,sobre eso cuanto daría mi pluma.La mediatización sin escrúpulos que sufrimos,que idiotizan tanto,que hay gente que no tiene criterio propio.Un placer haber leído este gran artículo

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