Diario 16 tuvo la suerte de asistir a la conferencia – coloquio del pintor y escultor, Antonio López en el club siglo XXI, al que había sido invitado el editor del diario, Manuel Domínguez. El artista, durante su intervención, criticó que en el Museo Reina Sofía se igualara la fotografía a la pintura abstracta, y reivindicó la presencia de más artistas en el patronato del Museo del Prado. El mismo Museo del que fue expulsado por la exministra socialista de Cultura, María Ángeles González-Sinde.

Durante su intervención, el que estuvo acompañado en la mesa, El director del Museo del Prado, Miguel Falomir , Paloma Segrelles, empresaria y experta en arte y el Ministro de Cultura Iñigo Méndez de Vigo. Al final de su intervención afirmó con su buen humor: “Estamos en la mesa media familia, si hubiera un comprador, estaría la familia completa

Antonio López se sigue moviendo en la temática de siempre, trabajando básicamente sobre los escenarios, donde vivió. Sus obras tratan sobre el hombre y la mujer. El tema más importante de su carrera según el pintor, “las flores y los desnudos en estos últimos trabajos” aparece un instinto de ponerlos en el mismo nivel de los seres vivos, según Antonio López.

Para el artista las flores y los desnudos “son criaturas que nacen, que viven, que se reproducen y que mueren. Que florecen, que se deterioran.” El escultor y pintor nos comentó que está trabajando en una escultura que está haciendo a Marian “mi mujer, una escultura a tamaño natural. La empecé hace como tres o cuatro años, cuando ella todavía me podía posar, ahora ella no me puede posar, y lo hago colocando en un maniquí, el mismo vestido con el que me posaba y una escultura pequeña que le hice a ella. Tomás Bañuelos me está ayudando un poco en el trabajo para que yo pueda avanzar en la escultura.

Antonio López tiene la ocasión de poder volver a pintar Madrid desde un aula de una Escuela de ayudantes de Ingenieros. Allí cerca del Museo del Prado le ceden un espacio, donde por la ventana puede volver a ver “el tema que pinte hace ya 50 años. Mirando hacia el sur de Madrid, hacia el Cerro de los Ángeles” y tuvo la ocasión de volver a mirar desde la misma ventana que hace 50 años. “Me pareció tan fascinante la posibilidad de reflejar el cambio que ha tenido la ciudad en todo ese medio siglo, que me voy a poner a trabajar en esa vista del Madrid al mediodía. Es la segunda parte de la historia, 50 años después del Madrid de los años 65, cuando todavía en esa dirección se alternaban las zonas estratificadas y la tierra. Ahora la Tierra ha desaparecido, no quedan más que las casas. La luz es la misma, la contaminación es mayor. La ciudad se a tupido de una manera impresionante.”

Para Antonio López’ esa posibilidad de testimoniar las cosas no es que le guste es que le parecen interesantes. El artista piensa “que los pintores figurativos contrariamente a lo que ha podido ser durante siglos la pintura, no trabajan sobre las cosas hermosas, sino sobre las cosas que le parecen verdad”. Para el pintor esa sensación de que aquello es verdad, de que aquello pertenece a la vida “a su vida”.

El norte de Madrid desde «La Maliciosa». 1964, lo pintó Antonio López, llevando el tablero de dos metros por uno, en coche con un amigo hasta el Puerto de Navacerrada y a pie cargando con el tablero hasta la Bola del Mundo y desde allí hasta La Maliciosa. Para el pintor, se trata de una de las experiencias más maravillosas que hay. “Son cosas que están en el límite del esfuerzo que puede hacer una persona” y lo compara con el trabajo de Miguel Ángel al pintar la Capilla Sixtina y El juicio. “El esfuerzo que han costado los trabajos que admiramos, convierten en muy poca cosa todo lo que nosotros hacemos ahora.

Para Antonio López, el tema de las flores, le ha surgido de manera natural, “el erotismo de las flores y en relación a la figura humana” El pintor crítica a una sociedad que ha censurado la parte carnal, la parte erótica de la pintura española. Como los religiosos censuraron a Velázquez o Zurbarán en imágenes religiosas. Antonio López trata de crear esas obras carnales que no dejaron pintar en siglo anteriores a los grandes maestros. “Creo que ya tengo derecho a pintar o esculpir, personas desnudas, que se aman, todo eso enlazado con las flores, que también están desnudas”.

El Director del Museo del Prado, Miguel Falomir le preguntó: Cuando has hecho referencia a la temática de siempre, en una artista que le ha dado tanta importancia a la experiencia, alguien ha llegado en esa plenitud estética e intelectual a tu edad, y mira hacia atrás. ¿Como mira su propia trayectoria?

Pues claro yo sé más que cuando empecé y pinté el cuadro de La Maliciosa que tenía 26 años y estaba con una energía enorme.” Responde Antonio López. “Yo ahora, no podría llevar el cuadro hasta allí. Me tendrían que llevar a mí. Después no vería la ciudad de Madrid que está a solo 50 km. Los años te dan unas armas y te quitan algo que te parece sagrado, maravilloso”.

El director del Museo del Prado, Miguel Falomir / Foto Agustín Millán.

Prosigue el genial artista; “Yo ahora me considero muy ayudado. Encuentro modelos que me posan, más o menos como yo deseo que me posen. Encuentro facilidad para asomarme a terrazas, para conseguir ventanas dónde poder pintar la ciudad. La plenitud física gravita sobre todo el trabajo mío”. Antonio López considera que por su edad y lo que dicta la sociedad, “tenía que haber hecho el camino de mi estilo de pintura armonizado, con ese declive físico, ahora tendría que trabajar con menos detalles. Únicamente con los volúmenes. Pero resulta que yo sigo queriendo hacer las ventanas a las casas, y si hay 20 ventanas, yo quiero poner 20 ventanas. Y si no los veo, pues me tengo que poner unos prismáticos para mirar”.

Nos cuenta Antonio López que cuando pintaba la Gran Vía, tenía que llevar los materiales, y lo pasaba muy mal. Pero cuando salvaba todos los obstáculos y recogía el cuadro dónde lo había dejado el día anterior “Me colocaba y miraba el tema, y me parecía tan impresionante lo que veía, que era algo de lo que me compensaba absolutamente de todos los esfuerzos”.

El artista se metió en la pintura de la mano de su tío a los 13 años, confiado en que todo eso era cuestión de habilidad. Al segundo o tercer año de estudiar Bellas Artes, el pintor se dio cuenta de “que no se trataba de hacer un trabajo hábil, sino de cargarlo con un significado”. Aquello le asustó y le cambió mucho las cosas. A Antonio López la ha ocurrido que en temporadas “empiezas un dibujo que te parece atractivo, y a las pocas rayas notas que ya no te va a salir. Es como si abres el grifo y sale el agua, pero a veces abres el grifo y no sale agua”

Antonio López es un espectador muy atareado, vive en Madrid y no ve la televisión porque “te llegan las cosas de todas las maneras y a veces te desalientan las cosas que están pasando” El genial artista nació en enero del año 36, y en julio “pasé una guerra civil, después de eso, ya no puede haber nada, y no creo que lleguemos a eso

La pintura tiene que tener una emoción en sí misma, por eso la creación de la abstracción, como movimiento, fue la salvación de la pintura. La abstracción es dónde se almacenan las emociones. La emoción no se acumula en un archivo de datos, copiados del mundo real.

Antonio López / Foto Agustín Millán.

Para Antonio López, Francis Bacon, desconfía de todo lo qué es en la pintura, se asombra ante Velázquez y decide pintarlo, pero a la vez seguir siendo algo absolutamente vivo, algo emocional. Llega hasta unos extremos que casi niega poder representar al mundo real, de una manera objetiva.

En alusión al director del museo de Arte Reina Sofía, Antonio López hace la siguiente critica: “En los museos se compara el abstractismo con el realismo más vulgar. Comparar un cuadro de estos pintores del siglo XX, con una fotografía es completamente imposible y el que la compara un director de museo, es porque realmente no le gusta o no conoce este arte, y no tenía que estar dirigiendo un museo.“

Por el contrario, el director del Museo del Prado dice tener la suerte “solamente de dirigir a pintores muertos

Nos cuanta Antonio López, como una estudiante de Bellas Artes estuvo en su estudio, y le contó que vivió un curso en Milán. ¿Qué te pareció el Cenáculo de Leonardo? Le preguntó el artista. A lo que la estudiante respondió “A, pues no lo vi”. Más tarde en su casa y ante unas estudiantes de Bellas Artes de la Facultad de Madrid, el artista les enseñó una fotografía de “El Cristo de Velázquez”, que está en el Prado o “El Cristo de Zurbarán” Les preguntó: ¿quién ha pintado esto? La contestación que recibió fue que no lo sabían. Según el artista.

Para Antonio López no se enseña bien en los grandes centros de enseñanza. Tenían que conseguir integrar a los artistas de valor, a la enseñanza oficial, artista visitante, o como lo que fuera. Nos explica el pintor, que cuando estudiaba Bellas Artes, “todo el tiempo estaba con Lucio Muñoz y Julio López, y todos los artistas que nos gustaban, no estaban en la escuela, estaban en la biblioteca”. Pero Antonio López se arrepiente por que ahora recuerda a los profesores y cree que tenían valor. “Nos pasamos un poco con los pintores y los escultores que amábamos”. El arte es una profesión arriesgada el que no quiera arriesgarse que no se meta a pintor.

¿Qué diría usted a una persona que cree en Dios? “Pues que tienes suerte” nos dice Antonio López entre aplausos del público asistente.

Antonio, ¿cuándo das por terminada una obra?

Cuando he llegado al límite cuando, cuando la flor se estropea y se muere” Antonio López está tan vinculado al mundo real que padece todas esas tristezas. “A mí me gustaría pintar como pintó Cézanne, empezar cosas hasta que te canses, y no estar secuestrado en cosas desde hace 20 años”.

Antonio López se queja de la falta de más pintores y escultores en el Patronato del Prado, al director del Museo. El artista, estando en el Patronato junto con Julio López, vio el maravilloso cuadro de Zurbarán que hay de “El Cristo y el donante”. El pintor nos cuanta como lo salvaron para el museo “pensamos que era un cuadro magnífico, hablamos enseguida con Fernández Ordóñez, para actuar con rapidez, dado el mal estado del cuadro. Y ahora está en una de las salas del museo.

Antonio López lamenta que lo cesara la exministra socialista de Cultura, María Ángeles González-Sinde.yo pienso que ahí tenía que haber pintores. Si yo fuera el director del Prado, nombraría a tres o cuatro pintores y tres o cuatros escultores, los que considerará mejores, aunque fueran allí solamente a charlar un poco”.

La palabra del pintor nunca la tiene el pintor, la tienen los demás. Los historiadores o los astetas. La sociedad considera que el pintor bastante hace con pintar.

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