La esencia de cualquier periodista de cuerpo y alma es la libertad de expresión. Por eso, tantas y tantos profesionales del Periodismo tienen roto el corazón, dañada la dignidad y mermada su capacidad.

Mientras grandes titulares de corrupción han aupado a profesionales a la cumbre de la actualidad periodística – aunque los más sonados sólo publican aquello que sigue la línea editorial de su medio o de los intereses de su empresa -, es decir, que sólo son corruptos “los otros”. Mientras, decía, hemos hecho creer a nuestros lectores, oyentes o telespectadores, que el Periodismo de investigación sigue vivo en nuestro país.

Pero mientras la esencia periodística hoy es sobrevivir en una crisis profunda, donde ya quisieran más de la mitad de los periodistas españoles malvivir con las condiciones de los trabajadores de Mercadona – con todas sus luces y sombras como magistralmente nos mostró Jordi Évole – sin querer en muchos casos, o queriendo que del todo, ahí vamos aceptando que el periodista, por eso de la libertad de expresión, puede hundir carreras profesionales, la imagen pública de quien sea necesario para conseguir el titular de primera y de actualidad, sin datos que lo confirmen.

Porque una querella aceptada a trámite no es hoy una prueba de nada. De hecho, miles de querellas aceptadas a trámite quedan sobreseídas cada año, y no sólo por falta de pruebas, que algún caso habrá, sino simple y llanamente porque nada había que condenar.

Pero un titular a cuatro o cinco columnas contra un personaje más o menos conocido por un presunto fraude, corrupción, maltrato o cualquier otro hecho delictivo y bochornoso y, desde luego, condenable, apenas se convierte en un cuarto de columna cuando el caso queda sobreseído.

Y no hablo de Rita Barberá, QEPD, ni de esos políticos que, si no fueron corruptos, lo parecieron, cuando hicieron de sus cargos poltronas de poder absoluto, donde la libertad de expresión ni estaba ni se la esperaba. No me refiero, claro está, a los que permitieron que sus criados y fontaneros institucionales enriquecieran sus arcas de forma miserable. Pero entre los muchos titulares de este año, del pasado y del anterior, se condena para siempre a quien recibe una querella de enemigos económicos, de venganzas bastardas y de quien desde la denuncia busca su minuto de gloria en los medios. Pobre del empresario, artista, literato o miembro de la farándula, o del cutre mundo del cotilleo o del corazón, a quien injustamente le caiga una demanda judicial. De nada servirá que la fiscalía no vea caso, que quede sobreseída la querella por el juez o jueza de turno o, incluso, que se retire la denuncia por parte de los querellantes.

El Periodismo tiene que abrir una profunda reflexión sobre cómo devolver la dignidad pública a quien se la robó injustamente. Si Diario16 me lo permite, trataremos en próximas columnas de casos y personas concretas.

Porque no todo vale en nuestra profesión, aunque estemos mal pagados, en muchos medios se coarten derechos fundamentales del trabajador y sobrevivir sea nuestra prioridad. ¡Pena!

 

9 COMENTARIOS

  1. Excelente artículo que debe hacernos reflexionar a todos. Enhorabuena a Diario 16 por contar con grandes profesionales del periodismo como María José Pintor.

  2. Que gran noticia contar con usted en esta sección! Sin duda, la leeremos.
    Felicidades a todos los que escriben aquí. A veces es más interesante leerles a ustedes que las noticias del día.

  3. Gracias a Diario 16 por dar la oportunidad a grandes profesionales del periodismo a mostrar su talento. Fantastico artículo y cuanta verdad hay en el. Gracias mi querida María José por mostrar al mundo lo que de verdad es ser periodista. Un orgullo tenerte a mi lado.

    • Yo tenía 40 años cuando comencé una aventura en la que nadie creía. Tú eras una joven periodista con ganas de comerte el mundo con humildad y sencillez. Estuviste a mi lado creyendo en una utopía aparentemente inalcanzable. Hoy tengo 70 años, aquella utopía, aquel sueño hoy es una realidad y eso en gran parte te lo debo a ti. El éxito es haber puesto el corazón en lo que creíamos.

  4. Siempre me ha costado entender el periodismo, porque en su afán de trasmitir la noticia, y al amparo de la divulgación a cualquier precio, en numerosas ocasiones se ha visto su parcialidad y oportunismo. Pena si, que haya podido ser por lo que se comenta en el artículo.
    Artículos como este, en los que se plantean las consecuencias y daños que la profesión puede causar, y que también pone sobre la mesa la necesidad de repararlos con rigor y justicia, te ayudan a distinguir el grano de la paja. Gracias por la reflexión.

  5. Qué verdad! ahora que todo se divulga a la velocidad del rayo, que irreparable para la reputación de quien nada hizo es una mentira. Como dices, da igual las disculpas del mentiroso. El daño esta echo. Debería haber responsabilidad para quienes lo difunden sobre todo con fines de audiencia y no de informarción, lo mismo que ocurre en otros ámbitos.

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