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Plaza de los filósofos

“La filosofía está en permanente deconstrucción” Reflexión del filósofo Jacques Derrida

Antonio Guerrero
Antonio Guerrero
Antonio Guerrero colecciona miradas, entre otras cosas. Prefiere las miradas zurdas antes que las diestras. Nació en Huelva en 1971 y reside en Almería. Estudió relaciones laborales y la licenciatura de Filosofía.
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análisis

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No siempre tengo la sensación de estar tan cerca y tan lejos a la vez. Al cabo de los años he descubierto que en El Ejido existe una plaza llamada Plaza de los Filósofos y me he quedado un poco sobrecogido. Tras rastrear un poco descubrí que está a las afueras y tras el IES Santo Domingo, uno en el di un paseo peripatético no hace mucho.

La citada plaza está rodeada de calles con nombres de filósofos como Sócrates,  Epicuro, Cicerón, etc, lo más apropiado desde luego.  La plaza en sí no es muy grande. Además imagino que no fue el fruto de un brote cultural por parte del responsable sino más bien de una búsqueda de nombres no registrados para poder designar aquellas calles. 

Esa marginalidad, podría decirse, es una metáfora de la importancia que se le da a esta disciplina, en riesgo  en los planes de estudio y en desuso por la ciudanía. No es una crítica política  – hay que decirlo todo-.  La filosofía, amén de experimentar un incremento en popularidad estos años, no se encuentra en un giro histórico ni en una revolución, porque en realidad todavía está en los márgenes.

La ubicación me recuerda a un viaje que hice a Atenas hace años.  Entonces buscaba la Academia de Platón, lejos de la zona turística. Tras mucho viajar en el metro y andar por el extrarradio de la ciudad con un inglés justo y mucha mímica, encontré a un taxista turco que me supo indicar el lugar el exacto.

Al llegar no la vi a simple vista e incluso  confundí una iglesia ortodoxa con la academia. Más cerca y decepcionado por no encontrar nada, me senté en una plaza cercana, un poco mayor que la de El Ejido. En una esquina había unos grandes matorrales que ocultaban un cartel: Plato Academy. Me acerqué y  tras el vi un foso con piedras pequeñas y negras cubiertas por basura. También había un gato mirándome.

La sensación de abandono era tan grande que me tuve que ir de allí enfadado. No podía entender como aquel patrimonio de la humanidad estaba en semejante estado, con botellas de refrescos y bolsas de basuras. Hace años que no lo he vuelto a ver y desconozco su situación actual pero entonces me sentí muy apenado.

En la Plaza de los filósofos, de El Ejido, tengo esa sensación de estar  cerca y  lejos a la vez, dentro de una nada absurda y lejos de cualquier parte. Pero quizás eso es lo que le da sentido a la filosofía: estar en los márgenes, en la oposición. Quién sabe…

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