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Perdida en el chino

David Márquez
David Márquez
Escritor de artículos y ficción. Colabora con diversas publicaciones periódicas y ha publicado: ¿Y? (microrrelato) y DAME FUEGO (el libro) (microrrelato, poesía y otros textos), ambos trabajos inconfundiblemente en línea con el pensamiento y estilo que manda en sus artículos, donde muestra su apego a la libertad total de ideas, a lo humano y analógico, siempre combativo frente a cualquier forma de idiotez. amazon.com/author/damefuego
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análisis

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Europa, España, andaba desde hace años encallada en un chino. Allí, ramoneando cositas, tonterías, velas de cumpleaños y quebradizos destornilladores made in P.R.C, engordaba la parte baja de su cerebro con superfluidad. Como un crío al que llamaremos Miguelito, España no hizo caso, y se resfrió. “Ahora te quedas en casa”, ordenó Mami Estado. De manera inconcebible en un niño de su poca vergüenza, Miguelito obedece, gracias, todo hay que decirlo, a las novísimas tecnologías, proveedoras de substitutos e idioteces virtuales. Aficionado al exhibicionismo, la crítica dura online y el fitness, Miguelito se acostumbra a la seguridad de su habitación. Allí sueña, una y mil veces, con su chino del alma. Recorre galerías interminables donde el aroma a PVC, polietileno, poliuretano y cientos de agentes tenso y no tensoactivos embriagan deliciosamente lo que un día fue su sentido del olfato. Velas perfumadas, bragas de cuello alto y palos de fregona y pelucas de carnaval saturan su cesta de la compra, haciéndolo feliz. Una felicidad baratísima, instantánea, que en su momento no supo valorar.

Después de algunas semanas de confinamiento, Miguelito se torna sencillamente insoportable. Ante todo quiere ver rodar cabezas, procurar latigazos, audiencia con el Papa. En consecuencia, Mami Estado se pone las pilas, sale un momentito, en coche, y vuelve con tests y mascarillas y respiradores. “¡Mira lo que te he traído, cariño!” Miguelito sospecha algo sucio cuando constata la inutilidad de los mismos y las mismas, y lo verifica al descubrir la etiqueta made in P.R.C. Llevado por el desengaño, Miguelito entra en berrinche, y se pronuncia: “¡Pero tú me dijiste que el chino estaba cerrado! ¡Mentirosa! ¡Te odio!” El niño está que arde, y explota cuando averigua que Mami adquirió esos productos con el dinero de su hucha. “¡Ladrona!” Miguelito se plantea tomar medidas de peso y, en cuanto esto acabe, promete volver con su Papá Estado de Derechas, rezar a diario y meterse a guardia civil. Sin argumentos vocacionales; más por sadismo que por venganza. (No hace falta añadir su irrevocable decisión de abrir un chino “a la española”).

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