El cambio climático nos ha traído, este mes de junio, una ola de calor sin precedentes, que ha llevado a la población a buscar refugio donde podía, para mitigar temperaturas superiores a los 40 grados durante el día, y muy superiores a los 20 grados durante la noche.

Unos espacios especialmente frecuentados han sido y son las piscinas, las playas, los ríos, los lagos… Lugares divertidos, pero también peligrosos, especialmente para los menores. Si preguntas a cualquier madre o padre, con niños o niñas pequeños, confirmará la preocupación que sienten con estos lugares. Y si profundizamos en la conversación, y son sinceros, también reconocerán que, aunque están pendientes de sus hijos, hay momentos donde se distraen en la vigilancia de sus retoños. Distracciones, que normalmente no tienen consecuencias dramáticas, pero que se dan.

Ante estas situaciones cotidianas, es oportuno hacernos algunas preguntas: ¿Qué medidas de seguridad adoptamos? ¿Somos conscientes de la magnitud del problema de los ahogamientos? ¿Sabemos que al año, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), mueren en torno a 369.000 personas ahogadas? ¿Sabemos que los ahogamientos son la tercera causa de muerte por traumatismo no intencional en el mundo? ¿Sabemos que el riesgo de ahogamiento es mayor en niños, varones y personas con fácil acceso al agua?

Creo que todos estamos concienciados, y más cuando comienza el periodo estival para los peques. Pero es preciso, que pongamos más interés, tanto a nivel individual como colectivo. Estableciendo y actualizando las normas para evitar ahogamientos.

Es inadmisible, que 117 menores hayan fallecido en entornos acuáticos desde el 1 de enero del año 2013 al 14 de junio del presente año en España, como señala el Primer Informe Nacional de Ahogamientos de Menores.

Es inadmisible, que el 58 por ciento de los ahogamientos infantiles en el último lustro hayan ocurrido en piscinas, seguidos por los fallecimientos en embalses o ríos (31por ciento) y en playas (9 por ciento). 

Es dramático, que los niños de 2 a 4 años sean los más afectados, seguidos por los niños de 6 a 8 años, y los adolescentes entre 16 y 17 años.

Es dramático, que en el año 2017, y estamos comenzando el verano, se hayan producido ya 13 ahogamientos mortales de menores. Un incremento del 62 por ciento respecto a las cifras registradas el año anterior en estas mismas fechas. 

Es dramático, que en los últimos cinco años hayan fallecido 1.258 personas, 1.010 hombres, 246 mujeres y dos sin identificar en más de 2.386 incidentes acuáticos.

Por estos motivos, tenemos que aunar, tanto la vigilancia continua de nuestros hijos menores, porque tan solo 15 centímetros de agua o dos minutos son suficientes para que un niño sufra un ahogamiento. Como cambios legislativos que incrementen la seguridad en los entornos acuáticos, y especialmente en piscinas.

En este sentido, la OMS publicó en mayo de este año una guía (Preventing drowning: an implementation guide) que está basada en el Informe mundial sobre ahogamientos, donde se ofrecen orientaciones concretas sobre cómo aplicar las intervenciones destinadas a prevenir los ahogamientos.

Que el agua y un descuido no nos quiten una pequeña-gran sonrisa.

 

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