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Perspectivas nada halagüeñas para Europa

La situación social y económica de Europa, tras dos años de larga pandemia y medidas expeditivas que minaron las economías del viejo continente, presenta claras señales de crisis y ad portas de una casi segura recesión, que se verá agravada por la guerra de Ucrania y las consecuencias de la misma

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análisis

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Las señales de que estamos ad portas para la tormenta perfecta de una crisis son muchas y variadas, pese a que algunos se empeñen en negarlas y otros en obviarlas, pero no por ello son menos graves.

La guerra de Rusia contra Ucrania, o “el efecto Ucrania”, como ya lo llaman algunos economistas, ha provocado numerosas turbulencias en el continente europeo, tan dependiente de las materias primas rusas, tales como el gas y el petróleo, y un reagrupamiento geoestratégico de todo el continente -incluido el díscolo Reino Unido-, que ha producido el inesperado anuncio de Suecia y Finlandia de adherirse a la OTAN próximamente.

Europa, más concretamente la Unión Europea (UE), trata de sustraerse de la dependencia energética con respecto a Rusia y espera que a finales de este año casi todos los países hayan conseguido liberarse de este lastre, aunque el coste puede ser muy alto y el camino no resultará fácil.

Aparte de este problema energético, hay que reseñar que la inflación ya estaba golpeando fuertemente a casi todas las economías del continente antes de la crisis de Ucrania, a lo que ahora se le viene a unir la subida del precio de combustible, que arrastra a todos los productos básicos y alimenticios, y unas previsiones menos al alza con respecto al crecimiento económico tras salir de una pandemia que golpeó duramente a casi todas las economías del mundo casi sin excepción. 

Incluso los Estados Unidos, que durante la pandemia del Covid-19 mantuvo su actividad económica casi sin interrupción y sin tomar medidas tan expeditivas como los países europeos, han anunciado que en el primer trimestre del año su economía se contrajo un 1,6% y su inflación llegó al 9,1%, la más fuerte en cuatro décadas y que  la misma vino impulsada por la subida de los alimentos, la gasolina y el alquiler. Históricamente cuando la economía norteamericana se enfría y entra en recesión, meses después, como ocurrió  en la crisis financiera del año 2008, Europa suele entrar en periodos turbulentos e inciertos.

Euro en caída frente al dólar y crisis de Ucrania

Pese a todo, el dólar sigue mostrando su fortaleza frente a casi todas las divisas del mundo, incluyendo al euro, que se ha situado en su nivel más bajo desde el año 2002 y que incluso ha estado por debajo de la unidad monetaria norteamericana.

La guerra de Ucrania, además, ha provocado una grave crisis humanitaria, ya que casi nueve millones y medio de ucranios han salido del país y han buscado refugio, principalmente, en Alemania, Polonia, Hungría, Moldavia, Eslovaquia y Rumania, algo que ha provocado que la UE haya tenido que dedicar ingentes recursos para atenderles y dotarles de la necesaria ayuda humanitaria para sus necesidades más urgentes.

Por otra parte, toda esta situación ya de por sí grave y preocupante se ha visto agravada en los países del  sur -principalmente España, Grecia y Portugal- por la caída en el turismo durante estos tres últimos años y porque la crisis de Ucrania ha subido los precios de los viajes, especialmente los tiquetes aéreos, y ha generado una malestar global que está ralentizando la esperada recuperación económica. Los tres países del flanco sur de la UE han sido duramente golpeados por la pandemia y una reactivación por debajo de las cifras del año 2019 en cuanto número de turistas podría significar un duro golpe a sus economías, otro más que añadir a la lista.

Además, a todo este cuadro continental adverso y nada optimista con respecto al próximo otoño, se le viene a unir que la guerra de Ucrania se extiende en el tiempo y también en el espacio, corriendo el riesgo de extenderse más allá de los límites territoriales ucranios. Europa esperaba una guerra corta y al estilo relámpago, pero nada de eso ocurrió y Rusia lejos de aplacar su ira extiende los combates hasta lo indecible y se niega a abrir un diálogo político con Ucrania, a la que pretende aplastar y aniquilar para siempre, tal como estamos viendo en las dantescas imágenes que nos llegan a diario a través de los medios. 

Finalmente, como guinda de la tarta, si se confirman los peores pronósticos, una vez ocupado todo el Donbás, Rusia podría seguir su ofensiva hasta el estratégico puerto de Odesa y desde allí, a menos de un centenar de kilómetros de Transnistria, la tentación rusa por anexionarse esta región podría ser irresistible en términos estratégicos. Así, Rusia cumpliría una doble misión: cerrar a Ucrania su acceso al mar Negro, para controlar como siempre ha querido este mar, y completar el corredor territorial desde el Donbás hasta Transnistria pasando por Crimea, Mariúpol, Jersón y Odesa, las grandes ciudades portuarias de Ucrania. De cumplirse este escenario, no descartable, la guerra en Europa tomaría otra dimensión y Moldavia se vería implicada en la misma.

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