Los/las profesionales en diversas materias hoy en día se dejan guiar por protocolos, manuales, programas, guías de uso… Para cada problema este protocolo o manual les dice cómo actuar o maniobrar. Así mismo, para implementar cualquier proyecto, el mismo protocolo o manual les dice los pasos a seguir para llevarlo a cabo y cómo han de realizarse estos pasos.
Cada día más, los/las profesionales piensan menos. No se paran a discernir, a pensar por ellos mismos, todo está escrito.
Esto es algo extendido y que alcanza a cada persona hoy en día, salvo esas pocas excepciones de personas/profesionales que aún, más allá de la vorágine, se paran a observar cómo funciona el mundo y actúan fuera de estos protocolos cuando ven otras posibles y más beneficiosas/nutritivas soluciones, pues en realidad…, no todo está escrito.
Tener una guía siempre está bien, pero basarnos en ella sin más, seguirla a “pies juntillas” sin pararse a ver más allá, nos convierte en meras máquinas programadas. Lo que nos diferencia de una máquina o de un programa de ordenador es nuestro discernimiento.
Con una vida social, profesional, incluso personal en la que cada vez se nos exige más, es fácil ceñirse a un protocolo, exige menos responsabilidad, ya que todo está escrito y se confía en que es lo correcto. Es lo más cómodo para poder afrontar la rapidez vertiginosa de esta corriente que nos arrastra a la mal llamada vida.
Se puede observar en todos los sectores, en todas las ramas. Desgraciadamente, llega hasta las más creativas como el arte o la literatura; todos son plazos, clichés, lo que está de moda o lo que más se demanda. Así se pierde la ESENCIA y se apaga la LUZ del ALMA.
Hay profesiones en las que es más obvio, se observa más claramente el funcionamiento constreñido de acogerse a unos manuales, protocolos o programas como puede ser la fabricación en cadena. En esos casos pueden resultar útiles, pero hay otras profesiones en las que el solo hecho de observarlo me causa escalofríos, como ejemplos, la educación o la sanidad.
Pocos doctores y doctoras se paran a mirarte a los ojos cuando estás en su consulta, pocos se paran a preguntar más allá de qué síntomas tienes para así recetarte el medicamento de turno o solicitar las pruebas que manda el protocolo.
Maestras, profesores y docentes que siguen unos programas establecidos que coartan la creatividad y el discernimiento de los alumnos, por no entrar en la pérdida de interés e ilusión por el estudio.
Aún más allá, hace poco llevé mi coche al taller y así mismo, de nuevo, volví a darme cuenta; los mecánicos ya no se paran a abrir el capó del coche y a observar lo que puede estar ocurriendo o a escuchar el sonido del motor. Ellos conectan el ordenador al coche y este les dice qué le pasa al coche y lo que tienen que hacer.
Podría seguir con más ejemplos, pero seguro que ya he abierto tu mente lo suficiente para que puedas seguir pensando en diversos ejemplos.
Esta programación está por todas partes y ha calado en cada persona sin apenas llegar a darse cuenta. En breve, si no es ya, gran parte de la población no va a diferenciarse de una máquina o de un robot.
Con la esperanza y la creencia de que aún hay posibilidades de revertirlo, os invito a reflexionar sobre este tema que entiendo de sumo valor para sostener lo que aún nos queda de HUMANOS y a nuestra propia ALMA.
Con Esperanza y Amor.
