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Perdemos la vida por miedo a perderla

Cruz Galdón
Cruz Galdón
Escritora
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análisis

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Una buena amiga me dijo hace unos días: «perdemos la vida por miedo a perderla». Profundo, ¿verdad? La vida también es tiempo. Tiempo que perdemos en multitud de cosas, emociones que duelen y provocan ese vértigo que nace del miedo. Y cuando el tic tac dice «se acabó», nos entran todos los males por dentro.

Cuántas veces no hemos dicho u oído: «perdí un gran amor por miedo; perdí un trabajo, que era la oportunidad de mi vida, por miedo; perdí decirles a mis padres cuánto los quería por pudor o por considerarlo innecesario; temí ser feliz porque algo malo iba a presentarse». Y así, podríamos hacer una lista interminable en nuestras vidas. En unos casos, por desconfianza a malgastar nuestra libertad, nuestra zona de confort, por recelo a un desengaño, por arrogancia, por cobardía, por cuántas cosas más que nos hacen desaprovechar vida en la vida.

Y es que, en muchas ocasiones, subsistimos y no vivimos por miedo a perder lo poco o mucho que tenemos. ¿Y eso es vivir en plenitud? No, es perder la vida por miedo a perderla.

Amar lo que no es para nosotros, lo que perdemos aun habiéndolo intentado, lo que nos ciega y no es bueno para nosotros, los resultados adversos, etc., no es desperdiciar el tiempo, y mucho menos perder batallas, es vivir eligiendo nuestro camino de vida. Lo importante no es ganar, es participar.

Pedimos señales del cielo que nos indiquen que una elección es la correcta, porque así aventuramos menos de lo que estamos dispuestos a arriesgar, y el cielo no responde con rebajas del 50%. Dice el refrán que «quien tropieza y no cae, adelanta camino» y el refranero español no falla. Vencer las dudas con la propia experiencia de vida es saber que ya tienes respuestas que sirven de ejemplo para tu existencia, jurisprudencia propia que demuestra que, tras una caída, seguimos adelante, nos levantamos una mil veces, y eso nos hace ilimitados e invencibles, sabiendo de antemano que lo único que nos vencerá definitivamente en la vida, es el momento final, cuando se nos dé la oportunidad de hacer un resumen de nuestro vivir.  

Y estar muertos en vida por miedo a perderla, sin arriesgar, es un defecto que el ser humano lleva intrínseco. Por eso admiramos tanto a los emprendedores, a los nómadas que hacen de su hogar el mundo, a los misioneros que ven en la generosidad más absoluta una forma de vida. ¿Entonces, qué? ¿Deseamos perder nuestro precioso tiempo por pavor a los resultados? Perder también es ganar.

Alguna vez escribí que el amor no vivido no mata, pero lo hace poco a poco. Y el sentido de esa frase es mi leit motiv. El que vive con amor a la vida, lo hace en la entrega más profunda y eso desgasta en esfuerzos, rompe el corazón cuando no es entendido y te arranca la alegría de vivir en algunos instantes dolorosos. Sin embargo, cuando pasa esa primera fase, lo vivido es tan intenso que ganas en vida, ganas en experiencias y ganas en tu ser más íntimo. Pero el que no vive con la valentía que regala el camino del amor, se pierde rematar la faena, disfrutar del camino o del resultado; se pierde vivir a pleno pulmón, y lo hace a pequeñas bocanadas viciadas de intereses. En definitiva, perderá la vida por miedo a perderla.

Tenemos el libre albedrío para caminar en la vida por las páginas que deseamos escribir, y si las vamos rellenando con renglones bien sentidos, crearemos la mejor de las historias, aquella que deja huella y deseas releer.

El tiempo se agota en la incertidumbre de saber cuántos minutos le quedan a nuestro reloj de arena; hagamos que nuestros tiempos sean de verdad, sin ataduras ni miedos que no nos permitan vivir en plenitud, en armonía con nuestros valores y principios, en el baile perfecto entre lo mío y lo vuestro.

No es fácil, pero tampoco es imposible.

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7 COMENTARIOS

  1. Leer la columna de Cruz Galdon y recordar lo expresado por «Almafuerte», ese viejo vate y maestro que recorría incansable nuestra inmensa geografía argentina, fue todo uno. Dijo él y expreso yo, convencido después de leer tus palabras que …»Si te postran diez veces, te levantas
    otras diez, otras cien, otras quinientas:
    no han de ser tus caídas tan violentas
    ni tampoco, por ley, han de ser tantas.
    Con el hambre genial con que las plantas
    asimilan el humus avarientas,
    deglutiendo el rencor de las afrentas
    se formaron los santos y las santas.
    Obsesión casi asnal, para ser fuerte,
    nada más necesita la criatura,
    y en cualquier infeliz se me figura
    que se mellan los garfios de la suerte…
    ¡Todos los incurables tienen cura
    cinco segundos antes de su muerte!», texto éste, que al igual que tus letras, invitan a la reflexión y a la acción para asegurar la vida que debemos . Debo rendirme a la evidencia que se desprende de tus escritos: los hados te acompañan a pergeñar estas justezas que dan en el blanco de las emociones. Un placer leerte Cruz. Un verdadero placer saber que sos y estás. Mi admiración hacia vos. Un abrazo fraterno y grande.!!

  2. A veces no vivimos por no querer vivir, por no arriesgar lo que al final no es un riesgo, por dar prioridad a cosas que no lo son, en suma por vivir subsistiendo…La realidad no siempre es lo que percibimos y de eso Cruz nos enseña que hay tantas realidades como decisiones tomamos en la vida, el problema es sentir esa realidad que no percibimos, Cruz nos la enseña, desde la experiencia de su palabra, de su sentimiento, de su calidad de amor, con palabras y hechos, otra perla sin duda que no deja nuestra MARAVILLOSA Cruz, otro jirón de su vida en cada línea…

  3. VIVIR; hermosa vibración, maravilloso estado , difícil fórmula magistral.
    Como siempre Cruz, aportas, enseñas , desprendes maga en cada palabra, en cada línea…..

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