Si hay algo en lo que coinciden todos los actores sociales afectados de algún modo por las sucesivas polémicas protagonizadas por la Sociedad General de Autores y Editores es que la comunidad española de creadores no se merece seguir sufriendo esta situación de crisis e inestabilidad. Es necesario reconducir la situación, poner en orden la casa y mirar hacia el futuro para asegurar la supervivencia de la entidad y las mejores condiciones para sus asociados. Y a día de hoy, la persona capaz de liderar ese cambio parece ser Pilar Jurado.

Desde que accediera al cargo de presidenta de la SGAE, el pasado febrero, la soprano, compositora y directora de orquesta ha reafirmado en este sentido su compromiso con la cultura y con el arte, que ha calificado en la actualidad como “más necesario que nunca”, queriendo desmarcarse de viejas rencillas internas y tratando de aclarar en todo momento su situación y su postura respecto a polémicas recientes.

Jurado ha demostrado que entiende como algo fundamental que se escuche a los creadores y artistas, construyendo juntos así una nueva etapa en la sociedad de autores orientada a apoyar y promover la creación, y no centrada meramente en engrosar las cuentas (aspecto urgente, por otro lado).

Si bien sus detractores señalan falta de iniciativa por su parte, no hay que olvidar que solo lleva nueve meses en el cargo y en el marco de una zozobra heredada, tiempo en el que, como decíamos, sí que ha dejado patente su voluntad de establecer paz y cordura entre los socios. Si tenemos en cuenta que un nuevo cambio directivo dinamitaría de manera definitiva la confianza de la sociedad en la SGAE, parece fundamental concederle a Jurado más tiempo para poner en marcha sus proyectos de rehabilitación de la entidad.

No hay que olvidar que esa factible pérdida de confianza en la SGAE terminaría por empujar a una mayoría de los músicos a crear una nueva firma o, más probablemente, caer en manos de la francesa Sacem, que desde hace tiempo trata de quedarse con el pastel de la SGAE y poner así un pie en el mercado latinoamericano. De este modo, una firma extranjera controlaría los derechos de autor de los artistas españoles.

En este sentido, la recién anunciada salida de la SGAE de socios de notable facturación (de Joaquín Sabina, Perales y Joan Manuel Serrat a los cineastas Pedro Almodóvar y Juan Antonio Bayona) supondrá sin duda un duro golpe para las arcas de la entidad. Para recuperarse y retomar rumbo es imprescindible recuperar la confianza de los socios a partir de una dirección estable como la que plantea Pilar Jurado.

En ese sentido, juega a su favor para conseguir el apoyo de socios menores su defensa de los derechos de los pequeños creadores independientes frente a la influencia avasalladora de los artistas de grandes multinacionales. Esta postura es una más de las que perfilan la apuesta de la soprano por promover una mayor democratización de la industria cultural, con la firme promesa de trabajar por los derechos de todos los artistas españoles.

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